Preparar el curso que viene y poco más
La vida sigue fuera del Parlament de Catalunya. Las clases continúan y el próximo curso debe comenzar, sí o sí, hacia el 14 de septiembre. El calendario escolar obliga a tomar ciertas decisiones por mucho que el Govern esté en fase de interinidad. Programar la preinscripción escolar (se hace en febrero), el número de profesores que habrá que contratar –o prescindir de ellos–, las aulas que se abrirán o cerrarán... cuestiones más bien técnicas que hacen que la maquinaria se mantenga activa.
El Departament d’Ensenyament, que aún dirige Irene Rigau, también marca la dirección que han de seguir las escuelas mediante las instrucciones de inicio de curso. Este documento recoge orientaciones sobre las políticas educativas que seguir y cómo gestionar los centros, aunque para cuando lleguen las nuevas instrucciones (junio) ya funcionará el nuevo ejecutivo si finalmente hoy es investido presidente.
Las novedades introducidas por la nueva ley de Educación, la Lomce, seguirán asimismo adelante. Aunque aquí también hay
que estar pendiente de lo que ocurra en el Congreso de los Diputados. Si el PP no continúa gobernando, la ley Wert será, con casi total seguridad, derogada. Con lo que las escuelas vivirán una nueva sacudida normativa, más cambios para la intranquilidad de profesores y alumnos. En el caso de que Mariano Rajoy mantenga la presidencia del Gobierno, la Lomce llegará ya a todas las etapas educativas, de infantil a 2.º de bachillerato, el curso que viene.
Aparte de la preparación ordinaria de las clases, no habrá capacidad normativa para aprobar leyes ni grandes proyectos educativos. Queda por ver si Ensenyament seguirá adelante con su idea del MIR de profesores, una medida que quería implantar en el 2017 y de la que ya había iniciado preparativos, pero que quedaría en el aire si se produjeran cambios en la Generalitat. Mientras tanto, las escuelas siguen aguantando las secuelas de los recortes que se han producido en educación y de los continuos vaivenes legislativos. / Maite Gutiérrez
El estricto calendario escolar obliga a tomar decisiones y mantener la maquinaria del departamento activa