Humoristas vivos y muertos
Los dos primeros fascículos de Late Motiv (Canal +) son coherentes con el trabajo anterior de Andreu Buenafuente pero con un reparto diferente de sus ingredientes. El nuevo metraje –una hora– propicia una fragmentación algo más rígida del tiempo y reduce las posibilidades de explotar el factor imprevisible. La entrevista mantiene su importancia estructural y es donde Buenafuente sigue depurando un sentido del espectáculo cada vez más intransigente con el mal rollo o con el humor que él mismo define como de los “que no quieren gustar”. Aún es pronto para certificarlo, pero parece que ha crecido la distancia entre la predisposición creativa que el programa despliega en las entrevistas y el monólogo inicial (intervenido por el personaje de Puigdemuá, regalo inesperado de la actualidad catalana) y el recelo preventivo ante según qué tipos de colaboradores. La adaptación de las incorporaciones forma parte del espectáculo y contiene elementos de intriga al invertir el protocolo de la entrevista. A los invitados, Buenafuente intenta seducirlos. Los colaboradores, en cambio, tienen que seducirle a él. Es un combate sintomático entre la voluntad de Buenafuente de seguir experimentando con un humor creativo, crítico y muy ligado al show y la sumisión a un tipo de franquicia que ahora relacionamos con El show de Jimmy Fallon pero que tiene una larga tradición de precedentes e imitaciones. La factura es óptima y responde a un perfeccionismo que madura con cada nueva versión del programa y que, ya puestos a reclamar en plan usuario entusiasta, ojalá no afecte a la capacidad de Buenafuente de dejarse sorprender. Sería una lástima que el esfuerzo de pulcritud y la atención a los acabados encorsetara grandes momentos de improvisación controlada (como el Nadie sabe nada con Berto Romero o la sección de Javier Coronas En el aire) y limitara las prestaciones de un showman de primer nivel. Por ahora, los elementos que más llaman la atención no son la calculada impertinencia de David Suárez o la facilidad por el absurdo celtibérico de David Broncano, sino la dosificación de Berto Romero o la explotación de la figura de Sílvia Abril. Aunque ya había colaborado como actriz polivalente e incendiaria, aquí Abril también explota su papel de esposa y juega con las fronteras entre la vida privada y la vida profesional. Es un recurso arriesgado pero que, hace unas semanas, ya probaron en Tu cara me suena (Antena 3), cuando interpretaron al dúo entre Lady Gaga y Tony Bennett. Para la parrilla de programas de pago, la llegada de Late Motiv es un precedente esperanzador para una industria que necesita diversificar sus contenidos y apostar por el talento.
MEMORIA DE SALAS. “Desde hace años estamos en un sector que tiene un brillante futuro y un pésimo presente”, decía Ignacio Salas. Fue presentador en una época inquieta y brillante de TVE y participó en programas innovadores, casi pioneros, que practicaban un humor progre muy estimulante en la época. Con Guillermo Summers y Pastora Vega, parieron el Y sin embargo te quiero, que se puede recuperar en la web de TVE y que es una exhibición de endogamia inteligente y arrevistada, nada cutre y con recursos que hoy todavía funcionan.
A los invitados, Buenafuente intenta seducirlos; los colaboradores, en cambio, tienen que seducirle a él