‘J’ai deux amours’
Ayer las teles y las radios sufrieron un alud de dirigentes nombrados para ejercer como portavoces y, por lo tanto, para explicar su proyecto en un momento tragicómicamente convulso. Después del 20-D ha habido una notable renovación de caras. Pero, hasta ahora, ninguno provoca grandes entusiasmos. Su retórica recuerda la del típico nuevo director de sucursal bancaria que se presenta a sus clientes con la vigorosa promesa de atenderlos con más eficacia que sus predecesores y que, una vez instalado, vuelve a refugiarse en su despacho fingiendo que habla por teléfono. Esta suboficialidad comunicativa parece salir de un laboratorio de robots. Todos practican un discurso monocorde y cuando intentan introducir elementos de ironía o mordacidad, provocan en el espectador una incomoda vergüenza ajena. Y en eso no hay una óptica feminista que abra vías de esperanza: tanto ellas como ellos son igual de insustanciales.
DE DOS EN DOS. El programa Aventura en pareja (Discovery Max) propone a tres parejas viajar a lugares inhóspitos de Noruega, México y Marruecos. Tres semanas, tres países, tres parejas. La suma de estrategias de supervivencia y de vínculo de pareja es explosiva pero, como es lógico, predomina la urgencia para sobrevivir sobre las crisis de confianza sentimental. Comer insectos, dormir fatal, andar más de lo que es humanamente necesario y pasar un frío de pingüino acaba pareciendo una alternativa a la pareja convencional. Quizás deberían plantearse hacer un spin- off de las mismas parejas después del reto, volviendo a la aventura auténtica de la convivencia convencional. Porque las discusiones en situaciones límite son la consecuencia de unas circunstancias que el espectador puede entender. En Mejor llama a Pilar (Cuatro), en cambio, las parejas que participan en un simulacro obsceno de bronca permanente inducida por las cámaras confirman que para sobrevivir en pareja y amargarse recíprocamente la vida no hace falta salir de casa.
RUE RIVOLI. Gran serie francesa (a la venta en DVD legales en países civilizados): Dix pour cent. Escrita por Fanny Herrero y producida por un equipo liderado para Cédric Klapish (el director de Casa de locos), la serie cuenta, en un tono de comedia accesible, divertido y nada estridente, las vicisitudes de una agencia de representación de grandes actores. El referente más inmediato que nos viene a la mente es El séquito o, a otro nivel, Ballers. Pero, en este caso, la diferencia radica en lo que podríamos denominar factor
francés, explotado con gran inteligencia. Con una utilización muy ambiciosa de París como escenario, Dix pour cent juega con el patrimonio cinematográfico propio y trufa los diálogos y las tramas de referencias culturales propias. Y, siguiendo la tradición del género, invita a participar, as
himself, a actores muy reconocidos (Cécile de France, Françoise Fabian, Julie Gayet...). Las tramas explotan las envidias entre agentes, muy bien administradas, y tiene el acierto de limitarse a seis capítulos que acaban de la mejor manera: con una escena memorable y provocando en el espectador ganas de ver más y de cantar
J’ai deux amours, de Joséphine Baker, hasta que
salga el sol.
Con una ambiciosa utilización de París como escenario, ‘Dix pour cent’ juega con el patrimonio cinematográfico propio