Independencia y mercados
Comienza la cuenta atrás. En junio del 2017 debería votarse la nueva constitución catalana e iniciar la desconexión con España. Por tanto, queda ya poco para el momento de la verdad. Y a medida que éste vaya acercándose habrá que estar atentos a la respuesta de los mercados. No para financiar el gasto corriente, sino para refinanciar la deuda de la Generalitat y la que, en su caso, debería Catalunya absorber de la deuda pública de España. Aproximadamente unos 240.000 millones de euros, según los cálculos del conseller de Economia, Oriol Junqueras, en RAC1. Si le añadimos los 60.000 millones de deuda estricta de la Generalitat, resultaría que una Catalunya independiente comenzaría su andadura con un endeudamiento público cercano al 140% del PIB catalán. De ese volumen, unos 80.000 millones (un 40% del PIB) estarían en manos extranjeras.
Sumen la deuda privada, aunque lastimosamente no disponemos de estadísticas oficiales catalanas sobre su volumen. En todo caso, sí hay información sobre una parte, la del crédito vivo al sector privado, que alcanzaba, en el tercer trimestre del 2015, los 250.000 millones de euros, un 117% del PIB. Y aunque lo hemos reducido desde el 125% del 2014, lo cierto es que continúa superando largamente el 82% de Alemania, el 93% de Francia o el 87% de Italia. Además, la banca con domicilio social en Catalunya mantenía con el exterior unos pasivos que, a medidos del 2015 y atendiendo al peso del PIB catalán, debían situarse en el entorno de los 25.000 millones en deuda, a los que habría que sumar 27.000 millones en créditos del BCE. Es decir, otro 25% del PIB.
Como pueden comprobar, y aunque no disponemos de cifras de deuda privada con el resto del mundo, la interna (pública
La independencia no pactada no es posible; y la pactada, hoy por hoy, tampoco lo es
y privada) y la exterior (de los sectores financiero y público) suman cifras más que preocupantes. Y ahí es donde entran a colación los mercados financieros. Porque esa deuda debe refinanciarse. Y su refinanciación depende de la confianza que se nos otorgue. Ya tuvimos una buena muestra de lo que sucede cuando ésta se socava: entre junio del 2011 y diciembre del 2012, abandonaron España unos 400.000 millones de euros y, en lugar de refinanciación y entrada de recursos tuvimos estampida de capitales. Su resultado: una segunda recesión que se llevó por delante otros 300.000 empleos en Catalunya y 1,8 millones en España.
A esa situación de Catalunya deberían añadir, para tener el dibujo completo, la del resto de la eurozona y del mundo. Y, como saben, soplan vientos muy huracanados fuera del área del euro y, en ésta, el BCE mantiene los tipos a cero porque las cosas no van como debieran. En estas circunstancias, una independencia no pactada no es, simplemente, posible. ¿Y pactada? Pues probablemente, hoy por hoy, tampoco. Lastimosamente para todos, estamos muy endeudados. Y esa situación condiciona cualquier solución al contencioso catalán. Nos guste o no, independencia y mercados están más que estrechamente unidos.