La Vanguardia

Ha vuelto Guifré el Pilós

- Julià Guillamon

Tengo un amigo novelista que descubrió en una película americana de mucho éxito el argumento –exacto– de un libro que había publicado años atrás. Mi amigo me invitó a fijarme en los créditos de las grandes produccion­es de Hollywood. “Mira los apellidos y verás cuánta gente puede leer catalán”. Volví a pensar en ello mientras veía el ataque al planeta Jakku del inicio del episodio VII de La guerra de las galaxias. El soldado FN2187 entra en acción. A otro soldado le pegan un tiro, se toca la herida y le deja en el casco la marca de los dedos ensangrent­ados. “¡Ostras! ¡Si es Guifré el Pilós!”. Al guionista le interesa que en plena confusión puedas reconocer a FN-2187 y sería imposible si llevara el mismo traje blanco de todos los demás. Por eso lo mancha de sangre. Es exactament­e lo que pasa con la heráldica: para diferencia­rse en el campo de batalla, los señores y sus huestes incorporar­on señales heráldicos, visibles a distancia. Ustedes me dirán que el soldado mancha el casco con sólo tres dedos. ¡Pues claro! Tomen un casco de moto y prueben de pasar tres dedos por el frontal. Es más natural utilizar cuatro y si en la película pasan tres, con un gesto un poco raro, es porque hay mucha gente en la galaxia que puede reconocer el símbolo de las cuatro barras.

Este FN-2187 es un gordito. Y esto también es novedad porque en la trilogía original todos los soldados eran exactament­e iguales y no había uniformes XXL. Deben considerar que hay muchos chiquillos sobrealime­ntados que también querrían ir vestidos de soldados de asalto y por eso han incorporad­o al guión el soldado fondón. Con un desprecio evidente de la lógica narrativa. Porque si las tropas de asalto de la Primera Orden son un ejército fascista, no tiene sentido que vengan con estos remilgos. Es como si en una película de nazis, para no herir a ningún espectador, las SS reclutaran judíos y gitanos. Hace unos años rediseñaro­n el símbolo de los neumáticos Michelin, el famoso Bibendum, pensaron que estaba gordo y lo adelgazaro­n. Ahora los guionistas de El despertar de la fuerza han aumentado la talla del vestido de las tropas de asalto, que se parece un poco a Bibendum, en nombre de la corrección política.

Pero lo más fuerte es lo que ha pasado con la espada láser. Tanto teatro con la preparació­n de Luke Skywalker, tanto poner morritos y ladear la cabeza Yoda, diciendo que no se quería ocupar del chico, que no ponía atención y que no llegaría a nada, tantas horas de entrenarse con robots, levantar piedras, intentar sacar de la charca el caza estelar a base de concentrac­ión y control mental, y ahora el primero que pasa (incluso FN-2187) puede agarrar la espada láser, activarla –fissss– y plantar cara a Kylo Ren, el malo de la película. Que si bien dejó colgados los estudios de jedi, que empezó junto a su tío Luke Skywalker, algo estudió. ¡Toma crisis de las humanidade­s! Con ser buena persona y llevar la fuerza en tu interior basta. Más tarde, si piensas dedicarte al tema, ya estudiarás. Qué futuro nos espera.

FN-2187 es un gordito; en la trilogía original todos los soldados eran exactament­e iguales y no había uniformes XXL

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