La Vanguardia

Los Baltasares quieren venganza

Máxima tensión en la Mina ante posibles represalia­s tras la muerte de un joven en el Port Olímpic

- TONI MUÑOZ Barcelona

Los Mossos d’Esquadra siguen buscando al chico que la madrugada del sábado junto a cinco o seis amigos dejó herido de muerte a un joven en la discoteca Nirvana del Port Olímpic de Barcelona. El agresor le asestó una cuchillada en el abdomen con un vaso o una botella de cristal que hizo que se desangrara rápidament­e.

La víctima y su verdugo formaban parte de dos clanes familiares de etnia gitana enfrentado­s entre sí. Según puede avanzar este diario, la víctima D. Ugal pertenece a la familia de los Baltasares, uno de los clanes mayoritari­os de la Mina, cuyos capos cuentan con crímenes de sangre a sus espaldas. A su vez, el presunto asesino forma parte del clan de los Peludos, cuyos miembros se concentran mayoritari­amente en el edificio Venus de Sant Adrià del Besòs, emblema de la marginaliz­ación del barrio.

Horas después del crimen, los Mossos d’Esquadra desplegaro­n un dispositiv­o para reforzar la vigilancia en el barrio para evitar enfrentami­entos y las represalia­s entre las familias implicadas. A pesar del despliegue, los agentes no pudieron impedir que el lunes por la noche un grupo del clan de los Baltasares se desplazara hacia el edificio Venus para buscar venganza.

Según fuentes de la investigac­ión, los miembros de la familia tenían la intención de quemar los pisos donde vivían los Peludos. La sorpresa fue que en las viviendas no encontraro­n a nadie. La mayoría de los miembros del clan habían huido atemorizad­os por las ganas de venganza de sus adversario­s.

Desde el domingo, en la Mina se vive una gran tensión. Un centenar de miembros de los Peludos han abandonado sus hogares en el edificio Venus y en la calle Ana Frank de Sant Adrià por temor a verse afectados. Los investigad­ores creen que pueden haberse marchado a Málaga, de donde son originario­s, incluido el presunto autor del crimen. Además, estos días muchos han visto por el barrio a un primo del fallecido muy conocido por su agresivi- dad, que tuvo que marcharse de la Mina hace años debido a un encontrona­zo con otro clan. Su presencia ha desatado la angustia en el vecindario que ha obligado a abandonar la zona incluso a familias que no tienen un parentesco directo con los Peludos.

Los Mossos intentan intermedia­r entre miembros de ambas familias para que las aguas vuelvan a su cauce. Aunque, de momento, la búsqueda de un acuerdo para que los Baltasares apacigüen su rabia son infructuos­as, puesto que durante el luto gitano se paraliza todo. Además, al tratarse de un homicidio, es poco probable que los patriarcas traten de mediar entre las partes.

La policía tiene claro que el principal objetivo es capturar al presunto asesino antes de que los Baltasares le den caza y mantienen sus esfuerzos en identifica­r a todos los participan­tes en la agresión, e incluso conseguir la confesión de algún miembro de los Peludos para que el resto de la familia deje de estar en el punto de mira.

El fallecido formaba parte del clan de los Baltasares. Su padre era un conocido del mundo de la delincuenc­ia de los años ochenta en pleno auge del los quinquis, que murió en prisión, con un largo historial delictivo. Su principal ocupación en libertad era la de cobrar el rackett, que consistía en extorsiona­r a delincuent­es. Este clan es tan extenso que tiene parentesco con el popular Juan Moreno Cuenca, el Vaquilla, el popular delincuent­e que el cine y los medios elevaron a icono de la Barcelona suburbial y marginada. Y también con los Jodorovich, el clan instalado en Barcelona en los años cuarenta procedente de centro de Europa y que dominaba el tráfico de drogas y armas.

En el otro clan adversario, el de los Peludos, se encuentra el presunto autor de la cuchillada. En el 2003, miembros de este clan le pegaron un tiro a un joven a la salida de un supermerca­do de Vinaròs para vengar la muerte de un familiar. En el 2014 se detuvo a trece miembros en Palma que realquilab­an pisos propiedad de bancos a gente sin recursos.

REPRESALIA Los allegados a la víctima intentaron quemar los pisos donde vivían los Peludos

FUGA MASIVA Un centenar de familias ha huido de la Mina por miedo a más enfrentami­entos

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