Solemne y vodevilesco
Aunque las circunstancias de la investidura recuerdan las del último día del mercado de invierno futbolístico, algunos invitados y diputados muestran una emoción sincera. El contexto, no obstante, es de vodevil y ha proporcionado hilaridad, magia, acrobacia, malabarismos, malentendidos, rencillas y puertas que se abren y se cierran. El acuerdo, anunciado como gesta nacional, es peculiar: los que lo han firmado se insultan en público incluso el día que lo sellan. Okupada por la CUP, la Casa Gran del Catalanisme intenta salvar la dignidad procurando que no se note el intervencionismo de la ANC, que ha alterado la jerarquía electoral anunciando el acuerdo con adolescente incontinencia.
Antes del pleno, una periodista me comenta el parecido entre las últimas horas y el sexo: “Los orgasmos llegan cuando ya te habías vestido y te estabas marchando”. Otro colega pregunta: “¿Entiendes lo de Baños?”. A esta hora es más importante tener grupo de WhatsApp que grupo parlamentario. Aprovechando el domingo, algunos diputados se han traído a sus hijos, y eso le quita rigidez a la jornada. El morado debe de ser el color de moda: coincide en las chaquetas de Anna Simó y Carme Forcadell y en el abrigo de Marina Geli. Ana Pastor mira la pantalla de su móvil como si fuera un espejo. Los enchufes van muy buscados para cargar baterías. Joan Maria Piqué sube la escalinata con la energía de quien está dispuesto a escalar el Everest con alpargatas. Es el presagio de la llegada de Artur Mas. Baños aparece con un jersey de rombos y cara de zombi. Felip Puig se aprieta literalmente el cinturón delante de Pilar Rahola sin que, en apariencia, haya ninguna evidencia causa-efecto. Joan Coscubiela cuenta que ayer corrió 34 km, y los Mossos no le arrestan. Impacto capilar: Carles Puigdemont se abraza a Josep Maria Vila d’Abadal. De Puigdemont se cuenta que su peinado beatle esconde, como la barba de Rajoy, viejas cicatrices. Transmite una informalidad de profesor belga de instituto con inquietudes humanísticas. En su discurso, pide perdón y da las gracias. Con voz de cantante melódico italiano, y en un catalán sin miedo a los pronombres, hace lo que puede para superar un trámite difícil. Consciente del momento, subraya sus intenciones y renueva la cadencia de la entonación patriótica tan característica de Mas y Homs. La prosodia gerundense no disimula el cansancio. Hace una división interesante entre cobardes, temerosos y flojos de piernas, y en las réplicas se muestra ágil, cultivado e incisivo. Dicen que quería ser astronauta. Ahora ya lo es.
El presidente transmite una informalidad de profesor belga de instituto