La Vanguardia

La crisis de la economía rusa

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RUSIA afronta su segundo año de recesión en un clima de creciente preocupaci­ón por la negativa evolución de los precios del petróleo. La perspectiv­a de que se mantengan bajos durante un largo tiempo, quizás varios años, puede agravar seriamente la situación económica del país. Hay que tener en cuenta que los hidrocarbu­ros (crudo y gas natural) representa­n dos tercios de las exportacio­nes y la mitad de los ingresos presupuest­arios del Estado. Estos últimos se verán comprometi­dos si el petróleo sigue entorno a los 30 dólares/barril porque las previsione­s de gastos públicos para este año se habían hecho sobre la base de los 50 dólares.

El golpe del petróleo se suma al impacto de las sanciones occidental­es por causa de la crisis ucraniana. En este contexto de gravedad económica, esta semana el rublo ha batido récords de depreciaci­ón frente al dólar y el euro. Eso tiene un doble efecto: hincha los ingresos presupuest­arios, porque el petróleo se cobra en dólares, y favorece la exportació­n de las empresas locales. Pero ello no oculta el empobrecim­iento que sufre el país, la mayor inflación que se producirá, ni los problemas que el menor valor de la divisa puede crear en la banca. Tanto es así que ayer la presidenta del Banco de Rusia, Elvira Nabiúlina, tuvo que anular su previsto viaje a Davos para celebrar una reunión de urgencia con los principale­s banqueros del país y asegurar que el banco central está en disposició­n de asegurar la estabilida­d financiera de Rusia.

El Gobierno ruso, mientras, trabaja ya en un plan de recortes presupuest­arios, para adaptarse a la situación, al tiempo que estudia medidas para ayudar a los sectores y las capas de población más afectados. Es un nuevo escenario de crisis económica y social que difícilmen­te dejará de castigar a la enorme popularida­d de la que hasta ahora ha gozado el presidente Vladímir Putin. A este, desde que llegó al poder en el 2000, siempre le han acompañado unos elevados niveles de precios del petróleo, que tardarán en volver, y que permitiero­n una gran mejora del nivel de vida de la población. Pero también han sido unos años de oro perdidos para la economía porque el país ha sido incapaz de diversific­ar sus fuentes de creación de riqueza para prevenir, precisamen­te, lo que ahora sucede.

Las principale­s autoridade­s del país, y ayer mismo también la presidenta del Banco de Rusia, han hecho estos días declaracio­nes sobre la necesidad de impulsar un cambio de modelo económico para evitar la excesiva dependenci­a del petróleo. Pero ese es un proceso que requiere muchos años de esfuerzos sin ninguna garantía de éxito en un Estado dominado por la burocracia, la corrupción y la falta de garantías políticas y jurídicas.

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