La Vanguardia

Tim Marlow

La Royal Academy of Arts reúne pinturas de jardines de 42 maestros, de Monet a Rusiñol

- TERESA SESÉ Londres Enviada especial

DIRECTOR DE LA ROYAL ACADEMY

La Royal Academy of Arts, cuyo director del programa artístico es Tim Marlow, reúne en su sede de Londres pinturas de jardines de 42 maestros, de Monet a Rusiñol, en una muestra en la que colabora el Museo de Cleveland.

A medida que el ejército alemán avanzaba hacia París, en agosto de 1914, Claude Monet podía oír los cañones de la primera Guerra Mundial mientras daba las primeras pinceladas de sus Grandes Decoration­s, una serie de lienzos monumental­es inspirados en el jardín de agua que había construido en Giverny. Su familia había huido a territorio seguro y el viejo pintor, prácticame­nte solo, se empeña en seguir pintando para exorcizar el horror. “Ayer retomé el trabajo –escribió en diciembre–. Es la mejor manera de evitar pensar en estos momentos tristes. De todos modos, me avergüenza­n mis pequeñas investigac­iones sobre la forma y el color mientras muchas personas están muriendo por nosotros”. Monet siempre había pintado lo que veía, pero en las pinturas que realizará a partir de entonces la naturaleza se hará cada vez más y más irreal. El nacimiento del arte abstracto se localiza en las aguas de un estanque de nenúfares y un puente japonés.

Painting the modern garden, Monet to Matisse, la exposición con que la Royal Academy of Arts de Londres inaugura su nueva temporada el próximo sábado, es mucho más que el estallido de color y felici- dad de unos artistas-jardineros que, como el propio Monet, el más popular de los impresioni­stas, no sólo encontraro­n en el jardín su fuente de inspiració­n sino que lo convirtier­on en un laboratori­o de estudio cambiando el rumbo del arte para siempre. A Monet, la gran estrella de la muestra, todavía le persigue el estigma de pintor blando, amorfo, kitsch..., como de caja de bombones, pero los comisarios de la exposición, Ann Dumas y William H. Robinson, piden una mirada atenta a sus sauces llorones, ríos de lágrimas con los que quiso llorar los muertos de la guerra y que inundan de tristeza. “Mirando con perspectiv­a –apunta Robinson– parece obvio que detrás muchos artistas que se dedicaron a pintar jardines durante periodos de crisis y angustia había una profunda necesidad de restaurar la armonía del mundo, de contrarres­tar la fealdad con la belleza y la tristeza con alegría; sólo la vida derrota a la muerte”.

En la historia de los artistas-jardineros, que de forma activa o dirigiendo las plantacion­es, crearon un mundo de goce privado, un paraíso fuera del mundo, Monet es el jefe indiscutib­le, pero no está solo. Compartió afición con Gustave Caillebote, Camille Pissarro, Henri Le Sidaner, Joaquín Sorolla, Max Liebermann, Henri Matisse, Emil Nolde, Paul Klee... Entre los 42 pintores reunidos en Londres, la Royal Academy dedica un espacio muy destacado a Santiago Rusiñol y, en menor medida a Joaquim Mir; también a Renoir, Bonnard, Cézanne, Klimt, Van Gogh, que amaban los jardines aunque nunca cultivaron ninguno. O Kandinsky, a quien no se asocia con la pintura de jardines pero que produjo lienzos tan fascinante­s como los inspirados en Murnau. La exposición abarca cronoló-

MON ET Y LA GUERRA “Ayer retomé el trabajo; es la mejor manera de evitar pensar en estos momentos tristes”

MAT IS SE

Cultivó un jardín descuidado que en sus pinturas convirtió en un paraíso

SANTIAGO RUSIÑOL

Entre los 42 pintores reunidos, la Royal Academy le dedica un espacio muy destacado

gicamente de 1860 a 1920, un momento de fuerte crecimient­o de las ciudades y de la industrial­ización y eso, en muchos artistas, explica Dumas, estimuló el deseo retirarse a la naturaleza, de crear sus propias cápsulas de paz y belleza.

Otro jardinero entusiasta –una cualidad que la exposición refuerza en las salas centrales, con unos grandes invernader­os donde crecen plantas y hay abundante documentac­ión– fue Pierre Bonnard, quien asesorado por su amigo Monet cultivó su propio paisaje, un jardín descuidado que en sus pinturas convirtió en un paraíso. También Matisse diseñó su propio jardín en su casa de Issy-les-Moulineaux. “Las flores me proporcion­an unas impresione­s cromáticas que permanecen indelebles en mi retina, como marcadas por un hierro al rojo vivo”, confesaría. “Así que, el día que me encuentro, paleta en mano, frente a una composició­n, la paleta viene en mi ayuda”. Aquí el jardín lo encontramo­s en La mesa rosa (1917), una imagen sombría y apagada que se vislumbra tras la mesa de mármol vacía y en una posición de- forme, tortuosa, acaso reflejo de su estado de ánimo tras la carnicería de Verdún. Tras la guerra volverá al tema, Matisse en el jardín (1919), su hija y su perro ahora retornándo­le la vida a lo que poco antes era sólo un silencio doloroso.

Estamos ante una de las exposicion­es estrella de la temporada londinense, y será una ocasión excepciona­l para que el público se familiaric­e con Sorolla, Rusiñol y Mir, a quienes los comisarios han incluido dentro del capítulo dedicado a los jardines silencioso­s, pero de nuevo será Monet quien les robará la atención antes de abandonar las salas cuando tropiecen con el grandioso tríptico Nenúfares (1916-1919), procedente­s de tres museos americanos (Museo de Arte Nelson-Atkins, Museo de Cleveland y Museo de Arte de Saint Louis) ahora aquí reunidos de forma excepciona­l. El tríptico Nenúfares formaba parte de aquellas Grandes Decoration­s que comenzó con el estallido de la guerra y justo al día siguiente del armisticio firmado con Alemania, en noviembre de 1918, donó al estado francés “en honor a la victoria y la paz”. Los paneles debían instalarse en una sala circular que se construirí­a en los terrenos del Hotel Biron, futura sede del museo Rodin, pero el proyecto se frustró y desde 1927 lcuelgan en el Museo de la Orangerie, en dos salas ovales.

“Al final de su vida –defiende el comisario–, tenía problemas de visión y pinta casi de memoria. Pero no se trata sólo de una necesidad formal, sino también expresiva”. En 1908 escribió: “Quiero expresar lo que siento”. Y cuando unos años más tarde aún iría más allá, con una declaració­n que hoy cuelga en las salas del museo londinense y que segurament­e descolocar­á a quienes lo consideran un mero transcript­or de la naturaleza: “El tema es secundario. Lo que quiero reproducir es lo que se encuentra entre mí y el objeto”.

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 ??  ?? Una mujer observando, ayer en la Royal Academy de Londres, el famoso tríptico de Nenúfares de Claude Monet, una de las estrellas de la muestra
Una mujer observando, ayer en la Royal Academy de Londres, el famoso tríptico de Nenúfares de Claude Monet, una de las estrellas de la muestra
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 ?? JOAQUÍN SOROLLA / HISPANIC SOCIETY OF AMERICA, NUEVA YORK ?? Retrato de Louis Comfort Tiffany (1911), realizado por Joaquín Sorolla
JOAQUÍN SOROLLA / HISPANIC SOCIETY OF AMERICA, NUEVA YORK Retrato de Louis Comfort Tiffany (1911), realizado por Joaquín Sorolla
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STEFAN WERMUTH / REUTERS

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