Aplastar al EI por la fuerza
EE.UU. y Turquía coordinan una “solución militar” contra el califato
La diplomacia parece que seguirá esperando su oportunidad para poner fin a la guerra en Siria. Las negociaciones previstas para mañana en Ginebra penden de un hilo, y ayer, en Ankara, EE.UU. y Turquía dejaron muy claro que lo tienen todo listo para una “solución militar” que acabe con el Estado Islámico.
El vicepresidente norteamericano, Joe Biden, se entrevistó con el primer ministro turco Ahmed Davatoglu y, al final de encuentro, en rueda de prensa, manifestó que “lo mejor sería un acuerdo político (a la guerra en Siria), pero si no es posible estamos preparados
LA POSTURA DE RIAD La oposición siria, con apoyo saudí, se resiste a negociar con el régimen de Asad
LA POSTURA DE MOSCÚ Rusia insiste en que Asad y los kurdos se sienten a la mesa de negociaciones
para aplicar una solución militar para acabar con el Estado Islámico”.
Ni Biden ni Davatoglu precisaron los detalles de esta solución militar que, por otra parte, ya se está aplicando. Los bombardeos de Estados Unidos y sus aliados sobre las posiciones del EI en Siria son diarios, y sobre el terreno, junto a las milicias de la oposición, hay decenas de asesores militares estadounidenses.
A la opción diplomática, como constató ayer en Riad el secretario de Estado norteamericano John Kerry, le falta madurar. Su intención es que mañana, en Ginebra, pueda abrirse una negociación directa entre el régimen de Damasco, respaldado por Irán y Rusia, y la oposición política y militar, apoyada por Arabia Saudí, EE.UU. Francia, Reino Unido y otros países. Para ello es necesario que los saudíes acepten que los rusos envíen a Ginebra a sus aliados en la oposición. Hasta ahora, Arabia Saudí se había reservado el derecho a escoger los grupos que acudirán a las negociaciones. Entre ellos, por ejemplo, está el Ejército del Islam, una milicia yihadista. Moscú aceptaría su presencia en Ginebra si, a cambio, Riad acepta, entre otros, a los kurdos, que ahora están excluidos.
Kerry, a pesar de la dificultad, espera cerrar un acuerdo con el Kremlin. Su optimismo contrasta con la rigidez que mantienen las partes en conflicto. El mediador de la ONU para Siria, Steffan de Mistura, todavía no ha podido enviar las invitaciones a los participantes, entre los que están representados 17 países.
Kerry y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, insisten en que las reuniones tienen que comenzar antes de que acabe enero y que es posible hacerlo. Para ello, ayer se estudiaba la opción de que en Ginebra haya dos delegaciones de la oposición, una afín a Moscú y otra a Riad.
El formato previsto para la negociación es el mismo que en las conversaciones Ginebra 2 del 2014: cada bloque en una sala y los mediadores yendo de una a la otra. En los últimos días el esfuerzo diplomático ha sido notorio y todo el mundo ha hablado con todo el mundo. Incluso así, la disputa sobre quién debe acudir
se ha ido agudizando. Aceptar al Ejército del Islam en la mesa de negociaciones parece, todavía, una línea roja para Damasco. Este grupo está patrocinado por Arabia Saudí, Turquía y Qatar y comparte la misma agenda radical que Al Qaeda (representada en Siria por el Frente Al Nusra) y el Estado Islámico.
De otro lado, Rusia pretende sentar a los kurdos del Partido de la Unión Democrática, cuyo brazo armado, las YPG, controla una extensa franja de territorio fronterizo con Turquía. Los kurdos son, por cierto, la fuerza en quien confía Estados Unidos en la lucha contra el Estado Islámico en el este de Siria. Pero el bloque opositor bajo paraguas saudí afirma que, en todo caso, los kurdos deberían sentarse al lado del Gobierno, ya que les acusa de colaboración con el régimen.
Turquía, además, considera que las YPG son un apéndice del PKK y ayer anunció su intención de bombardear sus posiciones en el norte del Siria, igual que bombardea las del PKK en el norte de Iraq. Al oír estos planes, Biden se apresuró a distinguir entre el PKK –“un grupo terrorista que comete atentados intolerables”– y sus amigos en las YPG.
La oposición prosaudí considera, además, que no se puede negociar nada mientras Rusia siga bombardeando sus posiciones.
La propia composición del bloque saudí, organizado en una reunión en Riad, da idea de lo distintas que son las agendas y lo lejos que están de la realidad sobre el terreno. Al margen del EI (con el que nadie, obviamente, quiere contar y cuyos intereses van más allá del cambio de régimen en Damasco), ni Al Nusra ni los kurdos han sido invitados, y otra importante milicia, Ahrar al Sham, que llegó a coquetear con una apariencia moderada, se desvinculó de la reunión.
Las conversaciones de Ginebra deben, en principio, respetar el acuerdo alcanzado en Viena sobre una transición que lleve a la celebración de elecciones en 18 meses. Estados Unidos parece ahora más inclinado a tolerar que el presidente Bashar el Asad tenga un papel relevante durante este periodo, como insiste Rusia. Todavía no está claro, sin embargo, en calidad de qué.
De Mistura, también según lo acordado en Viena, ha intentado pactar varias treguas, intercambiar prisioneros y abrir más canales para la distribución de ayuda humanitaria. Considera que así se conseguiría un clima óptimo para negociar. No ha sido el caso porque, de momento, nadie quiere un alto el fuego.