La Vanguardia

La Fundació Tàpies acoge una selección del arte informal de los 50

Les Abattoirs de Toulouse cede obras de las coleccione­s de Denney y Cordier

- Barcelona JOSEP PLAYÀ MASET

Una selección de la obra de Tàpies se desplaza a Les Abattoirs de Toulouse y este museo de arte moderno y contemporá­neo presta a la Fundación Tàpies unas 60 obras de las coleccione­s de Anthony Denney y Daniel Cordier, representa­tivas del arte informal de los años 50 del siglo pasado. Ese intercambi­o sirve a la Fundació Tàpies para poner de relieve la revolución artística que surgió en la postguerra a partir de lo que el crítico de arte francés Michel Tapie definió como art autre. Una pintura abstracta, matérica, que empezó como una reacción destructiv­a y demente, que se em- parejó con el expresioni­smo abstracto de los Estados Unidos y con las propuestas del grupo Gutai en el Japón, y que acabaron siendo asimiladas por el mercado.

Documents d’acció (28 enero-22 mayo) es el título de la exposición en la Fundació Tàpies, comisariad­a por Laurence Rassel y Carles Guerra, que muestra parte del legado de Anthony Denney, un coleccioni­sta amateur, fotógrafo y diseñador que donó su obra a Les Aba- ttoirs, y se complement­a con una serie de dibujos de la colección de Daniel Cordier, que se estableció como galerista en París en 1956 y fue marchante de Jean Dubuffet.

Michel Tapie articuló teóricamen­te un movimiento inspirado en artistas como Jean Fautrier, Jean Dubuffet y Jacques Brown, en Francia, Lucio Fontana y Alberto Burri, en Italia, y Christo Coetzee, en Gran Bretaña. La labor de la Galeria Stadler de París o la de Martha Jackson en Nueva York aportó otros nombres relevantes a ese movimiento como Karel Appel, Hans Hartung, Georges Mathieu, Matta, Henri Michaux o el propio Tàpies, que ingresaron también en la colección Denney. La presencia de Mathieu en Japón con demostraci­ones artísticas en los supermerca­dos o las mismas fotos que Denney hace para Vogue sobre su propio apartament­o, donde se mezclan muebles clásicos y pinturas que pretenden romper con ese orden burgués, son dos evidencias de como ese otro arte, brut, marginal o informal, quedará sublimado por el discurso artístico. La frase de Stadler, de que “en los museos, en los años 50, no sucede nada” deja de tener sentido cuando estos artistas entran ya en las grandes pinacoteca­s.

La exposición presenta desde una gran obra de Georges Mathieu –que Guerra considera el Jeff Koons de la época por su presencia mediática– sobre la Bataille de Hastings, realizada en plena calle, hasta una pieza de Lucio Fontana que recrea una tela desgarrada por un cuchillo, u otra que hizo Shivago Kazuo con el pie.

En paralelo a esta exposición, la Fundació Tàpies presenta (19 enero-22 mayo) otra en el primer piso con una selección de su fondo del periodo 1955-65, comisariad­a por Núria Homs. Se inicia el año en que

MUESTRA PARALELAD ETÀ PIES El museo expone obras de 1955 a 1965, con dos piezas poco conocidas de Teixidor y Portabella

CARTA ALGALE R IS T ASTA D LE R En 1959 Tàpies pide que nadie deje obras suyas a una colectiva que impulsa el franquismo

Tàpies conoce a Michel Tapie porque supone un salto cualitativ­o en su obra. Abandona una obra marcada por el relato narrativo, influido por sus amigos Foix y Brossa, y se adentra en un trabajo más personal, que supondrá su madurez artística y su reconocimi­ento internacio­nal. Al año siguiente expone en la galería Stadler (antes ya lo había hecho en la de Martha Jackson). Por otro lado, traslada a Espa- ña el arte informal, entra en contacto con el Club 49 y participa en una primera exposición sobre Arte Otro en Barcelona. También toma conscienci­a de la utilizació­n que ha hecho de su obra el régimen franquista, llevándolo a distintas bienales. En la exposición se exhibe la carta que envía el 21 de abril de 1959 al galerista Stadler en la que le pide que no deje ninguna obra suya para una exposición colectiva en el mu- seo de Artes Decorativa­s de París impulsada por el régimen franquista.

En total se exponen 16 obras, dos muy poco conocidas que pertenecen a Joan Teixidor ( Tela ventrada, 1964) y Pere Portabella ( Gris, 1956). Dos ejemplos de ese reconocimi­ento de Tàpies son la libreta de fotos que le envió Leopoldo Pomés y la serie que le hizo Hans Namuth, en 1961, en Campins.

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ANDREU DALMAU / EFE Exposición en la Fundació Tàpies con una escultura de Sofu Teshigahar­a en primer término

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