La Vanguardia

¿Quién pone Crimea en el mapa?

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Desde que Catalina la Grande se anexionó el Kanato de Crimea en 1783, el mapa de la estratégic­a península del mar Negro ha dado tantas veces la vuelta a sus fronteras como un calcetín. Pero la representa­ción de sus límites políticos (en papel o en internet) nunca ha sido tan polémica como ahora.

La adhesión de Crimea y la ciudad de Sebastopol a Rusia en marzo del 2014, un episodio de la crisis ucraniana considerad­o ilegal por el Gobierno de Kíev, los países occidental­es y la Asamblea de la ONU, ha convertido a Crimea en uno más de los territorio­s del mundo que reclaman dos o más países. Moscú, por su parte, lo considera un “regreso”, y se apoya en que Crimea formaba parte de Rusia hasta 1954, cuando Nikita Jruschov se la “regaló” a Ucrania. Entonces, ambos países formaban parte de la URSS.

Por eso Crimea, la que sale en los mapas, se ha convertido en un dolor de cabeza para institucio­nes, entidades políticas o empresas privadas. Las dos compañías de refrescos gaseosos más conocidas del mundo, Coca-Cola y Pepsi, también se han visto atrapadas en la guerra de los mapas.

El 30 de diciembre Coca-Cola colgó en la red social rusa VKontakte un mensaje de felicitaci­ón de año nuevo con un mapa en el que no estaba Crimea, que indignó a los internauta­s rusos. El 5 de enero la empresa se disculpó con un mapa que incluía Crimea y otros territorio­s también ausentes: Kaliningra­do y las islas Kuriles, parte de las cuales reclama Japón.

Pero esta corrección provocó protestas en el otro lado. Los internauta­s ucranianos lanzaron una campaña de boicot. “Todos los países que forman el principal mercado de Coca-Cola, como la UE y EE.UU., reconocen Crimea como parte de Ucrania e impusieron sanciones a Rusia”, dijo el diputado ucraniano Mustafá Nayem, uno de los organizado­res del Eudomaidan del 2013-14. “Una empresa como Coca-Cola, internacio­nal debería seguir las mismas reglas”.

Será, sin embargo, difícil que los aficionado­s ucranianos a la cola encuentren alternativ­a, pues descubrier­on que la principal rival de Coca-Cola, Pepsi, tenía en su web un mapa en el que Crimea formaba parte de Rusia. La página, ampliament­e redirigida en las redes ucranianas, fue luego retirada.

El Gobierno de Kíev no quiere ni que la historia ni nadie dé por buena la situación actual. El pasado diciembre pidió a sus ciudadanos que informen si detectan mapas “erróneos”.

Entre los casos más llamativos de los últimos dos años destaca el de la FIFA, que en octubre del 2014 tuvo que pedir disculpas después de que los organizado­res del Mundial de Fútbol Rusia 2018 mostraran un mapa con Crimea. En agosto del 2015, Ucrania envió una nota de protesta al Ministerio de Exteriores de Italia porque en el stand de Rusia de la Exposición Universal de Milán se colgó un mapa para ellos equivocado.

El año pasado, la Fiscalía holandesa distribuyó una infografía de Ucrania para explicar sus investigac­iones sobre el avión derribado en Donetsk en julio del 2014, que no incluía ni Crimea ni el sur de la provincia de Odesa. El embajador ucraniano en Holanda se quejó del error, que se prometió corregir.

Los geógrafos de la prestigios­a editorial Oxford Universiy Press también han sufrido de este dolor de cabeza. En octubre recibieron una carta del embajador ucraniano en Londres, advirtiénd­oles de que en un libro de texto aparecía Crimea en el mapa de Rusia. Un caso parecido ocurrió con los libros de texto de Geografía de Kazajistán. Tanto unos como otros prometiero­n revisarlo. Gracias al celo ucraniano, tras los casos de Coca-Cola y Pepsi ha aparecido otro. La embajada en Italia ha pedido a la revista Limes que cambie un mapa de su último número.

Nada hace pensar que, a pesar de su oposición, de las declaracio­nes oficiales y de las sanciones contra Rusia, los países occidental­es convenzan a Moscú para que dé un paso atrás. La guerra de los mapas seguirá.

Coca-Cola irrita a los rusos por un mapa de Rusia sin Crimea... y luego a los ucranianos al añadirla Moscú y Kíev están enzarzados en una guerra cartográfi­ca por la península anexionada

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. Terreno resbaladiz­o. La versión corregida del mapa de Rusia –con Crimea– con que Coca-Cola felicitó el 2016; abajo, el original sin ella
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