Una sesión entretenida.
Patxi López, nuevo presidente del Congreso, aboga por la pluralidad “en común”
La constitución de las Cortes fue especial. La atención se la llevó el bebé de Bescansa, diputada de Podemos. Iglesias empezó abroncando a Rivera en el bar Manolo y acabó llorando de agradecimiento.
“¡Hoy es el primer día del cambio!”, expresó a La Vanguardia un todavía pletórico Pedro Sánchez cuando el reloj daba las diez en punto de la mañana. Albert Rivera apuraba un café urgente antes de acceder al hemiciclo. Mariano Rajoy llegó a continuación, con determinación, flanqueado por María Dolores de Cospedal y Jorge Fernández Díaz. Pero Pablo Iglesias y el bebé de Carolina Bescansa fueron la gran atracción de la jornada. Bienvenidos a la nueva política, que ayer estrenó el Congreso de los Diputados.
Un nuevo escenario político, eso sí, absolutamente incierto. “Estamos en mares nunca antes navegados”, advierten los pilotos de la Moncloa, aún a los mandos pero ya con carácter interino. Al otro extremo del espectro ideológico, Tania Sánchez parecía compartir la apreciación:
LA INCERTIDUMBRE
“Estamos en mares nunca antes navegados”, advierten los pilotos de la Moncloa
ESCENARIO ABIERTO
“¡Hoy es el primer día del cambio!”, celebra un Pedro Sánchez eufórico
“No tengo una bola de cristal”. Nadie sabe qué vendrá, ni cuánto durará, no hay brújula ni hay carta de navegación.
Aunque sí hay, desde luego, mucho más color. Nuevas estéticas irrumpieron en la vetusta Cámara Baja: sus señorías, ahora, también llevan piercing en los labios y la nariz, rastas, vistosas camisetas. Se acabó el aburrido imperio de los trajes grises: “El ropero es un show”, admitía asombrado un ujier. También irrumpen nuevas maneras: diputados verdes llegan en bici (“eso, eso, eso, Equo al Congreso”, cantan) y Joan Baldoví, al frente de Compromís, comparece acompañado de una banda musical, con su propia orquesta...
Horas antes, no obstante, ya había empezado el movimiento en el Congreso, para reservar los escaños más preciados. Como en una playa atestada cuando, casi de madrugada, los abuelos bajan a colocar su toalla y su sombrilla y luego ya se van a desayunar tranquilos. Los grupos no están todavía constituidos, ni por tanto los escaños asignados, así que ayer madrugaron los que querían ocupar las primeras filas del centro del hemiciclo, Podemos y Ciudadanos, dejando al PP y al PSOE en sus tradicionales bancadas a derecha e izquierda. Tanto madrugaron, de hecho, que cuando los diputados de Democràcia i Llibertat intentaron ocupar los sillones que CiU tenía reservados en la pasada legislatura, ya era tarde. Así que Francesc Homs se tuvo que subir al gallinero. Lo mismo pasó con los diputados del PNV.
Toda una metáfora, porque los nacionalismos históricos –pese al proceso soberanista relanzado en Catalunya– quedaron ayer absolutamente eclipsados en la constitución del Congreso por la novedad del momento.
La primera sorpresa de una jornada que deparó un abundante anecdotario fue no obstante que el ministro José Manuel García-Margallo no era el mayor del lugar, como estaba previsto: la diputada del PP María Teresa de Lara, de 72 años, presidió la mesa de edad. Y se procedió a la elección del presidente de la Cámara, Patxi López. Tras las negociaciones cerradas el día
anterior, los 130 votos del PSOE y de Ciudadanos otorgaron el trono al exlehendakari en la segunda vuelta. Podemos sumó con IU 71 votos para la candidatura alternativa de Carolina Bescansa, y los 149 diputados restantes –entre ellos los del PP– votaron en blanco. Salvo un único voto nulo, para el bebé de Bescansa.
Las burocráticas votaciones de toda la mesa del Congreso, con papeleta y en urna, demoraron todo el proceso durante un par de horas, lo cual dio pie a una intensa actividad en los pasillos. También nuevo en la casa, Pablo Iglesias aprovechó la ocasión: “¿Me decís dónde está el baño, por favor?”.
El flamante presidente, Patxi López, hizo en su discurso un canto al nuevo tiempo de “pluralidad y diversidad” de las que el Congreso, prometió, será expresión: “España es plural en lo ideológico y diversa en la forma de entender las identidades. Pero es, ante todo, un proyecto común”. Agradeció su nombramiento, en castellano, euskera y catalán, y apeló al diálogo y el entendimiento de todos los presentes para “buscar más lo que nos une que lo que nos separa”.
Una vez constituida la mesa, previamente, los 350 diputados, uno a uno, procedieron a prometer acatar la Constitución... “y trabajar para cambiarla”, como anunció la vicepresidenta cuarta de la Cámara, Gloria Elizo. A partir de ella, todos los diputados de Podemos y sus alianzas electorales iniciaron un juego de fórmulas de juramento, que a muchos representantes del PP y del PSOE les hizo llevarse las manos a la cabeza. Alicia Sánchez-Camacho, secretaria primera de la mesa, los cortaba llamando al siguiente diputado incluso antes de que concluyeran su parrafada. “Esto es un circo de cuatro pistas”, lamentaba un veterano. Gabriel Rufián y los diputados de ERC, por su parte, también prometían, pero “en espera de la Constitución de la república catalana”. Algunos lo hicieron en catalán, Pablo Iglesias incluso con la lengua de signos mientras el bebé de Bescansa iba pasando de brazos, otros acompañaban su proclama del puño en alto... Y los decibelios fueron subiendo.
“Mariano y Pedro han puesto la misma cara, pero por motivos distintos”, apreció un dirigente del PP. Rajoy, perplejo ante lo que ha irrumpido en el panorama político. Y Sánchez, perplejo al ver, cara a cara, “con quién tiene que pactar su gobierno progresista”. El líder de Podemos, al abandonar el palacio de la Carrera de San Jerónimo, fue vitoreado por los fans que le esperaban: “¡Sí se puede, sí se puede!”.
LA QUE SE AVECINA “Rajoy y Sánchez han puesto la misma cara de perplejidad, pero por motivos distintos”
NUEVOS PROTAGONISMOS
“¡Sí se puede!”, clama la gente que espera a Pablo Iglesias tras su debut parlamentario