La comunidad judía de Marsella aconseja no usar la kipá en la calle
Controversia tras la agresión a un profesor con la cabeza cubierta
“Estoy muy cansado, es algo muy difícil de imaginar si no lo has vivido”, declaraba el profesor Benjamin Amseliem a la salida de la comisaría de policía. El lunes este hombre de 35 años, profesor del instituto franco-hebraico La Source de Marsella, fue agredido por un adolescente kurdo de 15 años sin antecedentes penales que empuñaba un enorme machete, cuando se dirigía al trabajo con la cabeza cubierta por una kipá, el casquete tradicional de los varones judíos.
“Le decía que parara de golpearme, pero continuaba, pensé que no saldría vivo”, explicó Amseliem, que salió del trance con heridas leves en brazos y manos, parando machetazos con la Torah que llevaba y gracias a la intervención de dos viandantes que siguieron al agresor propiciando su detención. El agredido no duda que el propósito del chico, buen alumno de un instituto de formación laboral autorradicalizado en la red, era decapitarle.
“No me arrepiento de nada, estoy orgulloso, sólo me avergüenzo de no haberlo matado”, declaró el joven tras ser detenido por la policía. “No represento al Estado Islámico, son ellos los que me representan a mí”, dijo antes de ser puesto bajo control judicial por terrorismo y engrosar el colectivo de una veintena de menores investigados en Francia por yihadismo, siete de ellos en busca y captura.
Veinticuatro horas después de los hechos, Zvi Ammar, presidente del consistorio judío de Marsella, desataba la controversia al llamar a no usar la kipá en la calle para no llamar la atención. “En estos tiempos turbulentos y hasta que lleguen mejores días llamo a los judíos de la ciudad a quitarse la kipá”, dijo. “Ante la gravedad de la situación hay que tomar decisiones excepcionales y para mí la vida es más sagrada que cualquier otro criterio”. “Me duele el estómago al decirlo, pero tenemos que escondernos un poco, estamos en el punto de mira: en cuanto se nos identifica como judíos, nos arriesgamos a ser agredidos y hasta a la muerte”. Acogido con pragmática y humilde comprensión por algunos, el llamamiento ha sido contestado como derrotista e indigno dentro de la propia comunidad. “Es dar la victoria a los yihadistas, hay que resistir, al contrario, enfrentarse, por nuestro honor y dignidad de judíos”, ha dicho en París el presidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia, Roger Cukierman. En la Asamblea Nacional, dos diputados lucían la kipá, fuera del hemiciclo, en solidaridad.
Marsella cuenta con una de las mayores comunidades judías de Europa, unas 70.000 personas. Es una ciudad tradicional de cruce y buena convivencia de culturas, con más de 50 sinagogas y una quincena de centros de enseñanza judíos , y una enorme población magrebí.
“Si bajamos la cabeza, si los judíos de Marsella renuncian a llevar la kipá –no todos la llevan–, Francia no será Francia”, ha dicho Xavier Bertrand, presidente de la región Norte-Paso de Calais-Picardía, del partido de Sarkozy.