La Vanguardia

La colina empinada

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EL duque de Norfolk comenta al intendente de Buckingham en Enrique VIII , la última de las obras históricas de William Shakespear­e: “Para escalar un colina empinada, al principio se necesitan pasos lentos”. Carles Puigdemont, en su discurso de investidur­a, planteó un mandato de dieciocho meses para recorrer el camino entre la postautono­mía y la preindepen­dencia. Este trecho no es un suave paseo por una colina, sino un peligroso ascenso a un pico escarpado. Sería oportuno hacer caso al duque de Norfolk: calma, ninguna prisa y pasos seguros.

El discurso de Puigdemont planteó la necesidad de avanzar hacia un país más equilibrad­o, justo, dinámico, culto y moderno. Y para ello explicó que se crearán estructura­s de Estado para que lo hagan posible. Habló de mejorar las políticas de transparen­cia, pero no citó ni de paso la corrupción, a pesar de que es la segunda de las preocupaci­ones de los catalanes según las encuestas. Intentó dar una imagen de moderación en su intervenci­ón, pero no deja de ser una ingenuidad manifestar que todo este proceso podrá ser negociado con el Estado español –Rajoy no dejó anoche ningún margen– y con las organizaci­ones internacio­nales.

“No son épocas de cobardes, temerosos y flojos de piernas”, resaltó Carles Puigdemont en el Parlament, apelando aun acierta épica. Pero recordar que el 27- Se lsob eran is mono consiguió la mayoría de los votos no es cobardía sino realidad, no es temor sino pragmatism­o, y mucho menos es flojera de piernas sino conocimien­to de las propias fortalezas. “Es posible que temas demasiado”, proclama el duque de Albany a Gonerila en El rey Lear . “Es más seguro que confiar en exceso ”, le responde su hija, en la tragedia.

“Yo me dejaré la piel”, aclaró el candidato a ser investido. Una frase propia de héroe de Shakespear­e en una jornada absolutame­nte hamletiana.

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