Un salto al futuro
Con una enfermedad, Javier Illana apura su carrera en la élite
Tiene por delante los que serán sus cuartos Juegos Olímpicos y sin embargo su actual reto es que otro saltador español pueda decirle algún día que ha sido mejor que él, que ha superado todos sus registros. Javier Illana afronta su salto inverso más complicado. No por una mayor dificultad técnica, sino por el grado de valentía y confianza que requiere. Con una enfermedad reumática diagnosticada hace sólo unos meses, una espondilitis anquilosante que ya limita la dificultad de sus saltos, este madrileño de 30 años afronta los que sabe que son sus últimos días en la alta competición para dar un salto al futuro y centrarse en cuerpo y alma a la enseñanza, a transmitir todo lo que ha tenido que aprender fuera para convertirse en un referente internacional de un deporte sin tradición y apenas instalaciones y practicantes en España.
“Lo que tengo ahora en mente son los Juegos de Río, pero sé que en la competición me queda poco, por la edad y por las molestias que tengo, que me tuvieron parado el año pasado y que me impiden realizar algunos de los saltos que quería –explica Javier Illana con serenidad–. Pero tengo claro que nunca voy a dejar los saltos y ya pienso en lo que vendrá después de Río de Janeiro, porque ahora es lo más importante. Mis objetivos van mucho más allá de los Juegos, quiero enfocarme en el futuro del deporte en este país, ya desde fuera de la competición”.
Illana ha tenido tiempo para reflexionar y para dejar escrito en una breve biografía, No es el cuerpo, es la mente (Alienta Editorial), la carrera de obstáculos de una exitosa trayectoria deportiva que lo ha llevado a mantenerse du- rante cinco años consecutivos en el top-10 del ranking internacional en el trampolín de 3 metros y alcanzar incluso el top-5. Una auténtica gesta para un nadador no sólo español, sino europeo, en un mundo dominado por los saltadores chinos. No en vano, en el gigante asiático los saltos son un deporte nacional que cuenta con más de 200.000 licencias federativas frente a las 70 que actualmente hay en España.
“El waterpolo femenino hace cuatro días estaba como estamos nosotros: pocas licencias, pocos clubs, escasa competitividad... Y ahora tanto el Natació Sabadell como la selección están en la élite. Y eso no se debe al dinero sino a la voluntad de los clubs, a una buena política de promoción, al trabajo de los técnicos... Al liderazgo de gente como Miki Oca”, considera Illana. Sin salir de la piscina y de las federaciones española y autonómicas de natación, ese es su modelo.
“Quiero tratar de formar un futuro mucho mejor que el actual, y para eso hay que animar a los clubs a incluir las escuelas de saltos en su oferta –prosigue Illana, que tiene perfecto conocimiento de causa–. Tenemos instalaciones de élite como las piscinas de saltos del CAR de Sant Cugat o del Centro de Natación Mundial 86 de Madrid, también piscinas descubiertas y escuelas en Palma o Las Palmas de Gran Canaria, pero también piscinas que se podrían utilizar en Málaga, en Sevilla, en Ourense... Vamos a abrir escuelas también allí para que nadie tenga que irse fuera, como tuve que hacer yo marchándome a Canadá”. Illana también tiene claro que hay que cambiar sistemas de formación y de preparación de los ciclos olímpicos, que el patrocinio de las pymes, con beneficios fiscales, debe llegar a las piscinas, que el crecimiento de los saltos debe ser lento, pero firme... A la vuelta de Río le espera trabajo.
TRANSMITIR LA EXPERIENCIA “Mis objetivos van mucho más allá de los Juegos, están en el futuro de este deporte en España”
NO SÓLO DINERO “El waterpolo femenino estaba como nosotros y es un referente gracias a gente como Miki Oca”