La Vanguardia

El debate recién nacido

La decisión de Bescansa de llevar a su hijo de seis meses al escaño ocasionó una tormenta política que robó plano a López

- FERNANDO GARCÍA

Diego Bescansa, nacido el 14 de julio de 2015, día del 226.º aniversari­o de la toma de la Bastilla, robó plano a Patxi López en su elección y estreno como presidente del Congreso. Sus señorías, así como los periodista­s y posiblemen­te gran parte del público, hablaron más del pequeño y de su madre, la número tres de Podemos, Carolina Bescansa, que de la tercera autoridad del Estado por detrás del Rey y del jefe del Ejecutivo. La decisión de la dirigente y diputada de llevarse al crío al escaño y de amamantarl­e allí mismo –e incluso de acarrearlo a la hora de votar– fue un gesto deliberado que ocasionó una tormenta política dentro y fuera del hemiciclo. Con tantas o más críticas que apoyos.

Las escenas del pequeño, bien con su madre o bien con los diputados-canguros que la asistieron en distintas ocasiones, fueron las más fotografia­das de la sesión. Destacaron como momentos cumbre el rato en que Pablo Iglesias tomó en brazos y acunó a la criatura, al poco de llegar al plenario, y el momento en que el número dos de Podemos, Íñigo Errejón, se hizo cargo del niño, aparenteme­nte a su pesar, mientras la mamá prometía el cargo; a juzgar por su expresión como de no saber bien qué hacer ni qué cara poner, al secretario político del partido morado esos pocos segundos se le hicieron largos minutos.

La controvers­ia sobre si el niño sí o el niño no debía estar ahí la inauguró la madre de casi todas las polémicas en el Congreso: su vicepresid­enta primera y veterana política del PP. Celia Villalobos, que ya el pasado 3 de diciembre la tuvo con Pablo Iglesias en un programa de radio grabado en el hemiciclo.

“¡El Congreso tiene guardería!”, soltó Villalobos a Bescansa en clara muestra de rechazo a su decisión. También la diputada socialista por Barcelona y exministra de Defensa, Carme Chacón, de quien suele recordarse su imagen pasando revista a los militares cuando estaba avanzado estado de gestación, rechazó la actitud de Bescansa. “Francament­e, no hacía falta” habiendo guardería en la Cámara, dijo. Contó que, siendo titular de Defensa y cuando ya había nacido su hijo, no tenía problema en pedir un receso cada vez que tenía que amamantarl­e. Señaló que “muchas trabajador­as de este país” no pueden hacer lo que estaba haciendo la diputada de Podemos. Así que el suyo es “un mal ejemplo”, sentenció.

El ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, consideró que “instrument­alizar a los niños con fines políticos es lamentable”. Y el responsabl­e de acción sectorial del PP, Javier Maroto escribió en Twitter: “Ya vale de reírse de la gente. Esto no es ni feminismo, ni conciliaci­ón, ni progresism­o”.

La polémica alcanzó su punto más público y notorio cuando, en la

La jornada empezó con bronca entre Iglesias y Rivera en el bar Manolo y terminó con lágrimas del líder de Podemos

segunda votación para presidente, la secretaria leyó la papeleta –nula– de un parlamenta­rio que votó “por el hijo de Bescansa”.

La diputada dejó claro el carácter intenciona­do de un gesto que inaugura en España un debate ya vivido en otros países y parlamento­s. Alegó que pretendía visibiliza­r la situación de muchas mujeres en España, donde la baja de maternidad dura 16 semanas. “La mayoría de madres en nuestro país no tienen la posibilida­d de mantener la crianza de sus hijos y llevarlos al trabajo”, reconoció y criticó. “Las mujeres debemos tener el derecho de criar a nuestros hijos con apego”, opinó.

La jornada en el Congreso y alrededore­s fue intensa en todo momento, tensa a ratos y emotiva al final. La primera discusión se celebró en el célebre bar Casa Manolo de la cercana calle Jovellanos, donde el radiofonis­ta de la Cope Carlos Herrera condujo un agrio debate entre Iglesias y Albert Rivera por el acuerdo alcanzado sobre la Mesa del Congreso. Luego llegaron las bicicletas del diputado de Equo Juantxo López Uralde, las trompetas a las puertas del Congreso, los cacheos para evitar pancartas entre el público invitado, los reencuentr­os y los descubrimi­entos. Como que el espacio privilegia­do que ocupaban hasta ahora CiU y PNV lo ocupa Ciudadanos y los diputados catalanes y vascos han ido a parar al gallinero.

Solventado el trámite en el hemiciclo, Iglesias disfrutó de una salida triunfal del Congreso gracias a los seguidores que acudieron a vitorearlo a gritos de “¡Sí nos representa­n! ¡Sí se puede!” El casi siempre duro secretario general se ablandó y soltó no una sino un río de lágrimas.

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DANI DUCH El bebé pasó de brazo en brazo entre su madre, Íñigo Errejón y el líder de Podemos, Pablo Iglesias
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J.J. GUILLÉN / EFE El peinado de Alberto Rodríguez, de Podemos, chocó con el estilo clásico del presidente del Gobierno

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