“De no haber sido arrancadas...”
“No pude contener mis lágrimas delante de las cenizas de uno de los mejores monumentos del mundo. El bellísimo artesonado árabe que cubrió la sala era una capa de cenizas, cubierta por los escombros del tejado derrumbado. Los arcos antes brillantes de policromía eran una ruina gris y negra que se perfilaba sobre el cielo. El fuego había transformado las maravillosas composiciones, que pocos meses antes parecían recién terminadas, en unas figuras monocromas casi invisibles. La mayor parte de ellas habían desaparecido con la caída del revoque, dejando la sillería desnuda y ennegrecida. Después del golpe recibido a la vista de Santa María del Mar in- cendiada, esta ruina de Sijena fue mi mayor impresión de estos tres años de tragedia. Fui a hablar con el comité de Villanueva de Sijena (...) me dijeron que estaban dispuestos a ayudarme para salvar algo si era posible de las pinturas de la sala capitular. Les prometí que volvería pronto dispuesto a hacer todo lo posible para evitar que lo poco que quedaba se perdiera definitivamente (...) Aragón no tuvo nadie que cuidara de su patrimonio artístico y lentamente durante tres años se fue destruyendo lo que por casualidad había quedado de la avalancha incendiaria y destructora (…) Di cuenta detallada al Sr. Martorell de mis gestiones en Aragón, pidiéndole al mismo tiempo que destinara una cantidad, 4,000 ptas., para mandar un técnico a Sijena para arrancar y llevar a lugar seguro lo que quedaba de las maravillosas pinturas (...) Salí para Sijena, acompañado de Robert y Llopart, quienes ejecutaron con pericia y gran perfección el arranque de las pinturas, ayudados por gente del pueblo (…) De no haber sido arrancadas inmediatamente, estando como estaban en la intemperie después del derrumbamiento del techo que las protegía y con el revocado minado por la acción del fuego, hubieran perecido totalmente en el invierno del 36”. (Del libro Tres escritos de Josep Gudiol, publicado en 1987)