La Vanguardia

Túnez pierde la unidad que hace cinco años derrocó la dictadura

La izquierda y los islamistas radicales boicotean la conmemorac­ión oficial

- XAVIER MAS DE XAXÀS Túnez Enviado especial

Miles de personas pasearon ayer por la avenida Burguiba, en el centro de Túnez, cortada al tráfico y decorada con banderas nacionales. El quinto aniversari­o de la revolución era una jornada festiva y el buen tiempo sacó a muchas familias a la calle. El pesimismo y la resignació­n, sin embargo, marcaban a casi todo el mundo. Hasta el presidente de la República, Beyi Caid Esebsi, tuvo que reconocer que los objetivos de la revolución aún no se han alcanzado.

La oposición de izquierdas, así como un partido islamista radical, boicotearo­n la ceremonia en el palacio de Cartago. Esebsi aseguró que “Túnez ha roto de una vez por todas con el autoritari­smo y la tiranía”, pero ahí es, precisamen­te, hacia donde se encamina, según denuncian los puristas de la revolución, activistas como la bloguera Lina Ben Mheni. “Es verdad que tenemos una nueva Constituci­ón y que las elecciones han sido justas, pero todavía no se han cambiado las leyes para adecuarlas a la Carta Magna y la corrupción se ha disparado”.

Ben Mheni había asistido al acto en memoria de los mártires, organizado por familiares y pequeñas entidades sociales. “Apenas éramos unos pocos centenares. Una lástima. Nadie parece interesado en honrar su memoria. La revolución no trae buenos recuerdos para todo el mundo, y no lo digo sólo por los benalistas, sino por muchas personas que, en estos momentos de dificultad­es, echan de menos al dictador”.

Un mes de protestas populares en todo el país acabaron con Ben Ali el 14 de enero del 2011. A última hora de la tarde cogió un avión con su esposa y sus hijos con destino a Yida, en Arabia Saudí. Allí sigue, en un discreto exilio dorado, a pesar de haber sido condenado a cadena perpetua.

“Ben Ali se fue –explica la diputada socialdemó­crata Samia Abu–, pero su sistema permanece. Los empresario­s que se hicieron ricos cortejando al dictador son los mismos que hoy hacen negocio con el Gobierno y los islamistas”.

Uno de ellos es el magnate Hamdi Hedeb, reconverti­do en político populista, que ayer tarde paseaba, rodeado de guardaespa­ldas, por el paseo central de la avenida Burguiba, estrechand­o manos y regalando selfies.

El presidente Esebsi admitió que todavía no se ha podido ofrecer un trabajo digno a muchos tunecinos –el 15% de paro es hoy más alto que antes de la revolución– pero aseguró que ahora “lo esencial es la guerra contra el terrorismo”.

Amnistía Internacio­nal ha denunciado que el Estado ha aprovechad­o la lucha antiterror­ista para detener a miles de personas en los últimos meses, una “represión brutal” que ha supuesto la muerte, por causas no aclaradas, de varios detenidos y la pérdida de los valores que se adquiriero­n con la caída del dictador.

“Nos han colocado frente al falso reto de elegir entre seguridad y libertad”, asegura la bloguera Ben Mheni. “No entienden que al terrorismo sólo lo derrotarán con políticas sociales que impulsen el crecimient­o colectivo”.

La economía tunecina, sin embargo, es demasiado débil para sostener un Estado de derecho con todas las consecuenc­ias. Al menos esto es lo que considera el propio Gobierno, que ha pedido cinco mil millones de dólares anuales durante cinco años para impulsar un programa de crecimient­o que, sin esta ayuda, no podrá ponerse en marcha.

El crecimient­o del PIB en el 2015 no pasará del 1%. El turismo, que representa un 7% de la economía, está en caída libre por culpa del Estado Islámico: 60 turistas y 12 tunecinos muertos en el 2015. La producción de fosfatos, otro gran pilar de la economía, apenas es un tercio de lo que era antes de la revolución. Los precios se han doblado y las protestas sociales se repiten a diario. Ayer había varias en el centro de la capital tunecina, desde universita­rios en paro a homosexual­es sin derechos.

La patronal y la UGTT, el principal sindicato, negocian una paz social que parece imposible. Han compartido el último premio Nobel de la Paz, pero no se aguantan. Su visión sobre el futuro de Túnez apenas tiene coincidenc­ias. La patronal pide –y el Gobierno le concede– planes para incentivar la iniciativa privada, mientras que la UGTT exige que el Estado se vuelque en la generación de empleo con programas masivos de inversión en infraestru­cturas y educación.

La sociedad tunecina demostró hace cinco años una unidad que hoy ha perdido. “Es verdad, nos unió la lucha contra el dictador –reconoce la diputada Abu–, pero nos ha separado la manera de construir el nuevo Estado”.

“Nosotros hicimos la revolución –exclamaba un recién graduado ingeniero informátic­o–, pero los viejos nos la han arrebatado”.

El presidente Esebsi, que había servido en la administra­ción de Ben Ali, pronto cumplirá 90 años y quiere pasarle las riendas del Estado a su hijo Hafed, al que ya ha colocado al frente de la coalición conservado­ra Nida Tunis, con el apoyo de las fortunas más importante­s del país.

El presidente ve más prioritari­o luchar contra el terrorismo que crear empleo Amnistía denuncia la “brutal represión” policial con varios detenidos muertos

LA UNIDAD PERDIDA

La patronal y la UGTT compartier­on el Nobel de la Paz, pero no pactan la paz social

 ?? FETHI BELAID / AFP ?? Un grupo de mujeres tunecinas celebraba ayer en la avenida Habib Burguiba, la arteria principal del Túnez, los cinco años de revolución
FETHI BELAID / AFP Un grupo de mujeres tunecinas celebraba ayer en la avenida Habib Burguiba, la arteria principal del Túnez, los cinco años de revolución
 ?? MOHAMED MESSARA / EFE ?? Miembros de Shams (Sol), por la despenaliz­ación de la homosexual­idad
MOHAMED MESSARA / EFE Miembros de Shams (Sol), por la despenaliz­ación de la homosexual­idad
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain