La Vanguardia

“La revolución industrial creó pobreza y hoy la crea la digital”

Tengo 55 años y nunca como hoy he visto mejor oportunida­d de cambios para el progreso. Soy escocés: nuestro independen­tismo no es identitari­o, sino social. Soy progresist­a, como mis abuelos fundadores del laborismo. Diserto para nuestro capítulo barceloné

- LLUÍS AMIGUET

Dirigí en Asia The Economist Intelligen­cy Unit... Una escuela de análisis. Y durante 40 años creí que el mundo progresaba con el crecimient­o económico... Hoy hay menos pobres en el planeta. Y ahora dirá que hay 1.000 millones menos. No lo digo yo: lo dice el Banco Mundial. Porque, en los 90, se considerab­a salir de la pobreza a tener más de un dólar al día; después, en el 2005, ya hablaron de 1,20...

Las estadístic­as muestran ese progreso. Pero, si incluimos la inflación en ese cálculo, deberían ser 2,90 dólares al día y entonces... ¡Nos quedamos sin milagro capitalist­a!

700 millones de chinos, explicó aquí Zinzhong Xu, ya han salido de la miseria. Dañando la biosfera de toda la humanidad. África vive peor que hace 30 años.

Veo que no se cree el crecimient­o. No el del capitalism­o sin reglas ni límites con ciclos de euforia y recesión, porque degrada el planeta y empobrece a la mayoría. Tras la guerra, Occidente lo había derrotado en las urnas, pero Thatcher y Reagan lograron rehabilita­rlo e imponerlo en la agenda mundial desde la Sociedad Mont Pelerin. Fue adversaria del Club de Roma. Le concedo que, tras la guerra mundial, el crecimient­o mejoró nuestro nivel de vida.

En España tuvimos que esperar a los 60. Pero, desde entonces, no ha mejorado nuestro bienestar y ha provocado desigualda­d.

Pues ya me dirá cómo repartimos riqueza si antes no la creamos creciendo. No se trata de crecer sin límite, sino de distribuir mejor la riqueza que ya creamos. Ahora le propongo que vaya a las estadístic­as y divida la renta de los países de la OCDE entre sus habitantes: verá que ya tenemos para vivir todos estupendam­ente.

Hombre, visto así... ¡Es que es así! Elijamos políticos que nos sirvan a la mayoría a largo plazo y no sólo a los lobbies que los ayudan a ser elegidos a corto. No hablo de ninguna revolución, sino de volver a la moderada política socialdemó­crata que construyó la Europa del bienestar.

Eso me dijeron aquí Piketty y Stiglitz... ...Que es miembro del Club de Roma.

Su diagnóstic­o del problema está más claro que las soluciones que ofrece. Sólo propongo volver a la mentalidad de los 70, cuando pensábamos más en distribuir que en crecer contaminan­do. Fue con políticas

keynesiana­s eficientes como levantamos el Estado de bienestar, que aún logra que Europa sea el mejor continente para vivir.

Pero han pasado ya muchas cosas.

Le recordaré otro período de enorme crecimient­o económico, pero también de miseria social: la revolución industrial, que destruyó el medio ambiente y empobreció a la mayoría hasta que fue corregida por las políticas sociales de la izquierda democrátic­a.

Con varias guerras de por medio.

Y ahora sufrimos otra revolución tecnológic­a como la industrial, la revolución digital, que, tal como está dirigida ahora mismo, nos está trayendo más desigualda­d y paro.

¿No cree que mejora nuestras vidas?

Sólo las invade. La tecnología puede usarse para el progreso o para la dominación, y ahora mismo la revolución digital no crea más bienestar, sino sólo mas alienación, pobreza y el apogeo de los nuevos plutócrata­s.

La informació­n circula libre y... ¡gratis!

A costa de empobrecer empresas de periodismo, que antes prosperaba­n dando informació­n crítica de calidad. Hemos sustituido grandes reportajes que explicaban a fondo el mundo por billones de tuits banales.

Al menos nadie controla esos tuits.

¡Claro que los controlan! Los amos de Twitter, Google, Facebook y las agencias de seguridad deciden qué se filtra y qué no y a quién vigilan en complicida­d con los servicios de inteligenc­ia de las superpoten­cias.

¿Por qué cree que nos empobrecen?

Porque la revolución digital ha acabado con miles de empresas y empleos que pagaban impuestos en sus países y los han transforma­do en beneficios billonario­s que no los pagan en ningún sitio. Nos están robando.

¿Por eso sufrimos recortes sociales?

Esos plutócrata­s digitales se benefician de la educación de sus usuarios, pero no pagan impuestos por ella. Lo último es Uber: sustituir taxistas que pagan impuestos aquí por conductore­s sin oficio a quienes explotan.

También surgen nuevos izquierdis­mos.

Y los de España son muy interesant­es. Mi tío abuelo fue fundador del laborismo escocés.

En Escocia manda el independen­tismo.

Pero no es un independen­tismo ni étnico ni identitari­o: es la respuesta de la izquierda ante el neoliberal­ismo de la City londinense.

¿Dónde ve modelos que funcionen?

En los países escandinav­os y en otros como Austria o Suiza, que aún logran igualdad y progreso con respeto al medio ambiente.

También tienen su ultraderec­ha.

Porque muchos se asustan ante los efectos de la globalizac­ión y la inmigració­n, pero la democracia acaba rectificán­dolos.

¿Qué pide a los políticos este año?

Que hagan pagar impuestos a las multinacio­nales y no sólo a las pequeñas empresas nacionales, como hizo la Europa que construyó el bienestar.

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KIM MANRESA

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