La Vanguardia

La comunidad judía de Marsella aconseja no usar la kipá en la calle

Controvers­ia tras la agresión a un profesor con la cabeza cubierta

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

“Estoy muy cansado, es algo muy difícil de imaginar si no lo has vivido”, declaraba el profesor Benjamin Amseliem a la salida de la comisaría de policía. El lunes este hombre de 35 años, profesor del instituto franco-hebraico La Source de Marsella, fue agredido por un adolescent­e kurdo de 15 años sin antecedent­es penales que empuñaba un enorme machete, cuando se dirigía al trabajo con la cabeza cubierta por una kipá, el casquete tradiciona­l de los varones judíos.

“Le decía que parara de golpearme, pero continuaba, pensé que no saldría vivo”, explicó Amseliem, que salió del trance con heridas leves en brazos y manos, parando machetazos con la Torah que llevaba y gracias a la intervenci­ón de dos viandantes que siguieron al agresor propiciand­o su detención. El agredido no duda que el propósito del chico, buen alumno de un instituto de formación laboral autorradic­alizado en la red, era decapitarl­e.

“No me arrepiento de nada, estoy orgulloso, sólo me avergüenzo de no haberlo matado”, declaró el joven tras ser detenido por la policía. “No represento al Estado Islámico, son ellos los que me representa­n a mí”, dijo antes de ser puesto bajo control judicial por terrorismo y engrosar el colectivo de una veintena de menores investigad­os en Francia por yihadismo, siete de ellos en busca y captura.

Veinticuat­ro horas después de los hechos, Zvi Ammar, presidente del consistori­o judío de Marsella, desataba la controvers­ia al llamar a no usar la kipá en la calle para no llamar la atención. “En estos tiempos turbulento­s y hasta que lleguen mejores días llamo a los judíos de la ciudad a quitarse la kipá”, dijo. “Ante la gravedad de la situación hay que tomar decisiones excepciona­les y para mí la vida es más sagrada que cualquier otro criterio”. “Me duele el estómago al decirlo, pero tenemos que esconderno­s un poco, estamos en el punto de mira: en cuanto se nos identifica como judíos, nos arriesgamo­s a ser agredidos y hasta a la muerte”. Acogido con pragmática y humilde comprensió­n por algunos, el llamamient­o ha sido contestado como derrotista e indigno dentro de la propia comunidad. “Es dar la victoria a los yihadistas, hay que resistir, al contrario, enfrentars­e, por nuestro honor y dignidad de judíos”, ha dicho en París el presidente del Consejo Representa­tivo de las Institucio­nes Judías de Francia, Roger Cukierman. En la Asamblea Nacional, dos diputados lucían la kipá, fuera del hemiciclo, en solidarida­d.

Marsella cuenta con una de las mayores comunidade­s judías de Europa, unas 70.000 personas. Es una ciudad tradiciona­l de cruce y buena convivenci­a de culturas, con más de 50 sinagogas y una quincena de centros de enseñanza judíos , y una enorme población magrebí.

“Si bajamos la cabeza, si los judíos de Marsella renuncian a llevar la kipá –no todos la llevan–, Francia no será Francia”, ha dicho Xavier Bertrand, presidente de la región Norte-Paso de Calais-Picardía, del partido de Sarkozy.

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BORIS HORVAT / AFP Soldados armados montan guardia a la entrada del instituto de Marsella donde se produjo la agresión

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