Tenías toda la razón
Conocí a Ricardo Pastor siendo yo un niño que se acercaba a las instalaciones del añorado deportivo Dicen y quedaba maravillado ante los personajes que veía deambular por una redacción de las de antes, llenas de humo, de gritos, de risas, de mucho trabajo. De periodismo. Ricardo era, entre los allí presentes, un personaje especial. Como lo fue su hermano Federico, un emprendedor de los que ya no abundan, un visionario en el mejor sentido de la palabra. Ricardo, eso lo supe luego, sufrió un bullying que ahora nos hará sonreír, pero que en cierta época constituyó un problema muy serio: a los que no tenían el carnet oficial, aunque llevasen el periodismo en las venas, les llamaban despectivamente intrusos. Quizá Ricardo no fuera un periodista en el sentido estricto, sino muchas más cosas a la vez. Tenía una capacidad especial para hallar el tono humorístico en cualquier noticia. Disfrutaba con su facilidad para versificar la actualidad y poseía un dominio del cálculo aritmético que le llevó a especializarse en las quinielas y en el pronóstico del campeón de Liga con ese disfraz de adivino que tan bien le sentaba: el Pitoniso Pito.
En los últimos tiempos conversábamos de vez en cuando por teléfono y me reconforta saber que mantuvo una envidiable claridad mental y memoria hasta el final, porque era un pozo de anécdotas inagotable y su charla, que predicó también en teatros y salas de actos de tantas poblaciones con éxito, era apasionante. Solía lamentar la creación de la Liga de los 3 puntos (porque en el empate desaparece uno) y la consideraba una maldición para un matemático del fútbol como él. Tenías toda la razón, Ricardo.