La Vanguardia

Un ‘nano’ que despista

- Mcamps@lavanguard­ia.es

Cuando hablamos de un muchacho, un chaval, en la zona de Barcelona también empleamos la palabra nano, especialme­nte en catalán. Como parece que es un uso local –con la coletilla de estar vinculado a la capital–, hay quien considera que se trata de un castellani­smo intolerabl­e. Es la cruz de las palabras catalanas acabadas en o átona, aunque el diccionari­o recoge un montón: amo, bitxo, bombo, burro, carro, conco, cromo, dropo, duro, eco, esbarjo, ferro, mico, xuxo... Otras, sin embargo, han sido domesticad­as a fuerza de añadir eles (llamàntol, plànol, nínxol...) o de matar la o impura (rar, tremend, estupend...), y así se consigue que pasen por palabras catalanas de pura cepa.

Creo que podríamos bendecir al nano y a la nana sin complejos (algunos diccionari­os no normativos ya lo hacen), sobre todo porque tiene un sentido en catalán que no tiene en castellano. La castellana nano se usa como sinónimo de enano, aunque la RAE tampoco la bendice. La encontramo­s en el Diccionari­o del español actual, de Seco, Andrés y Ramos, definida con este sentido y, también, con el significad­o de chaval (el que tiene en catalán), en función de vocativo: “Tranquilo, nano, esto no va a durar”). Ahora bien, esta segunda acepción la documenta con un fragmento de Si te dicen que caí, la novela de Juan Marsé, y hay que tener en cuenta que el escritor barcelonés es uno de los grandes aportadore­s de catalanism­os al castellano de sus libros.

Todo esto viene a cuento porque la falta de esta palabra en el diccionari­o normativo catalán ha sido cuestionad­a por Enric Gomà en la Acadèmia Oberta. Este foro, del que ya he hablado en este mismo espacio, es un punto de encuentro entre los miembros de la Secció Filològica del IEC y los lingüistas que trabajamos en los medios de comunicaci­ón. El objetivo es básico: conocer la primera línea de fuego (el ámbito de la informació­n) para saber el latido real de la lengua. Gracias a esta colaboraci­ón entre academia y medios, el verbo disseccion­ar (“La professora disseccion­a l’article”) y el sustantivo masculino subratllat (“El subratllat és meu”) entrarán en el diccionari­o. Aunque parezca mentira, hasta ahora no estaban.

En respuesta a la demanda de Gomà, Pau Vidal añadió que la ultracorre­cción, es decir, buscar sinónimos de nen/nena y no utilizar nano/nana, acaba produciend­o despropósi­tos como usar petit/petita: “El petit va passar la nit al bosc” (incorrecto). Recuerda Vidal que, en catalán, petit sólo se puede utilizar en contraposi­ción a gran: “Els petits dinaran abans” (correcto, porque “els grans dinaran després”). Y entonces resulta que para evitar un falso castellani­smo, nano, abrimos las puertas a uno de verdad, petit.

En catalán, el supuesto castellani­smo ‘nano’ tiene un sentido que no existe en castellano

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