Un castigo injusto
Fue injusto. Tremendamente injusto. Debió ganar el Espanyol, a pesar de que las repeticiones televisivas me hacen creer que hubo más despiste de Diop que infracción de Musacchio en la acción del 2-2. Y no será por falta de ganas de culpar del resultado a este árbitro gafe, tan desagradable en sus maneras como en su semblante. No mereció puntuar el Villarreal, porque el cabezazo del argentino fue el único remate a puerta del equipo en toda la segunda parte, y mereció ganar el Espanyol, porque buscó mucho más la portería contraria (mucho más que su rival y mucho más de lo que hace habitualmente) y porque la primera mitad del segundo tiempo fue la más esperanzadora que se le ha visto desde hace meses estando en ventaja en el marcador.
Fue, sin duda, el mejor partido del equipo en el 2016 y seguramente, teniendo en cuenta el rival que tenía delante, el más valioso de la era Galca. El equipo supo reaccionar muy bien al 1-1 y ya no concedió más situaciones ventajosas a un Villarreal al que se vio muy falto de recursos arriba pese a acabar jugando con tres delanteros. Algo tendrían que ver en ello el esfuerzo y la organización defensiva, claramente mejorada, del Espanyol, que mientras estuvo fresco tuvo varias oportunidades a la contra para sentenciar con un tercer tanto en esa primera mitad del segundo tiempo.
La duda que me queda es si Galca se anticipó a lo que inevitablemente iba a acabar ocurriendo, que al final al equipo ya sólo le quedarían fuerzas para defender con los once, sin proyectarse hacia delante, o si fue él quien provocó sin querer un giro desfavorable de la situación al poner en el minuto 68 a un defensa por un delantero. A partir de ahí el partido fue otro, aunque ni así debieron perderse esos dos puntos tan necesarios. Y espero que no sea esta la peor noticia de la semana. Lo digo pensando en Caicedo.