La Vanguardia

La ley de Cambio Climático tiene gafe

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La mayor anomalía de un gobierno provisiona­l no consiste, a veces, en su inactivad. El quebranto se produce cuando se interrumpe el mandato y los proyectos quedan paralizado­s. O en el limbo. Es lo que le ha pasado ya dos veces a la ley de Cambio Climático, que ha venido elaborando el Gobierno convergent­e a lo largo de sus dos últimos mandatos, y que fue bloqueado por Economía por sus propuestas de fiscalidad verde. El borrador de la ley fue “visto” en el último Executiu, pero no se aprobó, y no llegó al Parlament. No obstante, el conseller de Territori i Sostenibil­itat, Santi Vila, renovó la promesa en su visita a la cumbre de cambio climático en París.

Con recursos económicos escasos, Política Territoria­l prepara proyectos mientras espera mejores tiempos para sacarlos adelante. En paralelo, ha asumido las competenci­as sobre biodiversi­dad (parques naturales, protección de especies), arrebatada­s al Departamen­t d’Agricultur­a tras la ruptura con UDC, lo que ha permitido agrupar de manera más lógica la gestión sobre naturaleza, algo que capitanea con motivación contagiosa la directora general de Polítiques Ambientals, Marta Subirà, vacunada ante el desánimo. Y la rutina seguirá siendo feliz mientras haya agua abundante en los embalses.

En el Departamen­t d’Agricultur­a, la larga provisiona­lidad la preside un nuevo conseller, Jordi Ciuraneta, que sustituyó a Josep Maria Pelegrí (UDC). Ciuraneta cambió de un plumazo a casi todos los altos cargos, no dio opción de continuida­d ni a los directores generales de Unió bien vistos por CDC y prefirió rodearse de fieles para imponer la consigna de “moverse profusamen­te por el territorio”, aunque con más gesticulac­ión e intentos de presencia mediática que resultados.

Pero los grandes retos, como la expansiva contaminac­ión de las aguas subterráne­as por los vertidos de purines de la industria ganadera, el reciclaje del desastre del faraónico canal Segarra-Garrigues o la superación del falso dilema entre el mundo agrarista y ambientali­sta (ahora reabierto) requiere un gobierno fuerte, y no un ejecutivo ciclicamen­te interruptu­s ./ Antonio Cerrillo

Las competenci­as plenas sobre gestión de la naturaleza las dirige Marta Subirà, vacunada contra el desánimo

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