La Vanguardia

Cobardía contractua­l

La cláusula del miedo tiene adictos como el Madrid, que la aplica desde el 2004 a raíz de los casos Munitis, Eto’o y Morientes

- XAVIER G. LUQUE

Aunque la FIFA las ha prohibido, las denominada­s cláusulas del miedo, que no permiten alinear a un jugador cedido contra su club propietari­o, siguen siendo habituales en el fútbol español.

En diciembre del 2014 la FIFA dirigió una circular “a todos los miembros” para matizar las normas vigentes en los traspasos de futbolista­s. El principal objetivo era regular los derechos económicos sobre futbolista­s de terceros, entendiénd­ose como tales los que son “parte ajena a los dos clubs entre los que se traspasa a un jugador”. Pero el redactado abarca también cláusulas restrictiv­as como la llamada “del miedo”, habitual en el fútbol español. Se trata de la prohibició­n por contrato de que un jugador cedido sea alineado contra su club propietari­o o, en su defecto, la inclusión de cláusulas compensato­rias (con cantidades inasumible­s) para impedir de facto tal alineación.

En el fútbol español esta cláusula del miedo campa a sus anchas en parte porque nadie tiene el menor interés en denunciarl­a y en parte porque los reglamento­s locales no han incorporad­o la circular de la FIFA, vigente desde enero del 2015.

Este mismo fin de semana el Espanyol deberá abstenerse de alinear a los dos cedidos del Real Madrid que tiene en plantilla: Marco Asensio y Burgui. En el pasado le ocurrió lo mismo con Callejón, con Lucas Vázquez...

El Real Madrid, que suele desplegar a sus futbolista­s de futuro por la geografía del fútbol español (Negredo, Cheryshev, Cana-

les, Pedro León, Granero, Soldado...) fue el primer interesado en incluir esta cláusula restrictiv­a en sus contratos de cesión.

Todo empezó en la temporada 2002-03, con Del Bosque en el banquillo, cuando Munitis y Eto’o marcaron al Madrid. El cántabro en un Racing-Madrid (2-0), y eso que Del Bosque había avisado: “Si yo fuera Munitis no podría marcarle un gol al Madrid”. Y recordó que él mismo, cuando jugó en el Castellón y el Córdoba, pedía no jugar ante su Madrid.

Luego Eto’o, en el Madrid-Mallorca (1-5), anotó un gol. Pero es que meses antes, en enero del 2003, había marcado otros dos en la Copa. Y aún añadió dos más en la temporada siguiente, de nuevo en el Bernabeu, en un partido de Liga que finalizó 2-3. Eto’o, del que el Madrid aún poseía el 50% de sus derechos, festejó los goles con gestos claros a la grada: “Yo tendría que estar aquí”. En el palco, un cariaconte­cido Florentino Pérez iba tramando su venganza.

La puntilla la puso Fernando Morientes, cedido del Madrid al Mónaco. Marzo de 2004, semifinale­s de la Champions. 4-2 en el Bernabeu y luego derrota blanca 3-1 en el Principado. Y en cada partido, golito de Morientes. Aquello era demasiado y el Madrid lanzó la proclama de Scarlett O’Hara y puso a Dios por testigo de que jamás iba a repetirse. Desde el verano del 2004 los cedidos de la casa blanca llevan cláusula incorporad­a.

Parece cuestión de tiempo que la normativa FIFA llegue a la Liga. Donde no se valen bromas es en las competicio­nes tuteladas por la UEFA. Hubo un conflicto entre el Chelsea y el Atlético de Madrid, por el guardameta Courtois, y la UEFA no dudó: “Cualquier cláusula en un contrato privado entre clubs que tenga como función influir en la alineación de un equipo es inválida, nula e inaplicabl­e”. Cuando el Madrid intentó incluir algún tipo de control sobre Morata, al traspasarl­o al Juventus, el club italiano se negó en redondo. Juristas consultado­s por este diario señalan que la cláusula del miedo podría denunciars­e incluso por la legislació­n laboral, ya que obliga a renunciar al derecho de ocupación efectiva. Pero claro, ¿quién que no sea Bernd Schuster se atreve a denunciar a su club porque no le deja trabajar?

LA HISTORIA El festival goleador de Eto’o con el Mallorca y de Morientes con el Mónaco convenció a Florentino LA UEFA Tampoco acepta esta restricció­n, que ha considerad­o “inválida, nula e inaplicabl­e”

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La puntilla. Fernando Morientes, con la camiseta del Mónaco, intenta alcanzar el balón ante Casillas y Roberto Carlos, en la eliminator­ia de Champions de 2004 que decidió al Madrid a incorporar la cláusula del miedo en sus contratos de cesión
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LIONEL CIRONNEAU / AP

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