La Vanguardia

Quentin Tarantino

- GABRIEL LERMAN Quentin Tarantino, Los Ángeles. Servicio especial director de ‘Los odiosos ocho’ LEA LA ENTREVISTA COMPLETA AL DIRECTOR EN

DIRECTOR DE CINE

Llega a la cartelera Los odiosos ocho, la esperada película del cineasta Quentin Tarantino, que recrea el encuentro de ocho peligrosos personajes condenados a convivir durante un día en un ambiente claustrofó­bico.

De la misma manera en que la audiencia espera cada película suya con la ansiedad que genera saber que llega cada tres o cuatro años, hablar con Quentin Tarantino es una experienci­a memorable. No sólo por sus conocimien­tos enciclopéd­icos sobre cine y televisión, o el entusiasmo con el que describe lo que le ha llevado a filmar cada escena, sino porque nunca tiene problemas en decir lo que piensa, lo que le ha metido en más de una polémica. A los 52 años, quien ya se ha ganado dos estatuilla­s al mejor guion se ha acercado más que nunca a una experienci­a puramente teatral, ya que como admite Los odiosos

ocho también hubiese funcionado sobre un escenario.

En Los odiosos

ocho, todos los personajes son arquetipos: el negro, el mexicano, el sureño... Es una muy buena descripció­n de lo que intenté hacer en la película. Pero ciertament­e mi intención fue contar una historia en la que todos los personajes fueran canallas. Ninguno es buena persona. Cada uno podría ser un villano, o al menos el antihéroe de cualquier otro western. Me interesaba que ninguno tuviera un fundamento moral para sus acciones. A mí me influyeron mucho las series de vaqueros de los sesenta. El virginiano, Bonanza o La ley del revólver, muy rara vez giraban en torno al protagonis­ta, sino que el personaje más atractivo siempre era el actor invitado, y muchas veces participab­an en esos papeles figuras como Charles Bronson, Robert Culp, James Coburn o Vic Morrow. Siempre hacían de personajes con pasado oscuro, y nunca quedaba claro si lo que decían era verdad, si eran o no villanos. Otras veces ayudaban al personaje de Doug McClure o al de James Arness, o a Little Joe. Pero Little Joe era el centro moral. Pensé que podía ser muy interesant­e tener a todos esos personajes, contratar a grandes actores para interpreta­rles y reunirles a todos en un cuarto sin que hubiera uno que tuviera el centro moral. Todos serían arquetipos: el afroameric­ano, el sureño, el mexicano, y así surgió el argumento para la película. ¿Por qué decidió rodarla en 70 milímetros? Cuando rodaba Reservoir dogs por 1,5 millones de dólares, pensaba que si hubiera podido habría comenzado mi carrera con otra película. Con un estudio hubiese podido filmar Reservoir dogs con 10 millones de dólares con actores más famosos. Y sin embargo, mirando ahora atrás, me doy cuenta que no hubiese sido la forma de hacerla. Tenía al grupo perfecto de actores y el presupuest­o era apropiado. Ahora, 21 o 22 años después, estoy en la situación que imaginaba entonces pero puedo hacerlo todo más grande. Estaba muy confiado en la calidad del material, y estaba seguro

RODAR EN ANCHO DOBLE

de que si no lo filmaba podía hacer una puesta en escena en una pequeña sala de 99 espectador­es o en el Mark Taper Forum de Los Ángeles. Si lo filmaba, en 16 milímetros iba a quedar bien. Pero una vez decidí hacer la película, me pareció buena idea aprovechar todo lo que el cine puede ofrecer, y decidí rodarla en 70 milímetros. Si hubiera hecho una obra de teatro habría tenido que encontrar una forma de crear la tormenta sobre el escenario, pero en el cine me di el gusto de mostrarla con toda su espectacul­aridad. Me interesaba que fuera una gran experienci­a visual. La gente piensa que 70 milímetros es un formato que sólo sirve para mostrar paisajes, como el Sáhara. En eso no concuerdo, porque en el caso de la diligencia, sirvió para maximizar la claustrofo­bia dentro de la posada de Minnie Haberdashe­ry. Curiosamen­te, el formato ha servido para crear una película mucho más íntima que si la hubiese filmado con el ancho de pantalla regular.

Uno de los temas con los que juega su película es la verdad.

Es cierto. Quería jugar con la idea de que en el mundo de hoy nadie puede sobrevivir sin que lo descubran si se dedica a mentir, porque tus huellas digitales están por todas partes. Y si te descubren, te ponen en una lista o en otra, y ya no te puedes esconder. Pero en el siglo XIX, cuando la gente aparecía y decía quien era y a qué se dedicaba, uno tenía que creerles, porque no había manera de verificarl­o. Por eso me gustó la idea de un grupo de personajes atrapados en una situación en la que nadie puede creer completame­nte a los demás cuando dicen quiénes son y a qué se dedican. Tampoco la audiencia. ¿Es Chris Mannix el nuevo sheriff de Red Rock o no? ¿El mayor Warren realmente le hizo lo que asegura haberle hecho al hijo del general Smithers? Es el espectador el que tiene que tomar decisiones, responder a esas preguntas y, dependiend­o de las respuestas, tendrá una mirada ligerament­e diferente de la película que alguien que las responde de una manera distinta.

LOS ANTIHÉROES “Me influyeron mucho las series de vaqueros de los sesenta, ‘El virginiano’, ‘Bonanza’” “Los 70 milímetros han creado un filme mucho más íntimo que con el ancho regular”

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MARIO ANZUONI / REUTERS Quentin Tarantino a su llegada a la reciente ceremonia de los Globos de Oro

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