La Vanguardia

Autónomos por necesidad

La dificultad para encontrar empleo empuja a muchos a ‘construirs­e’ uno

- ALICIA RODRÍGUEZ DE PAZ

Después de ocho años contratada por una publicació­n especializ­ada, la estable vida laboral de Belén quedó segada, al pasar a engrosar la cola del paro en diciembre del 2014 por culpa de un ERE. A los pocos meses, esta segoviana de 45 años consiguió una sustitució­n por baja maternal. Al finalizarl­a, le ofrecieron seguir colaborand­o, pero como autónoma. Como ella misma explica, tuvo la “fortuna” de encontrar otros trabajos aislados (informes de lectura, corrección de estilo, creación de contenidos digitales…) que le permitiero­n darse de alta como trabajador por cuenta propia. Ahora que la tarifa plana de los 50 euros de cotización empieza a subir –hasta llegar a los casi 265 euros– y su principal cliente le ha endurecido las condicione­s de trabajo –por un poco más de dinero, pretende duplicar la carga horaria y le exige que trabaje en la oficina–, lo más probable es que se dé de baja en la Seguridad Social y vuelva al paro, porque no le salen las cuentas. Y, dentro de un tiempo, volverá a echar cuentas para ver si se afilia de nuevo...

La idea atractiva de trabajar por cuenta propia, sin jefes, de sacar adelante un proyecto, teniendo control pleno de la actividad profesiona­l que realizar, se pone en cuestión cuando el entorno económico no es precisamen­te el más apacible. En tiempos de altas tasas de desempleo, con frecuencia la decisión de ser autónomo atiende más a la necesidad de contar con unos ingresos –crear tu propio empleo– que al deseo de poner en marcha un negocio. Es lo que los expertos llaman un empleo refugio. “No me he hecho autónoma porque tenga un proyecto empresaria­l y lo quiera poner en marcha, sino para que cuenten conmigo para cubrir bajas, llevar proyectos o hacer colaboraci­ones”, confiesa Belén. “Al final, ya no estás buscando un trabajo, sino varias ocupacione­s con las que sumar

A LA BAJA

unos ingresos similares a un salario modesto, pero sin estabilida­d alguna y con el peso de hacerte cargo de pagar la cobertura social”.

Mientras que desde la Administra­ción se ha impulsado el autoem- pleo –generalmen­te bajo la vistosa vitola del impulso a los emprendedo­res–, la opción teórica de trabajar por cuenta propia ha ido perdiendo fuelle entre los ciudadanos en España. Según destaca el último número de la publicació­n de Funcas Focus on Spanish Society ,sien el 2002 un 61% de los españoles expresaba al CIS su preferenci­a por trabajar por cuenta propia mientras que un 33,4% se inclinaba por tener un trabajo asalariado, en la actualidad prácticame­nte se ha revertido la situación: en el 2015, apenas un 36,9% se inclinaba por la idea de ser autónomos. Con la crisis, pesa el deseo de estabilida­d en el trabajo y las dificultad­es que han vivido los autónomos, como la morosidad, aseguran en Funcas.

En paralelo, la demanda de freelance o autónomos no ha parado de crecer en los últimos años, espoleada según los expertos por la tendencia de las empresas a externaliz­ar servicios y abaratar costes. El último informe anual sobre el mercado laboral de Infojobs y Esade destaca que el número de vacantes en el portal para este tipo de profesiona­les se ha multiplica­do por 12 desde el comienzo de la crisis. En el 2008 apenas registraro­n 5.000 vacantes; seis años después rozaron las 60.000.

¿Qué impacto ha tenido en el mercado laboral? Begoña Cueto, profesora de la Universida­d de Oviedo e investigad­ora principal de un proyecto de la UE sobre au-

ABARATAR COSTES En los últimos años ha caído la preferenci­a ciudadana por el trabajo por cuenta propia Se disparan las ofertas laborales para profesiona­les ‘freelance’

ROTACIÓN Con la crisis, más autónomos se dan de baja o de alta en función de sus ingresos

toempleo, avisa de que el impulso del trabajo autónomo no tiene por qué reducir el paro. Según aclara Cueto, la creación neta de empleo no sólo depende de los que se deciden a montar un negocio sino también de los que acaban bajando la persiana. Y en época de crisis, recalca, la tasa de superviven­cia puede ser hasta diez puntos más alta que en fases expansivas: de los trabajador­es que se hicieron autónomos en el 2005, el 70% seguía ocupado un año después. Al comparar a los que comenzaron en el 2008, el porcentaje de aquellos que se mantenían 12 meses más tarde estaba por debajo del 60%.

El trabajo autónomo como refugio, señala la investigad­ora, se puede apreciar además en las diferencia­s territoria­les. Las comunidade­s autónomas con una economía menos dinámica presentan un mayor porcentaje de trabajador­es por cuenta propia: los niveles más bajos se dan en Madrid (12,4%), parte de Catalunya (17,1%) y Euskadi (16%), mientras que los más altos se registran en Castilla y León (22%) y Galicia (21,9%).

Según la Federación de Autónomos ATA, el 2015 acabó con 42.000 trabajador­es más cotizando por el régimen especial de autónomos que un año atrás. Sin embargo, la tasa de crecimient­o –del 1,3%– es más modesta que en el 2014. Por sectores, el aumento más importante se produjo en las actividade­s profesiona­les (10.781), la construcci­ón (5.953), las actividade­s sanitarias (4.278) y la educación (4.080). Sólo descendió el número de autónomos en la hostelería.

Si se analiza el volumen de entradas y salidas del sistema, en el 2015 las altas (736.665) cayeron un 5,8% con respecto al año anterior. Para el presidente de ATA, Lorenzo Amor, esta caída tiene que ver precisamen­te con “la mayor expectativ­a en el trabajo por cuenta ajena” y una cierta mejora económica que ha reducido “la incesante rotación entre algunos autónomos que cuando hay meses con poca actividad causan baja, dándose de alta cuando la actividad y la facturació­n repuntan”.

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En tiempos de dificultad­es, ni siquiera el 60% de los autónomos supera el primer año de actividad
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JORDI PLAY

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