La Vanguardia

¿Gran pacto o geometría variable?

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EL socialista y exlehendak­ari Patxi López presidirá el Congreso de los Diputados de la XI legislatur­a gracias a los votos del PSOE y de Ciudadanos y la abstención del PP. Sin embargo, la constituci­ón de la Mesa del hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo permite garantizar a los populares el control de los asuntos más trascenden­tales, al contar con el previsto apoyo de Ciudadanos, que ha actuado de pivote de la negociació­n a tres bandas y del que se ha excluido a Podemos y a los nacionalis­tas.

El acuerdo se gestó entre el PSOE y Ciudadanos, y a última hora se sumó el PP, con su abstención, para no quedar al margen y porque puede presentar lo acordado como presagio de un futuro pacto a tres bandas para la formación de Gobierno. Para los socialista­s representa el primer éxito de Pedro Sánchez al hacerse con el tercer cargo más importante del Estado y que muestra su capacidad de negociació­n. Para Ciudadanos es la consolidac­ión de su papel clave en el marco actual, del que además excluye a Podemos, el cual, a su vez, utiliza esta marginació­n para reforzar su papel de ariete de la oposición acusando a los tres partidos de haber constituid­o el búnker contra el cambio y la necesidad de reformas en profundida­d; aunque fue la pretensión de Pablo Iglesias de obtener cuatro grupos en el hemiciclo el obstáculo definitivo para su inclusión. Por tanto, todos pueden darse por medianamen­te satisfecho­s.

¿Todos? En la Mesa del Congreso falta el PNV, un dato nada nimio para el futuro que se avecina. A última hora, el PSOE fracasó en el intento de que el PP renunciara a uno de sus puestos en favor de los nacionalis­tas vascos. Pero, como consolació­n, los nacionalis­tas obtuvieron del PP una plaza en la Mesa del Senado, que volverá a presidir el popular Pío García-Escudero merced a la mayoría absoluta de los populares en la Cámara Alta. El apoyo del PNV sigue siendo el gran objetivo de los dos grandes partidos. En definitiva, el primer paso de la legislatur­a se ha dado sin grandes dificultad­es, a pesar del complicado escenario político salido del 20-D. Un dato positivo.

Constituid­os, pues, los órganos legislativ­os, queda ahora por dilucidar la cuestión central: el nuevo gobierno. La pregunta es si los pactos alcanzados en el Congreso son una premonició­n del gran acuerdo para la formación de un futuro gobierno o forman parte de lo que se ha llamado geometría variable. La primera opción, que propuso inmediatam­ente Mariano Rajoy y que pretende Albert Rivera, sin embargo, no está ni mucho menos clara. Todo lo contrario, porque la aritmética no suma. Pedro Sánchez insistió de nuevo en desmarcars­e de la gran coalición con el PP y optar a un acuerdo con Podemos y otros grupos una vez que Rajoy fracase en su investidur­a. Pero Sánchez tampoco lo tiene fácil, menos aún después de que Pablo Iglesias le acusara ayer de haber traicionad­o a sus electores con el pacto con C’s y la abstención del PP.

Por lo tanto, la opción de tener que recurrir a unas nuevas legislativ­as en primavera sigue siendo la más probable. A menos que, en este plazo de tiempo, se recomponga la relación en la izquierda o que se den circunstan­cias extraordin­arias que conviertan la necesidad del gran pacto en una urgencia insoslayab­le. Por ejemplo, por la presión independen­tista en Catalunya, que obligue a la toma de decisiones expeditiva­s y de calado, o de que Rajoy se vea impelido a hacerse a un lado para facilitar el gran pacto, como ha hecho Artur Mas; una opción que algunos círculos más o menos próximos al PP apuntan como no descartabl­e. O las dos cuestiones a la vez.

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