El insoportable aroma del miedo
En el fútbol, como en la vida, tener miedo es un rasgo que atrae el desastre y ahuyenta los buenos presagios. Les ocurre a muchos equipos que, aun siendo superiores en su juego, en un intento de defender un resultado acaban sucumbiendo contra pronóstico y perdiendo unos puntos preciosos. Eso les ha ocurrido a todos los clubs. La falta de grandeza casi siempre se paga con un navajazo a última hora en forma de gol imprevisto. En el fútbol hay otros comportamientos que rezuman miedo y, por tanto, poca altura de miras. Lo verán ustedes publicado hoy en esta sección de Deportes. Se trata de las cláusulas miedo que algunos clubs, como el Real Madrid, aplican a los jugadores que ceden a terceros y que, este fin de semana, afectará al Espanyol en su partido contra el conjunto blanco.
Ceder a un jugador impidiéndole jugar contra el club de origen sólo puede entenderse como un punto de inseguridad, de temor a que la calidad de ese jugador pueda jugarle una mala pasada al club que ha cedido. El Barça, en cambio, no ejerce ese tipo de cortapisa a los jugadores que presta a otros clubs y, no en pocas ocasiones, eso ha tenido consecuencias. Cuando se ejecuta una cesión hay que ser consciente de lo que entraña y quien en un momento considera temporalmente prescindible a un jugador no es lógico que le quiera cortar el paso cuando se enfrenta al club de origen. Seguro que esa actitud del Barça ha sido reprobada por socios blaugrana pensando que puede perjudicar a su club, pero sin duda alberga mayor consideración con su jugador y con la invulnerabilidad de la competición.
Y sin duda, que el Barça haya sido capaz de mantener esa manera de actuar con sus cedidos puede sorprender a muchos de los que conocen la idiosin-
Ceder a un jugador e impedirle jugar contra el club de origen sólo puede entenderse como un punto de inseguridad
crasia del aficionado culé. Temeroso por naturaleza, no hubiera sido de extrañar que quienes hubieran empujado a su club a ser más cuidadoso con las consecuencias de las cesiones fuera la parroquia barcelonista en lugar de la madridista, más echada para adelante, más confiada en el rendimiento de los suyos. Ese cliché es un tic del pasado. Las cosas han cambiado mucho en los dos últimos decenios. Los títulos se han depositado con mayor frecuencia en las vitrinas barcelonistas, la confianza sobre el césped se ha instalado más en el Camp Nou que en el Bernabeu y, por tanto, las decisiones de los clubs obran en consecuencia. De hecho, la ausencia de miedo ha llevado al Barça a defenderse en solitario en el farragoso e injusto tema de la sanción al club por la gestión de la cantera. En cambio, el Madrid y el Atlético están contando con la inestimable ayuda de la LFP, algo que es sensacional. Lástima que esa ayuda no se produjese con esa intensidad cuando la Masia fue zarandeada por la UEFA. Pero no se preocupen. Los clubs con miedo necesitan más la ayuda.