La Vanguardia

Juan Gabriel Vásquez

Juan Gabriel Vásquez, autor de ‘La forma de las ruinas’

- NÚRIA ESCUR

ESCRITOR

El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez desenmasca­ra algunos episodios de la historia oficial de su país en el libro La forma de las ruinas, donde mezcla la investigac­ión policial, la novela histórica o la autobiogra­fía.

El día en que Vásquez tuvo en sus manos la vértebra de Jorge Eliécer Gaitán y el trozo de cráneo de Rafael Uribe, ambos –alcalde de Bogotá y senador liberal– referentes colombiano­s asesinados, supo que debía escribir este libro. Alguien le sugirió que sería un cobarde si no lo hacía. Desenmasca­ró la historia oficial de su país y, a raíz del libro, algunas entidades han empezado a mover ficha.

La investigac­ión policial, novela histórica, autobiogra­fía, ensayo –sí, todo eso es– que ofrece La forma de las ruinas (Alfaguara) concluye que los humanos se dividen en dos: quienes creen que el relato que nos llega de un país es fruto del azar y lo incontrola­ble de las pasiones humanas y quienes están convencido­s de que es el resultado de una o varias conspiraci­ones. Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) pertenece, a pesar de todo, a los primeros.

Le duele mucho Colombia. Llevo unos años publicando libros obsesivame­nte colombiano­s. Joyce no escribía sobre Dublín porque lo conociera sino porque aún le sorprendía. Hasta los 23 años viví en una ciudad que aún guarda secretos. ¿Cómo protegeré de ese legado de violencia a mis hijas?, ¡ese es mi demonio!

Relata el traumático nacimiento de sus hijas gemelas. Tienen ahora diez años, fue traumático sí, eran prematuras. Ahora están de maravilla. Y fue duro volver a recordar aquello.

Supongo que no está dispuesto a decir lo que es real y lo que es ficción. Uno acaba el libro con más dudas que certezas. ¿Ese era propósito? Decía Chéjov que la literatura no debe dar respuestas sino ofrecer preguntas. Este libro aporta alguna revelación importante para la historia de Colombia –como la recuperaci­ón del investigad­or Anzola– pero su primera razón es meditar sobre cómo las muertes nos afectan. El crimen de Gaitán ocurrió 25 años antes de que yo naciera y ¡ha moldeado mi vida!

¿Todas las historias oficiales ocultan teorías conspirati­vas? Todo país tiene algún hecho pasado con una interpreta­ción que intuimos mentirosa. Las teorías de la conspiraci­ón son mecanismos de defensa que inventamos.

Incide en la confabulac­ión, las teorías del segundo tirador y añade nuevas sospechas sobre varios casos: Kennedy, Marilyn, lady Di, Carlos Gardel... ¿Sobre cuál cree que nos han mentido más? Kennedy. La trayectori­a balística que nos explicaron es, vistas las imágenes, físicament­e imposible.

¿Cierto que Jacqueline intentó recuperar trozos del cráneo desde el coche en marcha? Eso queda demostrado, el shock, ella se encarama en el coche en una reacción atávica, quiere recoger parte del cerebro de Kennedy y del cráneo que explotó.

“Nunca me sentí tan a gusto como esos años en Barcelona viendo crecer a mis hijas...”. Pero en el 2012 se fue. ¿El colombiano siempre vuelve a la patria? Siente una querencia muy fuerte. Conozco colombiano­s que llevan 30, 40 años fuera de su tierra y siguen pensando que habrá viaje de regreso. Nos sentimos emigrantes transitori­os.

Entonces ¿por qué define usted la naturaleza del colombiano como “tratar de escapar”? Eso fue muy propio de una generación, los que vivimos el narcoterro­rismo... diez años que provocaron muchos “expulsados”. Colombia para ha que dado mucha suficiente­sde su genterazon­es ¿Esse fuera, cierto huyera.que Bogotá es una ciudadunos segundosdo­nde nadieen un se semáforo detiene sin sentir cierto temor? En coche nos saltamos los semáforos en rojo, sí. En mi adolescenc­ia era arriesgado pararse de noche ahí. Demasiados tiroteos.

Cuando uno ha vivido en un lugar sumergido en la violencia, ¿jamás queda libre de miedo? Jamás. Grandes atentados como el del DAS nos metieron el miedo en el cuerpo. En ese sentido este es mi libro más autobiográ­fico.

¿La gran contradicc­ión no es ese grado insoportab­le de impunidad sobre los crímenes? Creo que eso empieza a cambiar. La impunidad forma parte del funcionami­ento del país y de ahí sale la incapacida­d de su gente para cerrar heridas.

¿Existió Andrea, que eligió morir? ¿Defiende la eutanasia?

Ella, no, pero Benavides, el médico, pasó por circunstan­cias similares. Yo defiendo la eutanasia, sí, uno tiene derecho a manejar su muerte como mejor le parezca.

Sus protagonis­tas viven obsesionad­os por la búsqueda de la verdad. Puede que se derrumben sus mitos... Me lo pregunto cada día: ¿vale la pena? El olvido podría ser más indoloro. Un amigo decía que demasiada memoria es nociva para un país. Y para Carlos Fuentes, no es posible un futuro vivo con un pasado muerto. Yo creo que recordar lo que el poder quiere olvidar es obligación moral.

De todos esos enigmas, ¿cuál, hubiera querido resolver?

El de Gaitán. Partió en dos la historia del siglo XX, fue germen de las FARC. Con luz sobre ese crimen, el país estaría más tranquilo.

LOS FANTASMAS “¿Cómo proteger del legado de violencia de mi país a mis hijas? ¡Ese es mi demonio!” EL ATENTADO “Jacqueline, en una reacción atávica, quiso recoger un trozo del cráneo de Kennedy”

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 ?? KIM MANRESA ?? Vásquez ha logrado una obra de múltiples registros a partir de los crímenes de dos importante­s personajes colombiano­s: Gaitán y Uribe
KIM MANRESA Vásquez ha logrado una obra de múltiples registros a partir de los crímenes de dos importante­s personajes colombiano­s: Gaitán y Uribe

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