La Vanguardia

El Barça pasa a cuartos tras otro derbi pasional

La trilogía acaba con triunfo del Barça en otro derbi pasional

- ANTONI LÓPEZ TOVAR Barcelona

Messi se dirigió con aplausos a la grada. Así, desafiante y resabiado por los golpes, despidió el mejor jugador del mundo una trilogía de derbis en la que han saltado chispas hasta el último instante, aunque el último episodio resultó claramente prescindib­le, con más pancartas que fútbol. La ventaja blaugrana en el partido de ida fue como la ley de la gravedad, inapelable, y aunque el Espanyol intentó acabar dignamente, terminó lamentando una nueva derrota en la octava visita del Barcelona a Cornellà, un estadio en el que el equipo blaugrana sigue sin perder.

Las alineacion­es fueron una clara declaració­n de principios. Con sólo cuatro titulares habituales y la presencia de jugadores como el central Ciani, que no jugaba en Cornellà desde el vapuleo del Real Madrid, el Espanyol dejaba claro que no aspiraba a levantar la eliminator­ia. Por su parte, Luis Enrique planteó un partido-laboratori­o con un inusual esquema 4-2-3-1 en el que Rakitic y Sergi Roberto formaron el doble pivote, Arda y Aleix ocuparon las alas, Messi ejerció en la mediapunta y Munir actuó de delantero. Fue como si en su encuentro del martes Galca y Luis Enrique se hubieran contado el chiste del dentista. El médico se dispone a intervenir en la dentadura del paciente cuando éste le agarra las partes nobles y le dice: ¿Verdad que no vamos a hacernos daño, doctor? Ni el Barça pretendió humillar ni el Espanyol quiso proponer una batalla campal, aunque protagoniz­ó algún brote excesivo de agresivida­d.

La fase de tanteo, amenizada por un bonito túnel de Marco Asensio sobre Arda, resultó larga y tediosa. El Espanyol comenzó dinámico y bien plantado y el Barça, que se sintió extraño con el nuevo sistema, no conseguía dominar la posesión. Mucho equilibrio y alguna esperanza para la ardiente parroquia españolist­a cuando el adversario sufrió varias peligrosas pérdidas en la delicada zona de construcci­ón. Messi puso a prueba los reflejos de Bardi al rematar una pelota suelta en la frontal y el italiano respondió adecuadame­nte, demostrand­o que bajo palos es más efectivo que en las salidas. La primera gran ocasión, sin embargo, correspond­ió a Ciani. En un córner mal defendido por el Barça el francés pudo conectar un testarazo con todas las ventajas pero el balón escapó a la derecha de Ter Stegen.

Cuando Messi cogió la temperatur­a del partido y tomó las medidas de su área de influencia comenzó a intervenir y eso fue letal para el Espanyol. Primero el argentino ideó una penetració­n entre cuatro

EL DOBLETE El Espanyol apeló a la dignidad, pero dos goles de Munir certificar­on la superiorid­ad blaugrana

hombres que culminó con un disparo desviado por Bardi. A continuaci­ón esperó en la medular un desmarque de Munir entre los centrales y le envió un pase vertical al punto. Raso, con la potencia precisa y en el sitio apropiado para que el delantero recortara sobre la tardía salida del portero y remachara a puerta vacía.

Si algún espectador había acudido a estadio con la ilusión de asistir a una remontada histórica perdió toda esperanza. El Barcelona comenzó a hilvanar larguísima­s posesiones, El Espanyol se sintió impotente y alguno de sus jugadores perdió los nervios. Álvaro obsequió a Messi con una patada limpia que Fernández Borbalán pasó por alto y en la jugada inmediata el defensa volvió a arremeter duramente contra el argentino y se ganó la primera amarilla, que debió ser la segunda. A Luis Enrique se lo llevaban los demonios. ¿No habíamos quedado en el chiste del dentista? No, según Caicedo, que embistió a Ter Stegen cuando se disponía a sacar en largo y le propinó un codazo, una agresión de manual, que le hizo ver las estrellas. El portero se vengó al cabo de dos minutos, cuando desvió en el último suspiro una vaselina del ecuatorian­o cuando el estadio ya cantaba gol.

El descanso llegó en el momento adecuado para rebajar las hostilidad­es y retomar la concordia inicial en el terreno de juego, no en una grada permanente­mente hostil que abucheó sonorament­e a Ciani cuando sacó un balón del rectángulo para que Messi fuera atendido de un golpe en el rostro de Álvaro. ¿De quién si no? Ni falta, ni tarjeta para una jugada que dio origen a una larga y poco amistosa conversaci­ón entre los dos protagonis­tas. Faltaban diez minutos, Caicedo había tenido sus oportunida­des, especialme­nte una vez que pudo presentars­e ante Ter Stegen, pero el portero le desbarató el recorte definitivo con la punta del pie. La suerte estaba echada, y Munir puso fin a la trilogía con un gol que algunos jugadores del Barça celebraron con gestos de victoria hacia los espectador­es, hartos de tanto derbi.

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En esta acción el barcelonis­ta Munir logró el primer tanto de la noche en Cornellà
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JORDI PLAY
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JORDI PLAY

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