Un contaminante prohibido amenaza la vida de los delfines
Los PCB alteran sus sistemas inmunitario y reproductor
Un viejo contaminante muy tóxico prohibido hace 40 años sigue siendo una de las principales amenazas para la supervivencia de los delfines del Mediterráneo, según un estudio capitaneado por la Sociedad Zoológica de Londres, en el que también han participado investigadores de la Universitat de Barcelona.
El estudio ha descubierto que las concentraciones de policloro-bifenilo (PCB) en los delfines listados y delfines mulares en el Mediterráneo, así como en las orcas y marsopas del Atlántico, siguen siendo muy altas. Los PCB son sustancias utilizadas profusamente en su momento como aislantes eléctricos, entre otros usos, y, pese a que fueron prohibidos en 1977, todavía causan estragos.
“Es probable que esta fuerte contaminación sea la causa del declive de los delfines listados y mulares”, sentencia Àlex Aguilar, director del Institut de Recerca de la Biodiversitat de la Universitat de Barcelona (IRBio-UB), uno de los investigadores del estudio.
El informe indica que la presencia de PCB en los delfines listados y delfines mulares supera los 40 miligramos de PCB por kilo (en la grasa), lo que pone el peligro el sistema inmunitario de estos animales. Además, se rebasan los 10 miligramos por kg, por lo que también se produce un impacto sobre su sistema hormonal y reproductivo (baja reproducción, deficiencias en la ovulación, abortos…). “Aunque las concentraciones de PCB son ahora menores que en las décadas de 1980 y 1990, aún se encuentran en niveles por encima del umbral que se considera peligrosos para los predadores marinos, principalmente delfines y orcas”, dice Assumpció Borrell, investigadora de IRBioUB. La contaminación afecta a los delfines listados de todo el Mediterráneo occidental así como a los delfines mulares en Galicia, golfo de Cádiz, estrecho de Gibraltar y Mediterráneo occidental.
El daño de los PCB ya era conocido hace 25 años, pero se pensó que su incidencia había remitido. “Creímos que el contaminante se degradaba rápidamente, pero luego comprobamos que sigue estable”, explica Aguilar. “Sentimos cierta tranquilidad, porque creíamos que estaba remitiendo, y que, a la larga, este asunto se resolvería”. “Pero ahora vemos –continúa Aguilar– que el problema está estancado”. Los PCB, tras depositarse en el suelo, son arrastrados por las lluvias desde tierra firme hasta el mar, en donde son ingeridas por la fauna. Los PCB ya causaron una drástica reducción de las poblaciones de delfines en las década de los ochenta y los noventa en el Mediterráneo. “No existe una solución para afrontar este problema. Esto debe servirnos como llamada de atención. A veces, erróneamente, se piensa que cuando se prohíbe un producto dañino, se acaba la contaminación; pero no es así, porque los productos persistentes siguen ahí”, relata Aguilar.
“Es probable que esta sea la causa del declive de estos cetáceos”, apunta el investigador Àlex Aguilar