La Vanguardia

El rey Midas de los setenta

ROBERT STIGWOOD (1934-2016)

- PABLO CUBÍ

Hoy pocos recuerdan su nombre, pero hubo un tiempo, a mediados de los setenta, en que Robert Stigwood lo fue todo. En apenas dos años encadenó los mayores éxitos discográfi­cos y cinematogr­áficos de la historia, la cumbre de una carrera que fue una auténtica montaña rusa.

Stigwood nació en Adelaida, Australia. Empezó en una agencia de publicidad y con 21 años se trasladó a Gran Bretaña, donde abrió una agencia de representa­ción. En 1961 firma con un productor de pop, Joe Meek, y forman una productora discográfi­ca independie­nte de éxito. Pero Stigwood comienza a despilfarr­ar en el juego, y en 1965 su apuesta profesiona­l es una gira de Chuck Berry que resulta un gran fracaso y le lleva a la bancarrota.

Lejos de hundirse, va a todas partes en limusina y mantiene esta pantomima un año y medio, hasta que consigue que la discográfi­ca Polydor le contrate. Convence al grupo The Who para ser su agente y firma también con Cream, el trío que encabezaba Eric Clapton y que logra un éxito inmediato.

La capacidad de Stigwood de atraer el talento corre como la pólvora, y sus fiestas londinense­s se convierten en eventos

codiciados. En una de ellas, presenta George Harrison a Eric Clapton, el principio de una de las amistades más míticas de la música pop. El productor de los Beatles, Brian Epstein, incluso le pide ayuda para llevar al supergrupo. La muerte de Epstein pone un rápido final a este acuerdo, pero Stigwood se va con una suculenta indemnizac­ión y decide abrir su empresa, RSO.

Por entonces, Cream está llenando estadios y Stigwood ficha a otro joven trío que acaba de llegar también de Australia, los Bee Gees. En unos meses frenéticos, los Bee Gees tienen su primer número uno, Cream se separa y Stigwood logra que Clapton siga con él y forme el grupo Blind Faith.

Incansable, también se involucra en musicales del West End. Trae Hair y pone el dinero para levantar Jesucristo Superstar , de Andrew Lloyd Webber, que iba a ser en principio

sólo un álbum conceptual. También produjo el filme, en 1973, y así entró en el mundo del cine.

A mediados de los setenta, había ayudado a los Bee Gees a pasar con éxito al sonido disco y había fichado a un joven John Travolta para hacer tres películas. Tras leer un artículo sobre la fiebre discoteque­ra de Nueva York, pensó que era el vehículo perfecto para el actor. Fiebre del sábado noche se convirtió en 1977 en un éxito mundial y la banda sonora, con los Bee Gees, en el disco más vendido de la historia.

Al año siguiente produjo Grease y puso en marcha el musical Evita , también de Lloyd Webber. Stigwood era ya estratosfé­rico. Su empresa RSO tuvo nueve consecutiv­os singles en el número uno y él vivía entre yates, jet privado y mansiones. Y justo entonces, la debacle. Encadena tres fracasos sonadísimo­s, Sgt. Pepper , película con los Bee Gees cantando a los Beatles; Vivir el momento , su tercer filme con Travolta, y la secuela Grease 2 .

Había perdido su halo. Vendió RSO y vivió de rentas. Aunque aún tuvo algún brote de genialidad, como el filme Gallipolli , con Mel Gibson. Murió el pasado día 4 a los 81 años.

Llevó la carrera de los Bee Gees y Eric Clapton, y produjo ‘Grease’ y ‘Fiebre del sábado noche’

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SUZANNE VLAMIS / AP

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