El colmo de la casualidad
El mismo día de la sanción al Madrid, la Masia saca pecho por su modelo
Recuerdan aquella pancarta gigante que se desplegó desde la tercera graderia del Camp Nou hasta el césped para reivindicar que La Masia no se toca? Era el 5 de abril del 2014 antes de un Barça-Betis, sólo tres días después de la sanción de la FIFA y con ella el club barcelonista, indignado, quería limpiar el nombre de su cantera, una denominación de origen que quedaba en entredicho por el castigo. Esa pesadilla acabó hace dos semanas, el 1 de enero, cuando por fin el Barcelona pudo inscribir a más de 70 jugadores, desde el primer equipo (Arda y Aleix) hasta dos conjuntos completos de prebenjamines. Y casualidades de la vida, a la hora que se conocieron las sanciones al Madrid y al Atlético, la plana mayor del Barcelona se encontraba en la residencia Oriol Tort, la nueva Masia, precisamente para explicar el nuevo modelo del fútbol formativo, adaptado a la nueva reglamentación y que debe significar el resurgir de la cantera blaugrana.
La mano negra que rige y dirige las casualidades en el mundo movió ayer los hilos de forma muy morbosa. Es el colmo porque mientras al gran rival, con un cambio de entrenador reciente, le entran las prisas si no quiere hipotecar la próxima temporada, en Can Barça se lo pueden mirar con la tranquilidad de quien ya sorteó esa tempestad ganando un triplete, además de la Supercopa de Europa y el Mundial de clubs.
Desde fuera, parece un plan perfectamente sincronizado. “No, no y no”. Desde dentro del club juran y perjuran que no fue planificado hacer coincidir la presentación con los problemas en el Bernabeu. Aseguran que ellos, como casi todos, conocían el rumor de que el Madrid y el Atlético estaban siendo investigados porque corría por el mundillo pero el castigo, al final, no llegaba. Puestos a encontrar un detonante de los hechos, el despido de Jérôme Valcke el miércoles pasado podría haber acelerado la comunicación ya que el exdirector general de la FIFA siempre fue visto como un aliado blanco.
Los manuales de la comunicación corporativa pontifican que nunca es lo ideal entrar a valorar una noticia que acaba de producirse. Y las miradas en el acto entre el presidente Bartomeu, con algunos de sus directivos presentes y ejecutivos delatan la sorpresa y la complicidad por los acontecimientos. Quizás no fuese ni la suerte ni el azar sino el destino. En la cúpula blaugrana consideran que en su día –Rosell hacía dos meses que había dimitido– recibieron críticas por inoperantes o incompetentes. El tiempo ha demostrado que no fueron los únicos atrapados por el artículo 19 del Estatuto de Transferencia de Futbolistas.
“El Barça no trafica con niños menores”, defendió ayer Albert Soler, el director de deportes profesionales. “Nosotros nos defendimos porque la sanción era injusta y desproporcionada. Nosotros no hicimos mala praxis. No nos hemos equivocado”, repitió una vez más Soler, manteniendo la misma versión que en el 2014 y volvió a pedir se considere a la Masia como centro de excelencia de formación: “El modelo de la Masia tiene que ser una excepción más de las que tiene la norma pensada para defender a los menores y que no queden desamparados”.
Tal fue el enfado del Barça por la sanción que llegó incluso a romper las relaciones con el organismo presidido por Joseph Blatter. “Los que mandaban allí ya no están y nosotros hemos vuelto a la gala del Balón de Oro para recoger los premios que ganamos el lunes pasado”, se felicitó el máximo ejecutivo del club.
Y es que el Barcelona no tuvo muchos amigos durante ese período. El único que le tendió la mano fue el Atlético. Hasta el punto de que Clemente Villaverde, gerente colchonero, testificó a favor del Barça ante el comité de apelación de la FIFA, aunque ahora, sabiendo que el club rojiblanco también estaba siendo investigado, quizás no fue la mejor ayuda posible. Pero desde el Madrid nadie se dirigió al Barcelona en señal de solidaridad. “Nos hemos hecho más fuertes”, sentencia Soler. Y la Masia se ha tocado para mejorar.
EL CLUB APENAS RECIBIÓ APOYOS “En el Barça no traficamos con menores ni hacemos mala praxis”, insiste el club, como en el 2014