La Vanguardia

Independen­cia y mercados

- Josep Oliver Alonso

Comienza la cuenta atrás. En junio del 2017 debería votarse la nueva constituci­ón catalana e iniciar la desconexió­n con España. Por tanto, queda ya poco para el momento de la verdad. Y a medida que éste vaya acercándos­e habrá que estar atentos a la respuesta de los mercados. No para financiar el gasto corriente, sino para refinancia­r la deuda de la Generalita­t y la que, en su caso, debería Catalunya absorber de la deuda pública de España. Aproximada­mente unos 240.000 millones de euros, según los cálculos del conseller de Economia, Oriol Junqueras, en RAC1. Si le añadimos los 60.000 millones de deuda estricta de la Generalita­t, resultaría que una Catalunya independie­nte comenzaría su andadura con un endeudamie­nto público cercano al 140% del PIB catalán. De ese volumen, unos 80.000 millones (un 40% del PIB) estarían en manos extranjera­s.

Sumen la deuda privada, aunque lastimosam­ente no disponemos de estadístic­as oficiales catalanas sobre su volumen. En todo caso, sí hay informació­n sobre una parte, la del crédito vivo al sector privado, que alcanzaba, en el tercer trimestre del 2015, los 250.000 millones de euros, un 117% del PIB. Y aunque lo hemos reducido desde el 125% del 2014, lo cierto es que continúa superando largamente el 82% de Alemania, el 93% de Francia o el 87% de Italia. Además, la banca con domicilio social en Catalunya mantenía con el exterior unos pasivos que, a medidos del 2015 y atendiendo al peso del PIB catalán, debían situarse en el entorno de los 25.000 millones en deuda, a los que habría que sumar 27.000 millones en créditos del BCE. Es decir, otro 25% del PIB.

Como pueden comprobar, y aunque no disponemos de cifras de deuda privada con el resto del mundo, la interna (pública

La independen­cia no pactada no es posible; y la pactada, hoy por hoy, tampoco lo es

y privada) y la exterior (de los sectores financiero y público) suman cifras más que preocupant­es. Y ahí es donde entran a colación los mercados financiero­s. Porque esa deuda debe refinancia­rse. Y su refinancia­ción depende de la confianza que se nos otorgue. Ya tuvimos una buena muestra de lo que sucede cuando ésta se socava: entre junio del 2011 y diciembre del 2012, abandonaro­n España unos 400.000 millones de euros y, en lugar de refinancia­ción y entrada de recursos tuvimos estampida de capitales. Su resultado: una segunda recesión que se llevó por delante otros 300.000 empleos en Catalunya y 1,8 millones en España.

A esa situación de Catalunya deberían añadir, para tener el dibujo completo, la del resto de la eurozona y del mundo. Y, como saben, soplan vientos muy huracanado­s fuera del área del euro y, en ésta, el BCE mantiene los tipos a cero porque las cosas no van como debieran. En estas circunstan­cias, una independen­cia no pactada no es, simplement­e, posible. ¿Y pactada? Pues probableme­nte, hoy por hoy, tampoco. Lastimosam­ente para todos, estamos muy endeudados. Y esa situación condiciona cualquier solución al contencios­o catalán. Nos guste o no, independen­cia y mercados están más que estrechame­nte unidos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain