La Vanguardia

Momento Ciudadanos

- Enric Juliana

El 6 de diciembre del 2015, día de la Constituci­ón, el ciudadano Albert Rivera llegó al Congreso de los Diputados envuelto en una nube de fotógrafos. Aún no era diputado, pero ya estaba dentro del Parlamento. En otra nube se hallaba Pablo Iglesias. Los nuevos ingresaban en el primer círculo institucio­nal antes del veredicto de las urnas. Una decisión expresa y consciente de Mariano Rajoy, recordémos­lo. Poco antes de la declaració­n rupturista del Parlament de Catalunya del 9 de noviembre –el principal error de la política catalana en muchos años–, el presidente del Gobierno puso en marcha una solemne ronda de consultas, en la que ubicó en lugar preferente a los líderes de Ciudadanos y Podemos. Rajoy quería subrayar la magnitud del problema catalán, realzar su poder escenográf­ico y relativiza­r el papel del PSOE, su principal oponente en vísperas electorale­s. Es probable que en la Moncloa estén ahora arrepentid­os de tan magnánimo gesto.

6 de diciembre. Recepción en el Congreso. Los de Podemos marcharon pronto, antes de ser engullidos por los corrillos. Rive- ra se quedó. Le observé en el centro de un febril remolino de periodista­s. Paladeaba la gloria. Disfrutaba Rivera, pero un detalle me llamó la atención. Unas perlas de sudor frío le resbalaban por la sien. Una a una, dibujando un rostro de Caravaggio. Una tez pálida iluminada por la luz dramática de la alta competició­n.

Rivera llegó a la campaña electoral subido en lo alto del mayor cumulonimb­o que ha fabricado la televisión comercial española en su actual fase de alto interés por la política. Las expectativ­as fueron tan hinchadas –no sólo por la televisión–, que sus 40 diputados supieron a poco, de manera que Ciudadanos parece ahora el rival más débil. En el Partido Popular ya empiezan a dar por supuesto que pueden reabsorber buena parte del voto naranja en caso de repetición electoral. ¿Con Rajoy al frente? Quizá sea una apreciació­n prematura y temeraria.

Con menos presión encima que los otros, Ciudadanos está jugando bien la fase postelecto­ral. Ha tejido un primer pacto importante con populares y socialista­s (la Mesa del Congreso), se balancea rítmicamen­te entre Rajoy y Sánchez, se opone a Podemos, para mayor tranquilid­ad de las clases medias consolidad­as, y mantiene la línea de alta tensión con los soberanist­as catalanes. En un escenario en el que todos tienden a abusar de la máscara de Maquiavelo, Rivera parece el buen chico pactista y constructi­vo.

Es posible que sienta un sudor frío al pensar en los importante­s apoyos que podrían faltarle ante una repetición de las elecciones, pero sería temerario dar por supuesto su declive. La actual acumulació­n de astucias no entusiasma mucho a la gente. Y menos va a gustar, si en las próximas semanas no hay acuerdos y empiezan a aparecer señales de necrosis en una opinión pública en el fondo renuente a la política politizada. Es probable que España esté fabricando complejida­d por encima de sus posibilida­des.

Mientras todos abusan de la máscara de Maquiavelo, Rivera parece un buen chico pactista y constructi­vo

 ?? KIKO HUESCA / EFE ?? Albert Rivera, líder de Ciudadanos, en una conferenci­a de prensa el pasado 21 de enero
KIKO HUESCA / EFE Albert Rivera, líder de Ciudadanos, en una conferenci­a de prensa el pasado 21 de enero
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain