Conchita deja la Casa Blanca
Fallece la gallega que protestó 30 años ante la residencia presidencial
El domingo, con un sol radiante, millares de personas salieron a la calle en Washington a jugar con la nieve y sacar fotos en los sitios emblemáticos de la capital tras la nevada del siglo. Como siempre, la verja de la Casa Blanca, en la plaza Lafayette, era uno de los lugares más concurridos y fotografiados. Algunos residentes se interesaron por cómo había afectado el frío a la popular Connie, que era como conocían a Conchita Picciotto, la gallega que desde hacía más de 30 años, sentada frente a la residencia del presidente, protagonizaba la protesta política más larga de la historia de Estados Unidos: contra la guerra y las armas nucleares. Pero Conchita ya no estaba el domingo en su tienda de campaña. Había sufrido una caída de la que, a sus aproximadamente 80 años, ya no pudo recuperarse. Falleció el lunes en un centro de acogida a mujeres sin hogar. La plaza Lafayette pierde una de sus referencias y un paradigma del derecho de manifestación. En España, con la ley de Seguridad Ciudadana aprobada el año pasado, la protesta de Conchita no habría durado ni treinta años ni tres minutos y la mujer habría tenido que hacer frente elevadas sanciones.
Que la protesta de Conchita se había convertido en un símbolo lo demuestra el hecho de que su fallecimiento fue durante toda la mañana de ayer la noticia principal en la web de The Washington Post. Con- chita Picciotto, de soltera Martín, era una gallega de Vigo que se instaló en Estados Unidos cuando tenía 18 años. Trabajó en el consulado español y a los 21 años se casó con un hombre de negocios italiano del que tomó el apellido. Adoptaron una hija. El divorcio de la pareja, en 1974, se convirtió en una batalla jurídica y Conchita se quedó sin casa, sin empleo y perdió la custodia de su hija. Fue para reclamar la custodia que se instaló a finales de los setenta frente a la Casa Blanca cuando el inquilino era Jimmy Carter.
Ahí conoció a William Thomas, un activista pacifista y desde 1981, ya con Ronald Reagan en la casa de enfrente, iniciaron su protesta contra la guerra, la carrera armamentística y contra la proliferación de armas nucleares. Alrededor de su tienda de campaña tenían desplegadas pancartas con consignas pacifistas que iban actualizando progresivamente. Conchita recibió apoyó de asociaciones pacifistas que fueron a su vez criticadas por quienes consideraban que utilizaban a una persona que evidenciaba un trastorno mental.
Washington pierde un símbolo de la protesta pacifista y del derecho de manifestación