“Rece por mí, Santidad”.
“Rece por mí, Santidad”, pide Rohani a Francisco tras su reunión en el Vaticano
La avezada diplomacia vaticana supo sacar partido, en la forma y en el fondo, de la importante audiencia que concedió ayer Francisco al presidente iraní, Hasan Rohani. En el comunicado –cuidado hasta el milímetro– después del encuentro, la Santa Sede destacó “el importante papel” que debe asumir Irán para resolver los problemas de Oriente Medio. El cortés Rohani se había despedido del Papa con una frase impactante: “Rece por mí, Santidad”.
Hacía 17 años que un pontífice no recibía a un presidente iraní. La última vez fue Juan Pablo II quien se reunió con Mohamed Jatamí. Era marzo de 1999. Aún no se habían producido los ataques del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos y el posterior terremoto geopolítico. Para la Santa Sede, que observa con suma inquietud lo que ocurre en Oriente Medio –sobre todo por la persecución mortal que sufren los cristianos en varios países–, influir en la dinámica de la región, aunque sólo sea como fuerza moral, es de vital importancia.
Los iraníes, que han pasado muchos años siendo tratados como auténticos parias en la escena internacional, saben muy bien la importancia de una foto de su jefe de Estado con el Papa. Tampoco fue baladí la frase y los matices del comunicado vaticano, en el que se puso énfasis en “el importante papel que Irán está llamado a desempeñar, junto a otros países de la región, para promover adecuadas soluciones a las problemáticas que afligen a Oriente Medio, oponiéndose a la difusión del terrorismo y del tráfico de armas”. Pese a la brevedad, la Santa Sede no se olvidó de nada. Tuvo en cuenta la sensibilidad y el orgullo iraníes, pero no evitó introducir asuntos más incómodos a los oídos de la cúpula persa. En el texto se recordó “la importancia del diálogo interreligioso y la responsabilidad de la comunidad religiosa en la promoción de la reconciliación, de la tolerancia y de la paz”. En la entrevista con Francisco y la reunión posterior con el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, y el ministro vaticano de Exteriores, monseñor Paul Gallagher, se constató el buen estado de las relaciones bilaterales, “los valores espirituales comunes” y el reconocimiento de la labor de la Santa Sede “a favor de la promoción de la dig- nidad de la persona humana y de la libertad religiosa”.
Francisco y Rohani conversaron en la biblioteca del Pontífice, el lugar noble reservado normalmente para las visitas de Estado, aunque a veces se escogen otras salas de menor prestancia. La entrevista se prolongó durante 40 minutos, con intérpretes. Francisco habló en italiano y Rohani en farsi. Una de las traductoras era una mujer que llevaba la cabeza cubierta por un pañuelo. En el obligado intercambio de regalos, el presidente iraní, obsequió al Papa con una tradicional alfombra persa rectangular, realizada de modo artesanal en la ciudad santa de Qom, y con un volumen de miniaturas. Francisco, por su parte, regaló a su huésped un medallón con la figura san Martín que da su abrigo a un pobre –“Una señal de fraternidad gratuita”, comentó el
INTERCAMBIO DE REGALOS Rohani regala al Papa una alfombra y este le entrega una medalla de san Martín
POLÉMICA ROMANA Los Museos Capitolinos cubrieron las estatuas de desnudos
Papa– y dos copias de la encíclica ecologista Laudato si. Francisco explicó al presidente que se trataba de “mi documento sobre la protección de la creación”. “No hay una traducción en lengua farsi, así que le doy una copia en inglés y, si me permite, también en árabe”, agregó Jorge Mario Bergoglio. Fue entonces cuando Rohani, al despedirse, le pidió al Papa que rezara por él. Francisco le agradeció la visita. “Confío en la paz y le deseo buena labor”, le dijo.
Tanto el Vaticano como las autoridades italianas han procurado medir todos los gestos y todas las palabras para no herir ninguna susceptibilidad iraní. Uno ejemplo fueron los paneles blancos, en forma de cajas, que fueron colocados en los Museos Capitolinos para cubrir por completo algunas estatuas de desnudos cuando Rohani visitó las salas acompañado del primer ministro italiano, Matteo Renzi, el lunes por la noche.
Durante el Foro Comercial Italia-Irán, Rohani mostró también su rostro más conciliador. “Si queremos combatir el extremismo y la violencia en el mundo, si queremos luchar contra el terrorismo, uno de los caminos que tenemos es el desarrollo económico”, enfatizó. Según el líder iraní, “el Corán nos enseña que la iglesia, la sinagoga y la mezquita están una al lado de la otra; esta es la cultura de la tolerancia que nos enseña el Corán”. Rohani insistió en la voluntad de acoger a inversores extranjeros, en particular italianos, por la larga historia de intercambios de variada índole entre las dos naciones.
No todos se han congratulado de la presencia de Rohani, que hoy vuela a París. El responsable en Italia de Amnistía Internacional, Gianni Rufini, recordó las casi mil ejecuciones en Irán en el 2015. Y el rabino jefe de Roma, Riccardo Segni, se mostró muy contrariado de que se agasaje tanto al líder de un régimen que ha negado a menudo la existencia de la shoah.