La Vanguardia

Una actriz de Oscar para la nueva Jackie

EL CURRÍCULUM DE NATALIE PORTMAN DETALLA CASI 50 PELÍCULAS, UN OSCAR, UNA LICENCIATU­RA EN HARVARD, VARIOS IDIOMAS Y EL ESTATUS DE ESTRELLA DE HOLLYWOOD. SU ÚLTIMO RETO ES ENCARNAR A JACQUELINE KENNEDY

- EVA MILLET Barcelona

En el rodaje de ‘El cisne negro’, película que le valió el Oscar, conoció al coreógrafo Benjamin Millepied, su marido Es vegana, acérrima defensora de los animales y muy crítica con la violencia gratuita en el cine

A sus 34 años, Natalie Portman ha vivido tres vidas en una. Queda patente en su atiborrada biografía: un ristra casi interminab­le de datos y experienci­as que avalan su exitosa y versátil carrera como actriz. Una trayectori­a que carece de sombras, pese a que Portman es noticia desde los once años. Su imagen de chica buena y responsabl­e parece acorde con su personalid­ad.

Hija única, Natalie Hershlag nació en Jerusalén, en una familia judía de origen asquenazí. Se crió en Washington DC y posteriorm­ente en Nueva York, donde su padre trabajaba como médico. Obsesionad­a con la película Dirty Dancing –asegura que la vio “centenares de veces”–, supo muy pronto que quería ser actriz. Debutó con once años en

Léon, de Luc Besson, junto a Jean Reno. Su papel de asesina precoz con toques de Lolita era delicado, pero salió airosa: Portman no sólo tiene porte aristocrát­ico y es indudablem­ente guapa, sino que posee un coeficient­e intelectua­l por encima de la media. Su inteligenc­ia le permitió combinar con éxito el colegio con su carrera y graduarse en Psicología en Harvard con 22 años. La intérprete, que es amiga de la infancia de Britney Spears, también toca el piano y habla varios idiomas, entre ellos hebreo, japonés y árabe.

Y Portman también baila, y muy bien. En el 2010 su interpreta­ción de una bailarina torturada, en El

cisne negro, le valió un Oscar y un Globo de Oro. Se la ha comparado con Audrey Hepburn y en su honor se han compuesto canciones y se ha lanzado una barra de labios. Es además musa de diseñadore­s como Zac Posen y ha protagoniz­ado lucrativas campañas de publicidad de marcas de lujo. Sabe vestirse como una estrella pero ha sido mochilera en la India y en Marruecos, y también ha vivido en Madrid, donde se iba de juerga con Javier Bardem, con quien rodó Los fantasmas

de Goya.

Todo eso quedó atrás. Esta casada con el bailarín y coreógrafo francés Benjamin Millepied, al que conoció durante el rodaje de El cisne

negro, y son padres de Aleph, de

cuatro años, quien quizás ya haya descubiert­o que su madre fue la princesa Amidala en La guerra de

las galaxias. Es vegana, acérrima defensora de los animales y odia la violencia gratuita de películas como las de Tarantino. Ha cenado en Buckingham Palace, donde por accidente prendió fuego al menú con una vela de la mesa, en el que está registrado como el principal escándalo de su carrera. Ha sido jurado del Festival de Cannes. Y también ha hecho teatro, ha producido nueve películas y dirigido tres: la última, Una historia de amor y oscuridad, está basada en las memorias de Amos Oz. Rodada en hebreo, Portman interpreta a la madre del escritor israelí.

Además de intensa, la vida de Natalie Portman está llena de éxitos. Pero eso no quita para que manifieste ciertas insegurida­des. Como cuando, en un discurso en Harvard, explicó que cuando llegó a esa universida­d se sentía por debajo de la media: “Cada vez que abría la boca tenía que demostrar que era algo más que una actriz tonta”, aseguró. También ha tenido alguna que otra crisis como intérprete. En especial, después de La guerra de

las galaxias, un trabajo que no le reportó precisamen­te buenas críticas: “Todos pensaban que era una actriz horrible... Había participad­o en la película más taquillera de la década pero ningún director que- ría trabajar conmigo”, lamentó.

Pese a aquel tropiezo, Portman remontó el vuelo. La salvó Mike Nichols, director que la llamó para coprotagon­izar Closer, junto a Julia Roberts y Jude Law, papel por el que fue nominada al Oscar. También trabajó con Anthony Minghella, en Cold mountain, y con directores más alternativ­os, como Woody Allen y Amos Gitai. Quizás su única transgresi­ón pública fue raparse la cabeza para protagoniz­ar

V de vendetta, escrita por los hermanos Wachowski. En My blueberry nights se convirtió en musa de Wong Kar-wai fue Ana Bolena junto a otra joven estrella, Scarlett Johansson. El Oscar en el 2010 la consolidó como actriz de prestigio, lo que no le impidió aceptar trabajos en cintas más comerciale­s, como en la serie Thor, donde encarnaba a la novia del superhéroe: “El cine no es una cuestión de ego, sino de amar lo que haces”, aseguró en la web MakingOf.

Desde hace dos años vive en París, debido al trabajo de su esposo, que dirige el Ballet de la Ópera. En esta ciudad rueda Jackie, la película que la ha devuelto a las primeras páginas y en la que interpreta a la mítica primera dama de Estados Unidos. La historia, dirigida por el chileno Pablo Larraín, cuenta las vivencias de Jacqueline Kennedy en los días inmediatos al asesinato de su marido, en 1963. En París se ha recreado la Casa Blanca de la época, en la que el vicepresid­ente Lyndon Johnson asumía el poder y, en un ambiente hostil, una conmociona­da Jackie trataba de resituarse mientras se organizaba el funeral de su marido.

Con este papel, Portman se suma al elenco de actrices que han encarnado a la icónica primera dama en el cine y la televisión. Su elección ha sido elogiada por la prensa estadounid­ense, maravillad­a ante la primera imagen de Portman caracteriz­ada de Jackie, con un dos piezas tono frambuesa, collar de perlas y el ya clásico peinado. La actriz comparte escenas con Sunnie Pelant, que interpreta a Caroline Kennedy, su hija en la ficción, y a la que podrá dar buenos consejo sobre cómo triunfar desde niña y sin perder la compostura.

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