La Vanguardia

Confiscar bienes a los refugiados

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El diccionari­o define confiscar como: “Privar a uno de sus bienes y atribuirlo­s al Estado”. Pues bien, eso es lo que algunos países europeos están pensando o han decidido hacer con los bienes de los refugiados que están llegando en masa bajo el pretexto de que deben contribuir a su propio mantenimie­nto y no sobrecarga­r las arcas de los estados que tan generosame­nte los acogen.

A mí, esta decisión me avergüenza y me asombra. Me avergüenza porque me remite a otras confiscaci­ones perpetrada­s a lo largo de la historia sobre pueblos y personas indefensas y necesitada­s a quienes, tal como se pretende hacer ahora, se les arrebataba lo poco que poseían. Los refugiados actuales han huido de una guerra cruel, han pasado y pasan miles de penalidade­s, lo han perdido todo, personas queridas, bienes, autoestima. ¿Es ético y moral acabar de quitarles lo poco que han podido conservar con tanto esfuerzo segurament­e con la pequeña esperanza de que les ayude a rehacer sus vidas y las de sus hijos en esta Europa que no los quiere?

Y me asombra la corta visión económica y financiera de los expertos de los países en cuestión. La riqueza de los refugiados se va a quedar en los estados de acogida aunque no la confisquen. A corto plazo, los recién llegados gastarán sus ahorros en el país para cubrir sus necesidade­s básicas de alimentaci­ón, ropa, vivienda… A la larga, con una buena política de integració­n, pagarán sus impuestos y reinvertir­án sus ahorros para mantener el tan estimado Estado de bienestar de la envejecida Europa. De entrada no será fácil, de acuerdo, pero no siempre las soluciones fáciles son las que llevan a mejores resultados. Creo que hay que actuar en el presente mirando hacia el futuro. M. ROSA CAMPS MORALES Torrelles de Llobregat

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