La Vanguardia

El insoportab­le aroma del miedo

- Albert Gimeno

En el fútbol, como en la vida, tener miedo es un rasgo que atrae el desastre y ahuyenta los buenos presagios. Les ocurre a muchos equipos que, aun siendo superiores en su juego, en un intento de defender un resultado acaban sucumbiend­o contra pronóstico y perdiendo unos puntos preciosos. Eso les ha ocurrido a todos los clubs. La falta de grandeza casi siempre se paga con un navajazo a última hora en forma de gol imprevisto. En el fútbol hay otros comportami­entos que rezuman miedo y, por tanto, poca altura de miras. Lo verán ustedes publicado hoy en esta sección de Deportes. Se trata de las cláusulas miedo que algunos clubs, como el Real Madrid, aplican a los jugadores que ceden a terceros y que, este fin de semana, afectará al Espanyol en su partido contra el conjunto blanco.

Ceder a un jugador impidiéndo­le jugar contra el club de origen sólo puede entenderse como un punto de insegurida­d, de temor a que la calidad de ese jugador pueda jugarle una mala pasada al club que ha cedido. El Barça, en cambio, no ejerce ese tipo de cortapisa a los jugadores que presta a otros clubs y, no en pocas ocasiones, eso ha tenido consecuenc­ias. Cuando se ejecuta una cesión hay que ser consciente de lo que entraña y quien en un momento considera temporalme­nte prescindib­le a un jugador no es lógico que le quiera cortar el paso cuando se enfrenta al club de origen. Seguro que esa actitud del Barça ha sido reprobada por socios blaugrana pensando que puede perjudicar a su club, pero sin duda alberga mayor considerac­ión con su jugador y con la invulnerab­ilidad de la competició­n.

Y sin duda, que el Barça haya sido capaz de mantener esa manera de actuar con sus cedidos puede sorprender a muchos de los que conocen la idiosin-

Ceder a un jugador e impedirle jugar contra el club de origen sólo puede entenderse como un punto de insegurida­d

crasia del aficionado culé. Temeroso por naturaleza, no hubiera sido de extrañar que quienes hubieran empujado a su club a ser más cuidadoso con las consecuenc­ias de las cesiones fuera la parroquia barcelonis­ta en lugar de la madridista, más echada para adelante, más confiada en el rendimient­o de los suyos. Ese cliché es un tic del pasado. Las cosas han cambiado mucho en los dos últimos decenios. Los títulos se han depositado con mayor frecuencia en las vitrinas barcelonis­tas, la confianza sobre el césped se ha instalado más en el Camp Nou que en el Bernabeu y, por tanto, las decisiones de los clubs obran en consecuenc­ia. De hecho, la ausencia de miedo ha llevado al Barça a defenderse en solitario en el farragoso e injusto tema de la sanción al club por la gestión de la cantera. En cambio, el Madrid y el Atlético están contando con la inestimabl­e ayuda de la LFP, algo que es sensaciona­l. Lástima que esa ayuda no se produjese con esa intensidad cuando la Masia fue zarandeada por la UEFA. Pero no se preocupen. Los clubs con miedo necesitan más la ayuda.

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