Puigdemont se compromete a culminar el proceso soberanista
El nuevo president anuncia pasos rápidos hacia la ruptura y afirma que “no es tiempo de cobardes” La oposición recuerda en el Parlament que el independentismo no cuenta con la mayoría social
El relevo. Artur Mas y Carles Puigdemont se saludan con afecto justo después de que el segundo fuera elegido president.
Berenguer de Cruïlles, obispo de Girona, inauguró la lista de presidentes de la Generalitat en 1359 que ayer completó un nuevo nombre de la ciudad. Tampoco Lluís Companys (1933-1940) es ya el único president investido en domingo. La cara desencajada con la que Carles Puigdemont respondió el sábado al insospechado encargo de Artur Mas de asumir la presidencia de la Generalitat se convirtió ayer en actitud serena y reflejaba el peso de la responsabilidad al ser investido 130.º president como rúbrica in extremis del acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP. Ocho votos a favor de la izquierda anticapitalista sumados a los 62 de Junts pel Sí y dos abstenciones de “necesaria discrepancia” pusieron fin a 105 días de provisionalidad.
El paso atrás de Artur Mas y su decisión de que Carles Puigdemont le sucediera requirieron de una elaborada digestión en CDC durante toda la jornada. El consejo nacional del partido sirvió de escenario matutino para certificar que
Carles Puigdemont califica la legislatura de “postautonómica y preindependencia”
Mas no se va y que el nuevo president asume el cargo como un trabajo “coyuntural, temporal e irrepetible”; y el debate de investidura en el Parlament evidenció que con Puigdemont se acabó el calvinismo masista y la presidencia de la Generalitat adquiere tintes de 2.0, lengua afilada y humor desacomplejado. Peinado incluido.
Mas había deseado a su sucesor “suerte y seny ”. Y Puigdemont puso el resto. No hubo metáforas: proclamó su compromiso con la declaración de ruptura aprobada en el Parlament el pasado 9 de noviembre y que el Tribunal Constitucional anuló. No en vano, el Ayuntamiento de Girona es uno de los investigados por aprobar mociones de apoyo a la resolución. Consciente de las circunstancias de su investidura, Puigdemont arrancó su intervención pidiendo perdón por la gestión de los resultados del 27-S en las negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP; pero con los votos garantizados, proclamó la XI legislatura como la de la “postautonomía y la preindependencia”.
El candidato cambiaba, y sus perspectivas de futuro también –“no hay que perder nunca de vista la temporalidad de la responsabilidad”–, pero el programa fue el mismo. Culminación del proceso, diseño definitivo de las estructuras de Estado y su puesta a punto, dar luz verde al proyecto de ley del proceso constituyente y el de transitoriedad jurídica e internacionalización del proceso. Ahí es donde Puigdemont cuenta con el hasta ahora president.
La determinación de última hora de Artur Mas de ceder paso y la
concreción de la “aventura” de la mano de Puigdemont inquietan en las filas republicanas. La formación de Oriol Junqueras cree que “hay mucho de lo que hablar” y no sólo sobre la composición del Govern. Las “incertezas” señaladas por los republicanos entre bambalinas contrastaron ayer con la nitidez independentista del discurso de Puigdemont, pero también con el cambio de tono de la diputada de la CUP Anna Gabriel. La CUP había ratificado el acuerdo por la mañana y lo hizo sacando pecho por enviar a la “papelera de la historia” a Artur Mas y amenazando con llevar hasta el final su estrategia kamikaze en favor del proceso hacia la independencia y la izquierda radical. En el hemiciclo, la mano se tendió en favor de Puigdemont.
La oposición hizo su propio debate con la vista puesta en el Congreso. El compromiso de ruptura aumenta la presión sobre los socialistas ante la propuesta del PP de gran coalición frente al desafío independentista como reto amalgamador. Mariano Rajoy contactó con Pedro Sánchez y Albert Rivera tras oír a Puigdemont y anunció que “el Gobierno no va a deja pasar ni una sola actuación que suponga contravenir la unidad” de España.
Los resultados del 20-D resituaron a los partidos contrarios a la independencia en el Parlament. Aunque Inés Arrimadas es la jefa de la oposición en Catalunya, su papel ayer pasó a ser secundario en función del rol subsidiario que tiene Ciudadanos a la hora de conjugar mayorías en Madrid. El PP de Xavier García Albiol apuntó al primer secretario del PSC, Miquel Iceta. La vehemencia de Albiol, dando garantías de que “ni usted ni nadie iniciará el camino hacia la ruptura porque no se lo vamos a permitir”, contrastaba con la solvencia dialéctica de Iceta, que se opuso de forma contundente a cualquier ilegalidad, pero también recordando que estará al lado de quien “de verdad” quiera servir a Catalunya. Por su parte, Lluís Rabell barrió a favor de Podemos en Madrid al proclamar el “cambio de rumbo” político tras el 20-D, pero con una oposición inflexible a la independencia: es “una fanfarronada”.
En la réplica de Puigdemont no hubo medias tintas y sí mucho de urgencia. La votación se saldó sólo dos horas y 15 minutos antes del plazo fijado por ley con un “visca Catalunya lliure”. La ley establece que el Rey valide la investidura.
EL HORIZONTE
LA OPOSICIÓN El nuevo president ve su encargo como temporal y no prevé volver a presentarse
El resultado del 20-D reajusta el papel de los partidos contrarios a la independencia