El persistente juez Castro y el tenaz fiscal Horrach
Una de las facetas destacadas de la instrucción del caso Nóos ha sido la tensión creciente entre el juez y el fiscal. El motivo no era una cuestión personal, un choque de caracteres, sino un aspecto sustancial del proceso, el relativo a la lista de imputados que debían ser llevados a juicio, y singularmente la inclusión o no de la infanta Cristina en esa relación de nombres. El magistrado, José Castro, rechazó al principio la imputación de la infanta, en pleno acuerdo con el fiscal, Pedro Horrach. Pero esa identidad de criterios se rompió con el avance de la investigación. Castro se mostró cada vez más convencido de la implicación de la infanta en los negocios fraudulentos de su esposo, mientras que Horrach llegó a la conclusión de que era ajena a los manejos del exduque de Palma y su exsocio, Diego Torres. El enfrentamiento dialéctico fue creciendo y el fiscal llegó a afirmar que la hermana del Rey se estaba viendo perjudicada en sus derechos por ser quien es. Durante el proceso se citó muchas veces el principio de que la ley es igual para todos, pero la defensa alegó junto a la Fiscalía que a esa tesis se le estaba dando la vuelta, aumentando las exigencias para doña Cristina por su significación social. Horrach llegó a ver a la infanta “indefensa” ante la “espiral inquisitiva” que habría lanzado el juez. Castro no se arredró en absoluto y dictó un auto en el que emplazaba al fiscal a presentar una querella en su contra si creía realmente que la investigación estaba guiada por los prejuicios y el afán de confirmar tesis preconcebidas. El juez Castro se jubilaba este mes de diciembre pero el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) le ha concedido dos años más de servicios. Podemos le ofreció sumarse a sus listas, como al juez Juan Pedro Yllanes, que iba a presidir el juicio. A diferencia de este, Castro rechazó la oferta. Prefirió seguir siendo un juez de instrucción. Horrach, a su vez, se enfundará la toga para representar a la Fiscalía en la vista.