Oumayma el Hichou
ESTUDIANTE
Oumayma el Hichou, de 19 años, quiere devolver el apoyo que durante una larga etapa le han prestado los educadores sociales de la Fundació Gavina. Ahora cursa segundo de Integración Social y colabora como voluntaria con la fundación.
Yo era una adolescente rebelde, gritaba a los profesores, me expulsaron dos veces del colegio... A los 13 años, con la crisis de la construcción, mi padre se quedó sin empleo y marchó a Bélgica a buscar trabajo. Mi madre estaba enferma...”, cuenta Oumayma el Hichou, sentada en una de las aulas de la Fundació Joan Salvador Gavina, situada en el corazón del Raval. Oumayma, que ha cumplido los 19 años, ha pasado de ser usuaria de esta fundación dedicada a atender a niños con dificultades sociofamiliares a ser voluntaria en ella.
“Soy la pequeña de tres hermanos; los mayores, Soraya y Rashid, iban al Casal dels Infants y yo, a los cuatro años, ya empecé a venir todas las tardes a Gavina, me ayudaban con los deberes, participaba en actividades...”, sigue explicando. El papel de los educadores sociales en un momento complicado de su vida fue decisivo para que saliera adelante y decidiera que ella quería hacer lo mismo. “A los 12 y 13 años los educadores de Gavina me apoyaron muchí- simo, yo prefería hablar con ellos que con psicólogos. Me he dado cuenta de que he cambiado cuando he tenido a alguien al lado a quien explicar cómo me sentía, qué me angustiaba. Por eso yo quiero hacer lo mismo, me gusta escuchar a la gente”.
Con la ayuda de becas, Oumayma ha podido seguir los es- tudios y ahora está en segundo curso del grado superior de Integración Social, en el instituto La Bastida de Santa Coloma de Gramenet. En la fundación Gavina ha hecho las prácticas, en verano trabajó como monitora de tiempo libre y habitualmente acude al centro abierto de Nou de la Rambla para colaborar co- mo voluntaria. “Los niños me ven como uno de ellos y se abren conmigo”.
Oumayma el Hichou vive ahora con sus padres y su hermano Rashid, de 23 años, en el Poble Sec, pero cada tarde, después del instituto, regresa al Raval para echar una mano en Gavina o para atender sus cla- ses de violín y lenguaje musical en Xamfrà, otra dinámica entidad que fomenta la inclusión social a través de las artes. “En el Raval hay muchísimas oportunidades, si las sabes aprovechar... ¡Yo tengo la suerte de poder estudiar violín gratis!, conXamfrà; también he viajado a Portugal para participar en un curso de teatro, con Fundesplai...”.
La situación familiar sigue siendo complicada, pero Oumayma dice que ahora tiene las herramientas para gestionar mejor todas esas dificultades.
Echa de menos a su hermana, Soraya, de 25 años, que al acabar Relaciones Laborales se fue a Alemania en busca de un empleo. Rashid dejó el bachillerato y ahora sigue diferentes cursillos.
El padre no consiguió ocupación alguna en Bélgica, regresó a Barcelona y ahora se ha jubilado. Lo que más le duele es el sufrimiento de su madre debido a varias dolencias. Pero con nervio, entusiasmo y complicidad con las decenas de niños que cada día pasan por el local de Gavina suspira por un prometedor futuro.
ROSA M. BOSCH “En el Raval hay muchas oportunidades: ¡tengo la suerte de poder estudiar violín gratis!”