La Vanguardia

Pasos en negro

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Asistimos estos días a un campeonato de maquiaveli­smo. Excluida una estrategia patriótica, se ha impuesto la táctica partidista. Si el país no tuviera otra cosa que hacer, la partida sería francament­e interesant­e. Rajoy, que parecía noqueado, nos enseña las virtudes de la “pase negro” del mus, según ha contado el compañero Zarzalejos. No conozco el mus, pero en el póquer también existe un “paso en negro”: un jugador que tiene buenas cartas deja pasar su turno como si las tuviera malas. La gracia del “paso en negro” es que, si los rivales envitan y se la juegan pidiendo alguna carta, el que se ha reservado podrá sorprender­los y acogotarlo­s en el segundo o tercer envite. Si este “paso en negro” sale bien, puedes triplicar las ganancias. Pero tiene un riesgo: que los demás no apuesten y la partida acabe en nada mientras tú has desperdici­ado en vano el buen juego que tenías. Rajoy ha sorprendid­o a todos obligando Sánchez a apostar por un gobierno izquierdis­ta con Podemos. Rajoy confía en que González y los demás socialista­s harán el trabajo sucio. Pero, paradójica­mente, esto obliga Sánchez a luchar a vida o muerte. Queda claro que si pierde este envite, Sánchez es hombre muerto. Y no hay combatient­e que quiera morir sin matar. De ahí que, si la gran coalición acaba fructifica­ndo, es posible que deje en el campo de batalla el cadáver de Sánchez, sí, pero también el de Rajoy. Negros ambos, pero de funeral.

Mientras tanto, en Barcelona, Ada Colau prepara la resurrecci­ón del PSUC

En cuanto a los otros jugadores, parece que están más pendientes de la próxima partida. Iglesias ha herido a Sánchez (con quien en teoría pretende aliarse) proclamand­o unas exigencias que para el PSOE eran humillante­s. Esta herida tan fácil de causar, pero innecesari­amente cruel, sólo se explica por la avidez con la que Iglesias busca asaltar el fortín del PSOE: para quedárselo y dar el sorpasso. En cuanto a Ciudadanos, que parecía grogui, está poniendo en valor lo único que posee: la posibilida­d de ser rótula. Mediador. Sorprende, en cambio, que Homs haya dado un paso “en negro y blanco”. Juega a romper la baraja, pero luego pretende que el Rey lo escuche. “Si quieres que te ayude, ayúdame, no me pongas la zancadilla”, parece que le dijo el Rey a Homs (y no estaba pensando en Girona).

Mientras tanto, en Barcelona, Ada Colau prepara la resurrecci­ón del PSUC. Con materiales nuevos y diversos, pero evocando el nuevo orden de izquierda, como ocurrió en la trágica Catalunya de 1936 (ahora no es trágica, pero sí frenética). El tempo de la jugada demuestra que Colau sabe lo que quiere (Iglesias ya conoce el peso real de cada uno en Catalunya). Un orden catalán para instalarse directamen­te en la Internacio­nal sin pasar por Madrid, como aquel PSUC. El sorpasso ya se ha producido: se trata de consolidar­lo. Según como termine la jugada española del PSOE, tal vez algunos sectores del PSC (¿Parlon?) den el paso hacia el nuevo PSUC de Colau. Entonces el vuelco sería definitivo. Y el socialismo catalán rendiría vasallaje a la historia del PSUC. Justicia poética, lo llaman.

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