Pulso al radicalismo
El EI quiere establecerse en el Sudeste Asiático e Indonesia podría ser el país elegido
Indonesia vivió ayer el peor atentado terrorista de los últimos seis años. Un ataque que ha devuelto al primer plano de la actualidad el pulso que mantienen las autoridades de este país contra el radicalismo islámico. Esa lucha se ha recrudecido en los últimos tiempos debido al interés del Estado Islámico por ampliar su influencia en este país del sudeste asiático.
Indonesia, el país que cuenta con la mayor población musulmana del mundo –el 88% de sus de 250 millones de habitantes, la mayoría de las cuales practican una forma moderada del islam–, revivió ayer su particular guerra contra el terrorismo de la pasada década. Y es que entre los años 2000 y 2009 sufrió los embates del terrorismo islamista del grupo local Yamaa Islamiya. Ataques cuyo exponente más sangriento y mortífero fue el atentado con bombas contra varios clubs nocturnos en Bali en octubre del 2002, donde murieron 202 personas, la mayoría turistas extranjeros.
El ataque extremista volvió a revivir tres años después, cuando tres suicidas detonaron los explosivos que llevaban adheridos a sus cuerpos y causaron la muerte a 20 personas. La capital, Yakarta, también sufrió los azotes del terrorismo radical la pasada década. En septiembre del 2004, un coche bomba explotó frente a la embajada de Australia y provocó la muerte de diez personas.
Y cinco años después, en julio del 2009, siete personas murieron y más de 40 resultaron heridas en un ataque perpetrado por terroristas suicidas, que hicieron detonar sus explosivos en las recepciones de los hoteles RitzCarlton y JW Marriott.
Desde entonces, este archipiélago de más de 17.000 islas apenas ha conocido ataques terroristas importantes. Tras años de lucha, las fuerzas del orden lograron desmantelar numerosas células extremistas. Desde entonces, los actos de violencia se concentraban en acciones contra objetivos policiales o las minorías religiosas.
Sin embargo, esta amenaza parece haber regresado. Las autoridades locales están cada vez más preocupadas ante el renacimiento del islamismo más conservador en el país. Una corriente que tiene su máximo exponente en la provincia de Aceh, donde se aplica la charia o ley islámica en una versión muy conservadora.
No es esta la única preocupación de los dirigentes indonesios. También les inquieta el hecho de que se calcula que entre 500 y 700 indonesios están en Oriente Medio luchando en las filas del EI. Al Gobierno que preside Joko Widodo le preocupa que regresen con el objetivo de impulsar nuevos grupos afines a esta organización terrorista.
Su inquietud se vio confirmada ayer al advertir que el probable cerebro de los atentados de ayer es un indonesio llamado Bahrun Naim que se enroló en el EI. Para el experto Haits Abu Ulya, la posibilidad de que este militante radical esté detrás de los ataques de ayer “es una indicación de que ha estado aprendiendo de los ataques de París y ha estudiado la estrategia”, lo que le llevó a especular con la posibilidad de nuevos asaltos, según indicó a Reuters.
El objetivo de esta estrategia no sería otro que el de consolidar la influencia del EI en el sudeste asiático, en cuyo caso Indonesia sería el país elegido, al ser el de mayor población musulmana. “Sabemos que el Estado Islámico desea proclamar una provincia en la región”, dijo ayer Kumar Ramakrishan, analista de la Escuela S. Rajaratnam de Estudios Internacionales de Singapur a France Press. Afirmación que sugiere que Indonesia puede convertirse en blanco de los asaltos del islamismo más radical.
El Gobierno de Yakarta había logrado acabar con la oleada terrorista sufrida entre el 2000 y el 2009