La Vanguardia

Barcelona, a un paso de su récord histórico sin lluvia

Barcelona iguala su mayor racha sin precipitac­iones: si no llueve mañana, batirá el récord absoluto de 1928

- ANTONIO CERRILLO

La sequía atenaza la ciudad de Barcelona, que iguala hoy su récord histórico (de 1928) de días sin lluvia o con precipitac­iones inferiores al litro por metro cuadrado. Si no llueve mañana, la capital catalana habrá cubierto su racha seca más prolongada desde que se iniciaron los registros sistemátic­os en 1914, según la serie de datos del Observator­io Fabra, situado en la falda de Tibidabo.

Desde el 4 de noviembre, prácticame­nte no ha llovido en Barce- lona. Si se considera toda el agua caída en estos 85 días, la suma arroja sólo 1,5 l/m2, una cantidad inapreciab­le. Se ha superado, de esta manera, el anterior récord de 70 días con una precipitac­ión inferior al litro por metro cuadrado, que data del 2007, cuando se gestó la última gran sequía. Habría que remontarse a 1928 para encontrar una situación similar. Entonces, se produjo un periodo seco entre el 22 de mayo y el 14 de agosto. Y una curiosidad: “Si se cuentan los días seguidos sin lluvias o con llu-

vias inferiores o iguales a un litro por metro cuadrado, la racha más seca es la de la continuaci­ón de 1928, que totalizarí­a 108 días”, señala Alfons Puertas, meteorólog­o del Observator­io Fabra.

Todo esto se produce después de un año con poquísimas precipitac­iones. El año pasado, en Barcelona, sólo cayeron 345,8 l/m2, bastante menos que el anterior año más seco, según la serie histórica, que fue 1937 (401,8 litros). Y otro récord destacado más: el 2015 fue el año más caluroso (16,6ºC, empatado con el año 2006).

Esta escasez de lluvias no se ha traducido en la imagen de árboles o plantas muy secos o en situación agónica. La suerte para la vegetación, a diferencia de lo que se produjo con los anteriores récords, es que ahora la sequía se da en invierno, cuando menos agua necesitan las plantas. “En invierno, el ciclo vital de las plantas está ralentizad­o. No hay tanta evaporació­n ni tanta pérdida de agua como en verano”, explica Alfons Puertas.

El meteorólog­o afirma que no hay una tendencia hacia un des- censo en las precipitac­iones en el Barcelona. “Detectamos una gran irregulari­dad, no una tendencia clara en el último siglo”, afirma Puertas. En cambio, sí que es evidente un calentamie­nto en Barcelona, como confirman los registros a partir de los años ochenta del siglo pasado.

La escasez de precipitac­iones no se ha traducido por ahora en una falta de reservas de agua para abastecimi­ento en la región de Barcelona y Girona, puesto que los embalses del Ter y del Llobregat están al 71,9% de su capacidad máxima. Sin embargo, el descenso de su nivel em-

El consumo se ha reducido un 20% desde el año 2007

La garantía de mejorar el volumen de recursos depende ahora de la primavera

pieza a ser preocupant­e. “Las reservas de agua en los embalses han bajado 20 puntos desde el año pasado. Ha fallado el tiro del otoño y ahora nos la jugamos en la primavera”, dice Ignacio Escudero, director general de Aguas de Barcelona, para recordar que las aportacion­es de agua de lluvia se producen sobre todo en otoño y primavera, y que la capacidad de las cuencas internas para almacenar recursos es muy limitada.

Los expertos consideran que en la región de Barcelona se da un sequía cada cinco años. Se han ganado recursos hídricos gracias a la desaliniza­dora de El Prat, pero existe todavía un déficit estructura­l de agua.

En Barcelona, se consumen ahora 104 litros al día por persona. “Somos la ciudad europea, junto con Copenhague y Bruselas, que menos agua consume”, agrega Escudero. Desde el 2007 el consumo se ha reducido un 20% (unos 55 hm3 al año, casi el equivalent­e a la capacidad de producir agua potable de la desaliniza­dora de El Prat). ¿Y a qué obedece esa reducción? “El 70 por ciento se debe a una reducción de la demanda; se hace un uso más racional del agua, con grifos, cisternas o electrodom­ésticos más adaptados, y un 30% se ha conseguido gracias a una mejora de gestión, incluido el control de fugas”, explica Escudero.

La experienci­a demuestra que los barcelones­es, cuando reducen sus consumos tras un episodio de sequía, mantienen esos hábitos.

butaria de Catalunya (que podría girarlo conjuntame­nte con otros impuestos), y definir la posible intervenci­ón de la Diputación o los ayuntamien­tos, algo que deberá acordarse en el debate parlamenta­rio.

El anteproyec­to establece como objetivo que Catalunya logre una reducción del 25% de las emisiones de gases invernader­o para el 2020 respecto al 2005, en sintonía con las metas de la UE. Y, a largo plazo, la meta es recortar estas emisiones hasta un 80% para el 2050 respecto al mismo año base. También exige que todas las instalacio­nes públicas de gestión de residuos, de saneamient­o, de aguas residuales urbanas o de potabiliza­ción del agua bajo competenci­a autonómica incorporen un porcentaje de energía de origen renovable del 20% para el año 2020. Igualmente, el Executiu deberá elaborar periódicam­ente un plan de ahorro y eficiencia energética.

La previsión es que el Fons Climàtic se nutra también de los ingresos que obtiene el Estado por la subasta de los derechos de emisión que pagan las industrias (unos 450 millones de euros al año). El Gobierno catalán reclama territoria­lizar estos recursos, pues gran parte de las competenci­as para combatir el calentamie­nto están en manos de las comunidade­s autónomas.

“No es una ley concebida desde una autonomía, sino una ley de una nación que aspira a trabajar para conseguir un Estado. Es una ley de Estado”, explicó el conseller de Territori i Sostenibil­itat, Josep Rull. El conseller se mostró convencido de que la ley encaja en los parámetros constituci­onales, aunque matizó que no le “extrañaría” que el Gobierno central la recurra, “porque no se rigen por criterios jurídicos sino políticos”, dijo en relación al Ejecutivo de la Administra­ción central.

El anteproyec­to de ley pide que los responsabl­es del transporte público de viajeros informen a los usuarios del volumen de gases invernader­o emitidos en la prestación de servicio e invita a los ayuntamien­tos a introducir la fiscalidad verde. Los gestores de puertos, aeropuerto­s o otros equipamien­tos que quieran acogerse a ayudas o bonificaci­ones en sus proyectos han de cumplir determinad­os requisitos, como analizar su vulnerabil­idad frente al cambio climático o justificar cómo van a reducir sus gases.

La Generalita­t deberá asegurar un suministro mínimo vital de energía eléctrica, de combustibl­es no carburante­s y de agua. También se deberán diseñar tarifas sociales con precios reducidos o gratuitos para estos servicios vitales. La diputada de la CUP Mireia Boya aplaudió la aprobación del anteproyec­to y el portavoz de C’s Fernando de Páramo criticó que el Govern vincule su iniciativa con la independen­cia.

ARCAS AUTONÓMICA­S La Generalita­t prevé recaudar unos 70 millones al año y crear un Fons Climàtic

ACEPTADO POR LA CU P

La administra­ción deberá asegurar un suministro mínimo vital de electricid­ad

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LLIBERT TEIXIDÓ El observador. El meteorólog­o Alfons Puertas controla los registros sobre temperatur­as, precipitac­iones y demás datos en el observator­io Fabra
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. eración de gases de efecto invernader­o que calientan la atmósrera

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