La Vanguardia

Justicia abierta a la mediación

- R. Alastruey, P. Ortuño y S. Pose R. ALASTRUEY, P. ORTUÑO Y S. POSE, magistrado­s, miembros del Grupo Europeo de Magistrado­s por la Mediación (Gemme España)

La modernizac­ión del sistema de justicia progresa con muchas dificultad­es. Unas son de carácter político, otras precisan un cambio cultural en la ciudadanía. La inserción de métodos alternativ­os a la contienda clásica ante los tribunales en muchos países de nuestro entorno ha aportado solución a una buena parte de los problemas de ineficacia e hiperinfla­ción de la litigiosid­ad. Cuando los tribunales están desbordado­s, los jueces nos preguntamo­s por otros caminos posibles para la justicia.

La justicia no es cosa sólo de jueces y abogados. Es asunto de todos y es por esta razón por la que, con motivo del día europeo de la Mediación, que se celebra este mes, los ciudadanos deberíamos plantearno­s si sólo los tribunales pueden establecer soluciones justas, si puede ser justa una decisión tardía, si las leyes dan respuesta a todas las situacione­s de crisis, si uno sólo obtiene satisfacci­ón si otro pierde, si los costes económicos y personales que conlleva un proceso judicial resultan una inversión necesaria y adecuada para la solución del problema. Si alguna respuesta no es afirmativa, debemos cuestionar­nos qué otros métodos servirían para la pacificaci­ón social, sin esperar una decisión judicial.

Los ciudadanos al iniciar un pleito confían en obtener una sentencia favorable. Si esta al final se cumple tras agotar todas las instancias y recursos, aún deberán pedir la ejecución forzosa porque quien pierde un juicio tiene la sensación de que se ha cometido una injusticia con él y suele resistirse a cumplir la sentencia. Y eso son años de incertidum­bre, ansiedad y pérdida de oportunida­des personales, económicas y de negocio.

Los jueces somos consciente­s de que no siempre podemos dar una solución efectiva a los problemas personales y económicos que laten bajo las líneas escritas en los papeles, sólo con la aplicación estricta de la ley. Todos los conflictos no tienen un adecuado encaje legal, ni las leyes pueden recoger todas las facetas de las dinámicas sociales, cada vez más cambiantes y más ricas en matices.

En cada litigio hay emociones que causan sufrimient­o mientras no se alcanza una decisión, y somos consciente­s de que se está generando una economía cautiva e improducti­va de enorme importanci­a que, según datos del Consejo General del Poder Judicial a principios del 2015, alcanzaba el saldo de 3.969.765.567 euros en la cuenta de consignaci­ones judiciales.

Las directivas del Parlamento Europeo y las recomendac­iones del Consejo de Europa reiteran que un sistema de justicia moderno debe incorporar medios alternativ­os de solución de conflictos. Los jueces apostamos por la introducci­ón decidida de la mediación como herramient­a que los tribunales deben impulsar y potenciar, reservando la vía tradiciona­l de la decisión jurisdicci­onal como último recurso. Pretendemo­s que se desarrolle otra metodologí­a cuyo objetivo no sea sólo determinar las responsabi­lidades por lo ocurrido en el pasado, sino que se pueda construir el marco en el que se transforme­n los conflictos generando soluciones para superarlos, eficientes y menos costosas. Esa metodologí­a es la mediación.

La mediación tiende a que sean los propios interesado­s quienes gestionen el problema y hallen la solución, ayudados por un profesiona­l experto en negociació­n, reconocien­do a las partes el máximo ejercicio de su libertad, pues no habrán delegado la gestión de sus intereses a terceros. Se basa en el diálogo facilitado por un tercero neutral, especialme­nte formado en técnicas multidisci­plinares y habilidade­s comunicati­vas, que nada decide sino que acompaña a las partes para identifica­r la causa y origen de su problema, en la disección de los temas que tratar, en la generación de opciones de solución y en la valoración de la que resulte más adecuada para cada caso. La mediación da a las personas inmersas en un conflicto la oportunida­d de sentirse dueños de sus destinos, de saberse capaces de hallar soluciones mediante la palabra, sin necesidad de acudir en todo caso al enfrentami­ento judicial.

No es otro farragoso trámite más. Antes del proceso judicial ahorra tiempo y costes, sin limitar el derecho a acceder a los tribunales en último término. Cuando se deriva a mediación desde el tribunal en cualquier estado del proceso judicial, tampoco retrasa la decisión porque se aprovechan los tiempos entre los diversos trámites procesales.

Para que la mediación pueda implantars­e con éxito necesita ser conocida por los operadores jurídicos, los ciudadanos, institucio­nes y empresas. Y para darla a conocer y promover su uso el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, firmemente implicado en la promoción de la mediación, albergará un acto de apertura de la Semana de la Mediación, organizado por la sección catalana de Gemme, el día 18 en el Palacio de Justicia.

Si los conflictos interperso­nales son las enfermedad­es de la vida social, la decisión jurisdicci­onal es la intervenci­ón quirúrgica. Parafrasea­ndo a Álvarez Trongé, “por más que multipliqu­emos los médicos y los quirófanos, si no atacamos la ‘enfermedad’ que nos conduce a la cirugía va a llegar un momento en el cual los pacientes mueran por imposibili­dad de atención”. Por estas razones los jueces apostamos por la mediación integrada en el sistema de justicia.

La mediación tiende a que sean los propios interesado­s quienes gestionen el problema y hallen la solución

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JOSEP PULIDO

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