Eugenio Scalfari
‘La Repubblica’ cumple 40 años y vuelve a publicar su primer ejemplar, que muestra sorprendentes paralelismos históricos
FUNDADOR DE ‘LA REPUBBLICA’
Eugenio Scalfari es el fundador y primer director de La Repubblica, diario romano que ayer cumplió 40 años con brillantez. Scalfari, de 91 años, sigue escribiendo un largo artículo cada domingo. La Repubblica, “algo más que un diario”.
Cuarenta años son una eternidad en la historia contemporánea, pero los paralelismos entre las situaciones y las similitudes de los problemas, pueden resultar sorprendentes. Esa es la impresión al leer el primer ejemplar del diario La Repubblica publicado el 14 de enero de 1976. El rotativo romano, en un cumpleaños tan redondo, decidió entregar ayer a sus lectores, gratuitamente, una copia completa del primer número (24 páginas). Entonces costaba 150 liras (7 céntimos del euro al cambio actual).
La segunda noticia más destacada en portada en aquel invierno de 1976 llevaba este titular: “La nueva España sale a la calle contra el régimen”. El corresponsal en Madrid daba cuenta de unas agitaciones y huelgas que se extendían “como una mancha de aceite”. “En Madrid han aparecido carteles contra Juan Carlos”, escribió Edgardo Bartoli. “Alguna cosa tendrá que ocurrir en España, dicen los hombres de la oposición –afirmaba el artículo–. Algo ha ocurrido ya en España, dicen los hombres nuevos del régimen, los portaestandartes del cambio en la continuidad y de la democracia orgánica: casi absoluta libertad de prensa, reanudación del debate político a todo volumen, reuniones manifestaciones y pseudocongresos”. Para el periodista italiano, la España inmediatamente posterior a la muerte de Franco estaba “suspendida en un presente abstracto, incierto, aproximativo respecto a las grandes expectativas y a los miedos que vuelven a emerger después de 36 años de gélidas certezas en la inmutabilidad del destino nacional”.
Hace cuatro decenios, La Repubblica destacaba en su primera página que “no sólo en las calles de Gernika reaparecen banderas vascas de las cuales, hasta ayer, estaba prohibida incluso su posesión, sino que los autonomistas catalanes se reunen en Madrid para discutir sobre la creación de la futura República Confederal Española”.
La noticia principal del diario italiano, junto a la crónica desde España, era el encargo de formar gobierno que había recibido el democristiano Aldo Moro. Su quinto gabinete duraría 78 días. Dos años después moriría asesinado por las Brigadas Rojas. Italia funcionaba, pese la endémica inestabilidad política, las continuas crisis de gobierno y las tensiones de la guerra fría. Compartía esa primera página una bomba en Belfast que había matado a cinco personas. El terrorismo irlandés y vasco era entonces una dramática rutina, como ahora amenazan con convertirse los atentados yihadistas.
Los paralelismos entre 1976 y el 2016, tal como aparecen en La Repubblica, tienen otros ejes, por ejemplo los de la corrupción y la mafia. Un comentarista escribía de “la Italia de los escándalos”. Lamentaba que, pese al castigo de los electores, los políticos ignorasen las señales. “La cuestión moral se cerrará cuando se abran para algunos las puertas de los tribunales”, concluía el autor. En otra página se informaba de las adjudicaciones fraudulentas de obras públicas, por parte de políticos democristianos, a beneficio de las mafias. Este problema sigue tan vivo como hace 40 años, aunque ha cambiado el color político de los administradores. La Repubblica disputa al Corriere della Sera el liderazgo de la prensa italiana. Su fundador y primer director, Eugenio Scalfari, de 91 años, sigue escribiendo un largo artículo cada domingo. El segundo director, Ezio Mauro, que empezó en 1996, cedió ayer el testigo al tercero, Mario Calabresi. Según Mauro, la batalla más dura librada durante su mandato fue contra Silvio Berlusconi, “por la desproporción absoluta de fuerzas”. Para el director saliente, La Repubblica “es menos que un partido, porque no puede cambiar las leyes, pero es algo más que un diario”.
En 1976, el nuevo diario llevó a portada la agitada transición española y las ansias de catalanes y vascos