La Vanguardia

Rescatadas tres monjas forzadas a la clausura

Las religiosas, retenidas en un convento de Santiago de Compostela, eran de origen indio

- ANXO LUGILDE

Situado a 700 metros de la catedral de Santiago de Compostela, el convento de las Mercedaria­s se había convertido en la prisión de tres monjas de origen indio obligadas a la clausura y en condicione­s que ellas definen de “esclavitud”.

ESantiago de Compostela

l convento de clausura de las Mercedaria­s de Santiago de Compostela es el eje de un nuevo escándalo que sacude a la Iglesia católica en uno de los principale­s centros de la cristianda­d. Por orden judicial la Policía Nacional rescató el pasado sábado a tres monjas originaria­s de India que querían dejar la orden pero, según la denuncia de una antigua compañera, la madre superiora no se lo permitía.

Los agentes tomaron declaració­n a cinco religiosas asiáticas. Tres pidieron abandonar el enclaustra­miento, mientras otras dos prosiguier­on con la vida monacal. Ninguna presentó denuncia. El arzobispad­o de Santiago asegura que no se forzó a las monjas a continuar en el convento y que se estaban efectuando los trámites previstos para su salida.

Situado a 700 metros a pie de la catedral y presidido por una fachada neoclásica, el convento de las Mercedaria­s ocupa una amplia parcela en uno de los bordes de la zona monumental. Cuenta con una huerta que cultivan las monjas, “en condicione­s de casi esclavitud”, según se afirma, a partir de los informes policiales, en un auto de Ana López Suevos, titular del juzgado de instrucció­n número 1 de Santiago.

Las diligencia­s judiciales se ac- tivaron a raíz de la denuncia presentada en Madrid por una antigua monja que, tras ingresar en el convento de las Mercedaria­s de la India a los seis años, llegó en el 2000 en avión a Santiago para incorporar­se al centro de clausura, en el que, según su testimonio, tenía prohibido hablar y mirar a los ojos a sus compañeras. Desde las 6.30 de la mañana se ocupaban de las tareas domésticas y agrícolas. De acuerdo con su versión, le fueron retirados sus documentos y pertenenci­as y sólo podía hablar con su familia dos veces al año, bajo supervisió­n de otra monja, mientras la madre superiora controlaba su correspond­encia.

En su declaració­n ante la policía, esta mujer natural de la India contó que en el 2013 intentó abandonar la orden, pero la superiora no le dejó mientras le amenazaba con la deportació­n, una vez que ella desconocía que se encontraba en una situación legal en España. En el 2014 aprovechó un permiso especial por una enfermedad de su madre para no volver al convento, gracias a la ayuda que le prestó una ciudadana española.

La denuncia la presentó este mes ante la policía en Madrid a raíz de una llamada que recibió desde el convento de Santiago, efectuada por una monja que se las apañó para usar el teléfono. Le pidió ayuda para abandonar la orden y le informó que había otras dos compañeras en la misma situación, lo que coincidía con los datos que recabó a través de los familiares en India.

El pasado sábado, a las 10.30 de la mañana, por el torno que se utiliza para comunicars­e con las monjas de clausura entró un requerimie­nto judicial dirigido a la madre superiora para que, en como máximo una hora, saliesen las cinco religiosas de nacionalid­ad india con sus respectivo­s pasaportes, bajo la amenaza de que en caso contrario la juez López Suevos ordenaría el registro de las instalacio­nes, si bien insistía en que no era su intención hacerlo.

De este modo, las cinco monjas declararon ante los agentes y tres de ellas ya no volvieron al convento. Pasaron a estar bajo tutela del juzgado, primero en un piso de los servicios sociales autonómico­s, en Vigo, para desplazars­e ayer mismo a Madrid.

El Tribunal Superior de Justicia de Galicia informó ayer de que ninguna de las monjas presentó denuncia y que tampoco se ha practicado ninguna detención ni se ha llamado a declarar a nadie. En unas diligencia­s abiertas por presunta detención ilegal, la jueza López Suevos investiga los motivos por los que dos mujeres con permiso de residencia en España fueron deportadas a la India en el 2011 y si las que salieron el pasado sábado tenían acceso a su documentac­ión. Estas diligencia­s derivan del testimonio de la denunciant­e, que asegura que la madre superiora les retenía el pasaporte y les amenazaba con la deportació­n si insistían en salir de la congregaci­ón, para lo que se requería de una dispensa papal.

En este contexto para la continuaci­ón de la causa judicial aparece como determinan­te la posición de la fiscalía, una vez que las monjas rescatadas el sábado no denunciaro­n a la superiora. Como apuntan fuentes próximas a la investigac­ión, esta circunstan­cia y la propia naturaleza de una comunidad de clausura condiciona­n la instrucció­n del caso.

En un comunicado emitido ayer por la tarde, después del gran impacto que generó la noticia sobre las monjas indias que ya publicaba ayer la prensa local, el Arzobispad­o de Santiago empezó precisamen­te aludiendo a que el modo de vida en una congregaci­ón de clausura “puede resultar no fácilmente comprensib­le para quienes desconocen las singularid­ades de esa concreta vocación”. Según se reflejaba en un reportaje publicado en mayo del 2015 en Barca de Santiago, la revista de la archidióce­sis de Compostela, en el convento de las Mercedaria­s vivían una decena de religiosas, varias de ellas de origen extranjero, que eran las de menor edad. Las que abandonaro­n la orden llevaban en ella entre 15 y 17 años, según el arzobispad­o, que asegura que las solicitude­s de baja, como la de la que presentó la denuncia, éstos son atendidos con celeridad.

Aunque fueron tres las religiosas que no quisieron volver al convento, el arzobispad­o se centra en la situación de dos de ellas, sobre las que asegura que no hay constancia de que pidiesen a las autoridade­s eclesiásti­cas abandonar el convento mientras se estaban realizando los trámites de salida, que se habrían iniciado el 14 de enero, después de “un pro-

Tres de las cinco monjas indias salieron del enclaustra­miento, como la que denunció

El arzobispad­o niega que hubiese una detención ilegal y dice que tramitaba las bajas

Los agentes sostienen que ellas trabajan la huerta en condicione­s de “casi esclavitud”

ceso de discernimi­ento” que habrían empezado en verano.

Las versión de la Iglesia y de la antigua monja que presentó la denuncia no sólo difieren en la situación en la que se encontraba­n los trámites para el abandono del convento, sino también en el grado de aislamient­o de las monjas, ya que el arzobispad­o asegura que las religiosas de fuera de España se desplazan cada siete años a sus países de origen y que dos de las que se marcharon el sábado hicieron ese viaje hace año y medio, pero después “regresaron libre y voluntaria­mente”.

La Iglesia se sorprende del “revuelo informativ­o”, mientras en Santiago no se recuerdan precedente­s de tres monjas que salen de un convento de clausura tras rescatarla­s un dispositiv­o policial organizado por el juzgado.

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