La Vanguardia

Shakira no es de todos

- Pilar Rahola

No voy a plantear este artículo como una censura a un club deportivo concreto, porque ni uno solo puede tirar la primera piedra, aunque es cierto que el Espanyol debería empezar a preocupars­e por algunas actitudes recientes. Especialme­nte, la fea, machista, indeseable obsesión con la mujer de Gerard Piqué, la cantante Shakira, culminada en los insultos graves a su condición femenina, largamente proferidos, y en la ignominios­a pancarta del otro día.

“Shakira es de todos”, rezaba un lienzo gigante que no sólo se desplegó sin problemas, sino que no fue motivo de queja ni del árbitro, ni de la directiva perica. Y ahí está la magnitud del escándalo, no en la existencia de seguidores exaltados que llegan a la bajeza de usar el insulto machista como forma de adhesión a su equipo. El problema radica en la impunidad, en el mirar hacia otro lado, en el decir que esto pasa en todos los clubs, pero no impedir que pase en el propio. Es decir, el problema radica en practicar el buenismo paternalis­ta cuando son los de casa los que insultan gravemente a las mujeres. Era aquello histórico de los piratas y los corsarios, según si eran los de fuera o los de casa los que practicaba­n el saqueo.

Respecto a la pancarta contra Shakira, señor Collet, Shakira no es de todos, pero todos somos Shakira

No seré yo quien hable de buenos y malos, porque hay exaltados en todos los barrios, y seguro que los pericos acumulan tantos motivos de queja como los de cualquier otro club. Tampoco negaré la capacidad que tiene nuestro cerebro reptiliano de sobreponer­se a cualquier otro, cuando se trata de un derbi apasionado. Pero con todo lo dicho, basta.

Basta ya, basta de verdad, basta en mayúsculas, basta de esta letra escarlata que debemos soportar las mujeres por la simple condición de ser mujeres, sea en la política, sea en el deporte, sea en cualquier lugar.

Es un machismo soez, tan primitivo como el instinto depredador que lo inspira, y del todo inaceptabl­e en la vida pública de una sociedad. Y es por ese hartazgo por lo que alarma tanto la impunidad con que estos bárbaros pueden propagar sus bajos instintos. Árbitros, directivas, seguidores decentes –la rotunda y absoluta mayoría–, son ustedes los que deben decir basta.

¿Qué sociedad deficitari­a y enferma no se escandaliz­a cuando una mujer es insultada gravemente por el simple hecho de ser mujer?

Estoy convencida de que el presidente del Espanyol es un señor. Pero aquí no ha estado a la altura, como tampoco lo ha estado el árbitro del partido. La indiferenc­ia ante el mal no es una opción, sino su más estrecho colaborado­r.

Y respecto a las mujeres, que llevamos tantos siglos sufriendo la dialéctica machista, es una maldad añadida. Collet, haga algo con la sucia obsesión perica con Shakira, porque al final quien queda indecente no es una mujer señalada, sino el bárbaro que la insulta por serlo. Es decir, es una pancarta con efecto bumerán.

Shakira, señor Collet, no es de todos, pero todos somos Shakira.

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