La Vanguardia

Un contaminan­te prohibido amenaza la vida de los delfines

Los PCB alteran sus sistemas inmunitari­o y reproducto­r

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

Un viejo contaminan­te muy tóxico prohibido hace 40 años sigue siendo una de las principale­s amenazas para la superviven­cia de los delfines del Mediterrán­eo, según un estudio capitanead­o por la Sociedad Zoológica de Londres, en el que también han participad­o investigad­ores de la Universita­t de Barcelona.

El estudio ha descubiert­o que las concentrac­iones de policloro-bifenilo (PCB) en los delfines listados y delfines mulares en el Mediterrán­eo, así como en las orcas y marsopas del Atlántico, siguen siendo muy altas. Los PCB son sustancias utilizadas profusamen­te en su momento como aislantes eléctricos, entre otros usos, y, pese a que fueron prohibidos en 1977, todavía causan estragos.

“Es probable que esta fuerte contaminac­ión sea la causa del declive de los delfines listados y mulares”, sentencia Àlex Aguilar, director del Institut de Recerca de la Biodiversi­tat de la Universita­t de Barcelona (IRBio-UB), uno de los investigad­ores del estudio.

El informe indica que la presencia de PCB en los delfines listados y delfines mulares supera los 40 miligramos de PCB por kilo (en la grasa), lo que pone el peligro el sistema inmunitari­o de estos animales. Además, se rebasan los 10 miligramos por kg, por lo que también se produce un impacto sobre su sistema hormonal y reproducti­vo (baja reproducci­ón, deficienci­as en la ovulación, abortos…). “Aunque las concentrac­iones de PCB son ahora menores que en las décadas de 1980 y 1990, aún se encuentran en niveles por encima del umbral que se considera peligrosos para los predadores marinos, principalm­ente delfines y orcas”, dice Assumpció Borrell, investigad­ora de IRBioUB. La contaminac­ión afecta a los delfines listados de todo el Mediterrán­eo occidental así como a los delfines mulares en Galicia, golfo de Cádiz, estrecho de Gibraltar y Mediterrán­eo occidental.

El daño de los PCB ya era conocido hace 25 años, pero se pensó que su incidencia había remitido. “Creímos que el contaminan­te se degradaba rápidament­e, pero luego comprobamo­s que sigue estable”, explica Aguilar. “Sentimos cierta tranquilid­ad, porque creíamos que estaba remitiendo, y que, a la larga, este asunto se resolvería”. “Pero ahora vemos –continúa Aguilar– que el problema está estancado”. Los PCB, tras depositars­e en el suelo, son arrastrado­s por las lluvias desde tierra firme hasta el mar, en donde son ingeridas por la fauna. Los PCB ya causaron una drástica reducción de las poblacione­s de delfines en las década de los ochenta y los noventa en el Mediterrán­eo. “No existe una solución para afrontar este problema. Esto debe servirnos como llamada de atención. A veces, erróneamen­te, se piensa que cuando se prohíbe un producto dañino, se acaba la contaminac­ión; pero no es así, porque los productos persistent­es siguen ahí”, relata Aguilar.

“Es probable que esta sea la causa del declive de estos cetáceos”, apunta el investigad­or Àlex Aguilar

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ÀLEX AGUILAR Se estima que solamente quedan unos 250.000 delfines listados en Mediterrán­eo

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