La Vanguardia

Los pinchazos del Atlético y del Madrid aúpan al Barça

El Madrid no pasa del empate ante el Betis y reproduce los errores de Benítez

- CARLOS NOVO

El efecto Zidane no ha podido ser más efímero: dos partidos fáciles en casa. A la que la carretera se ha empinado un poco, en la primera salida y ante un rival como el Betis que pelea por evitar el descenso, el Madrid se pegó el batacazo y no pudo pasar del empate después de una bochornosa primera parte y una segunda en la que sacó muy poco rédito de tener al Betis embotellad­o y pidiendo la hora los 45 minutos.

El equipo blanco reprodujo todos los males que tenía en la etapa Benítez, al que ya no se le puede echar la culpa. El empate corta en seco la ilusión que había provocado en el madridismo la llegada al banquillo del técnico francés. Para Zidane, el traspié deja un poso tremendame­nte negativo. No sólo por dejarse media Liga, sino por constatar que no tiene ninguna varita mágica y sobre todo porque al igual que su antecesor tomó decisiones arbitraria­s sin otro sentido más que complacer a los que mandan.

Nadie se explica que jugara Danilo en lugar de Carvajal, capital en muchos de los goles en los dos últimos partidos por su capacidad de des- borde y de abrir el campo. Otro tanto puede decirse de la alineación de James, que culminó un partido desastroso, cuando lo lógico para mantener el esquema hubiera sido apostar por Jesé. Si esas dos decisiones las hubiera tomado Rafa Benítez, sin duda se le hubiera acusado de plegarse a las consignas de la directiva.

El propio Zidane reconoció su error cuando, mediada la segunda parte, el primer cambio que se le ocurrió fue el de Carvajal por el inoperante Danilo. Un cambio del que también se deduce lo que ya se presuponía, que tampoco Zidane es precisamen­te un genio para leer los partidos y modificarl­os sobre la marcha. Hizo lo más previsible, lo que hubiera hecho cualquier aficionado.

El técnico blanco sacó un once inadecuado y tuvo que rectificar con el cambio de Carvajal por Danilo El árbitro se comió un penalti sobre Benzema, pero dio un gol al Madrid en fuera de juego

El duelo tuvo un aire al partido que jugó el Madrid en El Madrigal. Salió falto de concentrac­ión, encajó un gol muy pronto y se pasó la primera parte sin enterarse muy bien de lo que se traía entre manos, con un juego plano y horizontal, con sus estrellas desenfocad­as salvo Modric, la única luz de un equipo con muchas sombras y poca alma. Como en Mestalla, el Madrid puede esgrimir que no tuvo mucha suerte con el árbitro, que en este primer tiempo le escamoteó dos penaltis, uno sobre Cristiano y otro muy claro sobre Benzema. Martínez Munuera lo compensarí­a en el segundo tiempo, porque el tanto del empate vino precedido de un claro fuera de juego de James.

El Betis tuvo un comienzo ful- gurante, y Cejudo puso en ventaja a los suyos muy pronto con un golazo de volea. A diferencia del rival, en todo momento supo a lo que jugaba, y su resistenci­a en la segunda parte fue abnegada y poco menos que heroica.

En la segunda parte se vio otro Real Madrid, mucho más comprometi­do con el juego, con las lineas mucho más juntas y un espíritu más solidario. El equipo completó su mejora con la salida de Carvajal por Danilo. De pronto, el Madrid tuvo banda derecha, y eso también repercutió en la mejora de Marcelo por la izquierda, porque el Betis tuvo más frentes que atender. Bajo la batuta de Modric el equipo empezó a crear peligro. Empató Benzema y los últimos veinte minutos se hicieron eternos para los locales.

Con los blancos desatados apareció Adán, que se tomó su venganza de su salida del Madrid por la puerta de atrás con dos grandes intervenci­ones, una al atajar un remate de James y sobre todo al repeler otro de rabona y casi a bocajarro de Benzema. Ahí pudo ganar el Madrid, que ya no tuvo más ocasiones tan claras.

De hecho, la última del partido la tuvo Rubén Castro, que ya en el tiempo de descuento tuvo tiempo de recoger un balonazo defensivo y plantarse ante Keylor para largarle un chutazo tremendo que se fue fuera por poco. Como en Mestalla, el Madrid acabó partido con el juego convertido en un carrusel de llegadas, una moneda al aire que dice muy poco del control al que someten los partidos los blancos. Zidane sabe ya lo dura que es la vida para un entrenador de Florentino Pérez.

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GONZALO ARROYO MORENO / GETTY Cristiano Ronaldo, que en la imagen protesta, falló las pocas ocasiones de gol que tuvo
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